Con el cielo ya oscuro de Porto Alegre sobre un Arena do Gremio copado por cerca de 20 mil argentinos, los brazos en alto de los jugadores y los aplausos de todos son la primera sonrisa que la Selección consigue en esta Copa América de Brasil, que le venía siendo un martirio. En la situación límite el equipo de Lionel Scaloni hizo lo que debía: jugó su mejor partido y le ganó bien a Qatar por 2 a 0 con goles de sus delanteros para acceder a los cuartos de final como segundo del grupo B y ahora enfrentará a Venezuela, el viernes a las 16 en el Maracaná de Río de Janeiro. Después podría cruzarse con Brasil en semis, pero esta Argentina está para hacer de a un paso a la vez. El triunfo, que pudo haber sido más abultado, le devolvió el aire a un plantel en construcción.
Cambio la Selección. Otra vez de nombres y de esquema. Pero, sobre todo, cambió en su determinación. Con el abismo cerquita, el conjunto nacional salió decidido a comerse a Qatar. Presionó bien arriba y tuvo en esos primeros minutos del partido su versión más agresiva. El gol tempranero por un grosero error de la defensa rival era lo que necesitaba para que los nervios no se apoderaran de este equipo nuevo.
Al Rawi quiso cruzar la pelota saliendo desde el área propia, pero su pase fue un verdadero regalo a Lautaro Martínez, que se sacó la espina de la que había fallado en la jugada anterior (había sido otro mal despeje de la última línea qatarí) y gritó su quinto gol en nueve partidos en la era Scaloni. Todo eso pasó a los 3 minutos nomás. Y ese inicio prometedor hizo pensar en que todo sería un mero trámite para la Argentina.
Sin embargo, a esta Selección todo le cuesta, todo lo sufre. Porque Qatar usó todo el ancho de la cancha para trepar por los costados y preocupar a los argentinos que, de mitad de cancha hacia atrás siguieron exhibiendo desajustes e imprecisiones. El 5-3-2 que dibujóFélix Sánchez funcionó mejor para sacarle jugo a las subidas de sus carrileros, Correia por la derecha y Salman por la izquierda, que para contener al tridente Messi-Agüero-Martínez, que dispuso Scaloni.
La Argentina llegó a crear ocho situaciones de peligro en la primera parte, con un Leo Messi que empezó como extremo derecho, pero que, a diferencia del encuentro con Paraguay, no se quedó allí estacionado. El 10 se movió libre y tuvo su actuación más participativa hasta aquí, aunque con algunas situaciones atípicas en él como ese disparo de frente al arco que mandó a las nubes. Cuando se tiraba para el medio Lionel, entre el Kun y Lautaro rotaban constantemente para evitar y confundir las marcas. Messi por arriba, Lautaro por arriba, Lo Celso por arriba… Le faltó calibrar la puntería al equipo albiceleste, que mantuvo el poder del balón la mayor parte del tiempo.
La idea de Scaloni de poner un mediocampo de juego para defenderse desde la posesión y manejar todo con los pies en el campo de enfrente hizo efecto de entrada. Rodrigo De Paul, Leandro Paredes y Giovani Lo Celso, tres volantes que nacieron enganches, intentaron controlar para distribuir desde allí. De todos modos, hubo momentos en que los huecos a sus espaldas fueron ocupados por presencia qatarí que buscó hacer su juego.
El campeón de Asia, pese a su mal arranque, pretendió recomponerse rápido. A la media hora tuvo su rato de dominio. Circuló bien la pelota y tuvo en su 10, Al Haydos, a un futbolista con buena lectura. Su joven figura, Ali Almoez, sacó alguna que otra vez ventaja con su velocidad. Pero, buenas intenciones al margen, a Qatar le faltó profundidad. Aún en la derrota no modificó su esquema y siguió con poca gente en ataque.
Apenas un tiro libre de Al Rawi, que casi se reivindica de su error en el gol, que dio en el palo y algún remate débil desde afuera fue lo único que pudo hacer el combinado asiático cerca de Franco Armani.
La Selección mereció muchísimo más en un marcador que se quedó corto. El temible Agüero del Manchester City parecía no querer hacerse mostrar con la camiseta de su país. Cinco chances se le presentaron al ex delantero de Independiente. En dos de ellas se lució el arquero Al Sheeb. Pero el desahogo llegó a los 9 minutos del cierre. Por fin el Kun pudo gritar. Un remate cruzado, seco, que no llegó a alcanzar el arquero adversario fue el vencedor. Y fue el que terminó de aliviar a una Selección que desde que pisó tierras brasileñas vivió intranquila por sus malos desempeños y resultados que pusieron en real peligro su clasificación entre los ocho mejores de la competencia.
Respiró la Argentina, aun con piezas a ajustar, sobre todo del medio hacia atrás. No hubo festejo; sólo desahogo. Consiguió lo que necesitaba para evitar el papelón de la eliminación en la primera fase. Lo hizo bien, con justicia. Está en cuartos y ahora lo espera Río de Janeiro.
Tomado del Clarín