- Da gusto rememorar cómo la capacidad y las voluntades se aunaban para trabajar vigorosamente persiguiendo un fin común. Con esencial sentido de trabajo, asistidos por un entrañable fervor y poniendo de manifiesto, a cada paso, la consagración del ateneo a favor del adelanto de esta tierra trujillana
Elvins Humberto González
Transcurrían los últimos meses del año 1959. En el ambiente ya se adivinaba la próxima Navidad que además de subyugarnos con su encanto, estimulaba a permanecer expectantes ante la posibilidad de realizar proyectos fecundos en beneficio de todos. En el mes de noviembre se publicaba un editorial en el quincenario «Tiempo y Letra», titulado «Necesidad de una Casa de la Cultura para Boconó». Su autora, Lourdes Dubuc de Isea, fundadora del periódico antes mencionado, se había impuesto otra tarea no menos importante: la de promover la instalación de un ateneo. Para hacer tangible la idea, convocó a las personas de reconocida preocupación por el adelanto sociocultural de la comunidad y con este grupo el entusiasmo creador se multiplicó y expandió. Hoy 59 largos años después, seguro que para quien aún transita esta vía como Doña Lourdes, debe ser grato recordar y que por ese puente de sueños retornar a tan hermosa época. Da gusto rememorar cómo la capacidad y las voluntades se aunaban para trabajar vigorosamente persiguiendo un fin común. Para lograrlo, las tareas se dividieron equitativamente: Lourdes de Isea coordinó y motorizó iniciativas. Alfredo Lamus Rodríguez y Pedro Luis Arcílago elaboraron estatutos y personería jurídica. Francisco Mercado, estableció el sistema administrativo interno. Lucrecia de Lamus se ocupó de la secretaría mientras que Orestes Alarcón, Eve Rosa González, Héctor Calderón, María Josefa León, Leonor Gabaldón y el presbítero Mariano Martín, cumplían las tareas asignadas. Gladys de González, Clemencia Isea Leonardi y Myriam Sambrano de Urosa, se enrolaban como socios en el curso de la campaña que arrojó resultados sorprendentes. Ese primogénito grupo de forjadores no se sintió solo en tan importante empresa. De Valera llegaba la frecuente orientación de la insigne educadora y ateneísta Aura Salas Pisani, y de Caracas el estímulo de Joaquín Gabaldón Márquez, Oscar Sambrano Urdaneta, Domingo Miliani y José Ramón Medina. Con profunda satisfacción se fueron dando cuenta que el intento no podía fallar y así, un 7 de abril de 1959, nació el Ateneo de Boconó, con una fuerza y una fisonomía que desde siempre garantizaron su vigencia y verticalidad.
Con esencial sentido de trabajo, asistidos por un entrañable fervor y poniendo de manifiesto, a cada paso, la consagración al adelanto de esta tierra trujillana, no hicieron otra cosa que permanecer en una constante vigilia, circunstancia que permitió ir solidificando, etapa tras etapa, una labor que ha merecido el reconocimiento de muchos. No hubo lugar para desmayos ni tiempo de vacilaciones.
En los salones de la institución han tenido cabida todas las manifestaciones honestas del pensamiento y el arte.
Sería imposible enumerar en esta crónica todas las actuaciones, pero queda constancia que por su escenario ha pasado lo más selecto de la intelectualidad venezolana y muchos de los mejores espectáculos venidos del exterior. Además las más célebres personalidades tanto artísticas como políticas, han pisado ese recinto patrimonio regional.
Hizo florecer el jardín
Ya son 59 años de haber cambiado la historia de esta hermosa y próspera ciudad. Así es. Sin exageración. Antes del ateneo la ciudadanía estaba adormilada. Tal vez pensando en algún caudillo que les resolviera, por acto de magia, los graves asuntos. Pero las mujeres, quienes siempre en Boconó han dado el gritico oportuno, se organizaron, sacudieron el espíritu de los coterráneos y armaron el gran alboroto. Así nació el ateneo. Una institución orientada a librar todas las luchas necesarias para cambiar la vida a través de las más disímiles expresiones de la cultura. El ateneo, dentro de una retrospectiva del camino arado, fue arrojando un saldo positivo de gran contenido social reconocido fuera del estado Trujillo. En pocas palabras, el ateneo hizo que floreciera el hermoso jardín boconés.
Liderazgo que movió cimientos
Tal como lo hemos dicho anteriormente, sería “Tiempo y Letra» el que encendió la idea, sembró la inquietud, en aquel editorial del mes de noviembre de 1958, en donde se habló de la necesidad de crear una Casa de la Cultura en Boconó. Un grupo joven, liderado por la meritoria matrona boconesa, Lourdes Dubuc de Isea dio calor a la idea y seis meses después, el 7 de abril de 1959 nació el ateneo de Boconó formalizado, tal como lo registra el acta firmada por Lourdes Dubuc de Isea, Leonor Gabaldón, Clemencia Isea Leonardi, Lucrecia de Lamus, Myriam Sambrano de Urosa, Gladys de González, Eve Rosa González, María Josefa León, el presbítero Mariano Martín, el doctor Alfredo Lamus, doctor Pedro Luis Arcílago, señores Orestes Alarcón, Héctor Calderón Pinto, Arturo Blas León y Francisco Mercado (hijo). Sería entonces el 21 de abril del 59 un día como hoy, que el ateneo de Boconó comenzó a funcionar y de ahí la fecha para su celebración.
Desde la calle Miranda
La vieja casona colonial de la calle Miranda fue la sede inicial de la institución. Allí el calor de las manifestaciones culturales del pueblo fue reclamando cada día una extensión más amplia y apropiada para el desarrollo de nuevas ideas y proyectos que parecían irrealizables.
Durante la administración del presidente Rómulo Betancourt, gracias a la gestión de los directivos del ateneo se logró que este decretara la construcción de la nueva sede. Otra mujer reemplazante de Lourdes Dubuc de Isea, fue Myriam Sambrano de Urosa, quien se hizo cargo del timón de la institución en 1961 y con dinamismo y perseverancia, sumado al esfuerzo de todos quienes le acompañaron en la directiva, lograron que durante la Presidencia del doctor Raúl Leoni se iniciara la construcción de la obra y posteriormente en la administración del doctor Rafael Caldera, fuera inaugurado el edificio que hoy ocupa, un 27 de noviembre de 1970.
27
De noviembre de 1970 se inauguró el edificio del ateneo, una historia que bien merece una crónica aparte y que nos comprometemos en contarla próximamente.
La magia de Myriam Sambrano
Myriam Sambrano de Urosa durante casi 40 años guió con manos firmes el rumbo de esta institución. Dicen que la perseverancia, el buen entendimiento y el firme deseo de servir al pueblo, le reportó gratas satisfacciones y los éxitos que ha obtenido esta Casa de la Cultura a través de todas las programaciones que ha emprendido, lógicamente, dentro del campo del arte. Myriam Sambrano le dio ese toque mágico al crecimiento y a la actividad cultural.
La institución no sólo se dedicó a dar cabida a espectáculos, obras, presentaciones artísticas, etc. El ateneo ha sido también, una escuela de otras manifestaciones.
Referencias: Lourdes Dubuc de Isea, Testimonios del Periodismo Trujillanos, Luis González, Archivos y Hemeroteca DLA, Centro de Historia Diana Rengifo.