El lunes 10 de mayo del 2021, en la sede de Acoinva, se eligió la nueva junta directiva que reactivará la institucionalidad del Ateneo de Valera, dándose así el comienzo de la tercera etapa de este organismo cultural que tiene más de un siglo.
El Ateneo de Valera fue fundado en 1905 por un grupo de emprendedores que consideraron que la ciudad, que se encaminaba hacia su primer centenario, necesitaba para la continuidad de su desarrollo, complementar lo comercial con un agregado cultural. Entre los que concretaron el propósito, quedaron nombres que la historia local reconoce como hacedores relevantes: monseñor Miguel Antonio Mejía, el médico José Antonio Tagliaferro, el intelectual Américo Briceño Valero, el periodista Pompeyo Oliva y los comerciantes ilustrados don Juan Haack, Juan Ignacio Montilla y Ernesto Spinetti. Se reunían en el famoso Club del Comercio, donde se activaban buenas ideas de progreso y que poseía una magnífica biblioteca, de la que quedan restos en el Country Club de Valera, a la espera de algún estudioso que haga un inventario de ella.
Tras varios años de votiva iluminación cultural, la institución se apagó. ¿Por qué? Porque Valera había mostrado un entusiasmado proselitismo por el caudillo Cipriano Castro. Al ser derrocado este por su compadre Juan Vicente Gómez, la ciudad entró en sospecha. Se decía entonces que Atila se había ido dejando su caballo como presidente de la república. La historia con frecuencia es repetitiva.
La actividad y promoción cultural continuó con veladas y conversas en casas particulares, entre ellas la de los Terán Labastidas–Madrid Carrasquero, donde se formó la poeta Ana Enriqueta Terán, y en la que vivió su confinamiento el poeta nacional Andrés Eloy Blanco. A los talibanes les resulta a veces fácil, cuando se valen de la violencia, acorralar el espíritu, pero nunca logran su exterminio; siempre llega el momento en que renueva sus alas. Y eso fue lo que pasó con el Ateneo de Valera. En 1950 alzó de nuevo el vuelo aventado por el poeta Héctor Guillermo Villalobos, nombrado director del liceo Rafael Rangel, el dinámico joven odontólogo Jacob Senior, el médico después psiquiatra de gran prestigio José Luis Vethencourt y el sabio salesiano Ignacio Burk. En este ateneo se realizó como madre de la cultura regional Aura Salas Pisani. Y fue su relevo otra educadora incansable en el trabajo cultural. Se lograron allí grandes cosas que de Valera consolidaron el calificativo de ciudad dinámica y progresista, y a Trujillo como estado ateneo. Todo eso, en copia exacta del ateneo de la primera etapa, fue apagado. Hoy después de casi veinte años de inactividad institucional, no de parálisis cultural, pues el ejercicio de la cultura siguió dándose en otros lugares propicios, se reactiva al ser nombrada una nueva junta directiva.
En la jornada, plural, desprejuiciada, espantando fantasmas, en demostración clara y plena de que cuando se tiene encarnado el espíritu del alma colectiva y se trabaja para su crecimiento y fortalecimiento, dándole prioridad al compromiso social auténtico, se vencen las dificultades y las pequeñeces.
Marlene Briceño, educadora, veterana trabajadora cultural, digna sucesora de Aura Salas Pisani, asume nuevamente como Secretaria General de la institución, la tarea de reanudar el camino, con el inmediato respaldo del cronista Pedro Bracamonte Osuna como Secretario de Organización.
Adelante, pues. Se hace camino al andar.