Esta tragedia que vivimos los venezolanos tiene causas profundas y variadas, como profundo y variado debe ser el aprendizaje, para que Venezuela se enrumbe por los caminos de un bienestar duradero y sostenible. Desde hace muchos años fuimos advertidos por algunas personas como Alberto Adriani, Arturo Uslar Pietri, Mario Briceño Iragorry, Mariano Picón Salas, Salvador de la Plaza, Juan Pablo Pérez Alfonso y muchos otros.
El propio Libertador Simón Bolívar advirtió en diversos documentos, el discurso de Angostura uno de los mejores, sobre los puntos débiles que tomaba Venezuela:
1. Sobre la corrupción: “La mejor política es la honradez”; “Los legisladores necesitan una escuela de moral”; “El modo de gobernar bien es el emplear los hombres honrados, aunque sean enemigos”.
2. Sobre la educación: “Moral y luces son nuestras primeras necesidades”; “Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción”.
3. Sobre el militarismo: “Es insoportable el espíritu militar en el mando civil”; “El sistema militar es el de la fuerza, ya la fuerza no es gobierno”.
4. Sobre la dictadura: “Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él a mandarlo, de donde se originan la usurpación y la tiranía”. “Siempre es noble conspirar contra la tiranía, contra la usurpación y contra una guerra desoladora e inocua”.
5. Sobre la libertad: “El que no está con la libertad puede contar con las cadenas del infortunio y con la desaprobación universal”; “La justicia es la reina de las virtudes republicanas, y con ellas se sostienen la igualdad y la libertad”; “La aclamación libre de los ciudadanos es la única fuente legítima de todo poder humano”.
Una sociedad para prosperar debe ser libre, democrática, honesta, educada, civil y cívica, donde reinen el respeto a las instituciones y el Estado de Derecho. Fue nefasto para el futuro del país que el primer golpe militar fuera contra el propio Bolívar cuando se destituye al Dr. Francisco Antonio Zea, nombrado por El Libertador vicepresidente de Venezuela y encargado de la Presidencia, al partir a liberar a Bogotá. El delito de Zea era ser civil, pues la casta ya naciente consideraba que solo los militares reunían méritos, ganados en el campo de batalla, para gobernar. Corrían los días de septiembre del año 1819. La corrupción ya había nacido y la educación no era (ni es aún) la prioridad.
Ha transcurrido 208 años desde el nacimiento de la República de Venezuela en 1811, de ellos hemos tenido unos 40 años de democracia y 168 de gobiernos autoritarios o francamente dictatoriales. En esos años de la llamada “cuarta república” vivió sus mejores años de progreso y estabilidad política, a pesar de las intentonas golpistas y de la existencia de algunos focos guerrilleros apoyados desde Cuba. Sus presidentes civiles dieron paso a los gobernantes electos y ninguno exhibió fortunas mal habidas: Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Rafael Caldera, Carlos Andrés Pérez, Luis Herrera Campíns y Jaime Lusinchi.
A pesar del crecimiento de la economía, del aumento de las reservas internacionales, el pago de la deuda externa y el descenso en los índices de inflación, al intentar modernizar el Estado y el aparato productivo para hacerlo menos dependiente del petróleo, se afectaron negativamente los sectores populares, el empresariado parasitario del Estado y el creciente clientelismo de los partidos, entonces distintos sectores de la sociedad despliegaron una campaña sistemática de desprestigio a la democracia y al gobierno, los partidos tradicionales entraron en crisis, en febrero de 1992 Hugo Chávez y otros oficiales dan un golpe de Estado fallido, luego se destituye al presidente Pérez y se inicia el período de deterioro institucional, hace crisis el Estado de Derecho, se amplía la duración del período constitucional del presidente, con reelección inmediata, crece de manera exponencial la corrupción, se instaura el autoritarismo y el militarismo, y todas las advertencias de Bolívar y de ilustres venezolanos se hacen patentes.
Aquí estamos, de nuevo dispuestos a luchar por otro país que destierre los males seculares que nos atan al fracaso. Sin un aprendizaje profundo de nuestro proceso histórico, o no saldremos de esta pesadilla, o saldremos para repetir los mismos errores. Por ello se impone una gran rectificación, de líderes y de pueblo.