Al único que le conviene que no haya elecciones de gobernadores es al Gobierno. La fanfarronada de Maduro de que ganarán las 23 gobernaciones oculta la convicción y el miedo de que, en unas elecciones transparentes, las perderán todas o casi todas. El CNE convocó a elecciones en primer lugar para lavarse la cara ante el mundo vendiendo la imagen de que aquí no hay dictadura, y, en segundo lugar, con la ilusión de dividir a la oposición o de que, muchos opositores decidan abstenerse y no ir a votar. Como piensan que la oposición está viviendo momentos difíciles, las adelantaron a octubre, con la esperanza de que no tengan tiempo para montar una estrategia fuerte y unitaria. Espero que no caigamos en la trampa ni terminemos haciéndole el juego al Gobierno. Espero también que los líderes de la oposición no piensen en sus intereses personales y estén dispuestos a renunciar a sus aspiraciones en pro de una candidatura única. Sería imperdonable que la oposición fuera en algunos estados con varios candidatos para, de ese modo, entregar la gobernación al candidato del Gobierno. Si bien es cierto que la democracia es expresión de la pluralidad, se trata en estos momentos de salvar a Venezuela y demostrarnos y demostrarle al mundo que somos una abrumadora mayoría que elegimos el camino democrático del voto. Por eso rechazamos cualquier salida militar, tanto interna como externa. El mejor servicio que Trump puede hacerle a Maduro es amenazar a Venezuela con una intervención militar, que rechazamos rotundamente. No queremos militares extranjeros en Venezuela ni gringos, ni cubanos.
La lucha por recuperar la democracia hay que darla en todos los frentes: en la calle con movilizaciones masivas, no violentas y muy creativas; en los medios de comunicación; en el trabajo; en las conversaciones con la gente; en el ámbito internacional, y también en el frente electoral, que es el basamento fundamental de la democracia. El mundo va a estar con los ojos puestos en esas elecciones y no le va a ser fácil al Gobierno cometer un nuevo fraude electoral, por mucho que la Constituyente haya renovado en el cargo a las cuatro damas del CNE lo que una vez más demuestra su carácter sumiso. Además, aunque el árbitro siga vendido, no le va a ser posible ganar un partido cuando el otro equipo tiene los jugadores y la fuerza para meterle una goleada.
Muchos están convencidos de que las dictaduras no salen con votos, pero yo más bien pienso que en Venezuela, con una cúpula militar al lado del poder, debemos drenar nuestra angustia y descontento saliendo a votar masivamente para gritarle al mundo que no queremos ni golpes ni intervenciones, ni que nos impongan un gobierno a la cubana, con un único partido y una farsa de elecciones sin opositores. La consulta de julio evidenció que la mayoría queremos resolver nuestras dificultades por medio del voto. No ignoramos que las elecciones no se dan en términos equitativos, pues el gobierno utiliza todos sus recursos para imponer a sus candidatos, pero eso debería motivarnos a combatir con más vigor y esperanza. Los espíritus aguerridos se crecen en las dificultades.