GotitasDeMiel
Raul A. CASANOVA-OSTOS*
Hace algunos años se señalaba con mucha vehemencia que la Democracia venezolana se soportaba en tres bastiones: los medios de información, comunicación y orientación de la opinión pública, de la Iglesia cristiana católica y de la Universidad. Pero vemos que el asedio contra estos tres bastiones ha sido devastador.
Al sector universitario en su intento de anarquizar las instituciones se le ha inducido una “apostosis universitaria”. Utilizando un término fisiológico, la universidad venezolana ha sido sometida a esa “apoptosis” (que es, conceptualmente, una «muerte celular programada» y no es otra cosa que una forma de suicidio celular genéticamente definida, que ocurre de manera fisiológica durante la morfogénesis, la renovación tisular y en la regulación del sistema inmunitario) a través de una judicialización, de un cerco y de restricciones presupuestarias. Y este señuelo, como táctica elemental, se ha venido poniendo en práctica sostenidamente desde principios de la década del 2000.
Otro señuelo ha consistido en incitar a la Universidad a enfrascarse en un debate interno sobre sí misma; cuyo resultado será hacerla que se desacredite ante la sociedad y salga anulada como vanguardia crítica de los problemas que asedian el país, y como obstáculo, mediante el ejercicio de su autonomía, interpuesto en el camino hacia la total anulación de la soberanía popular. Además de dividir la comunidad universitaria con organizaciones paralelas de maletín, pero que si tienen el poder de decidir, pues son organizaciones creadas por el mismo gobierno.
Es lamentable ver en las redes sociales que universitarios de buena fe tiendan a ir tras otro de los señuelos que lanza el gobierno. De hacerle creer a usted que los culpables de lo que sucede en la universidad son las autoridades y los profesores. La Universidad, está mal, y así lo admitirían voluntariamente. Quedaría, por consiguiente, mediante esta suerte de confesión, también amañada, afectada su idoneidad como fuente de crítica del gobierno. Reitero que es muy lamentable que universitarios de buena fe terminen dando apariencia honesta, de justa o buena, a una acción indecorosa proveniente del perverso propósito “regenerador” de la Universidad de parte de un gobierno que es insuperablemente su enemigo.
El cambio en sí mismo –el acto de cambiar por cambiar- no sólo es un hecho inútil, sino inclusive peligroso, pero necesario cuando se mira para salvar una institución. Es nuestra función institucional contemplada en los Art. 2 y 4 del Reglamento UNET y considerando a la educación como un servicio público constitucional (Art 102), redimensionar la Universidad desde adentro y no permitir que lo hagan desde afuera.
Es así que, dado el incumplimiento, violatorio de la constitución en su artículo 102 por parte del gobierno venezolano, valientemente el sector estudiantil de la UNET solicito al CU realizar un aporte voluntario para realizar la prosecución académica y así mantener la institución cumpliendo sus objetivos.
Este aporte voluntario será destinado a sufragar los gastos de internet, datos y conectividad de los profesores participantes de la prosecución académica; así mismo, otra proporción será para los gastos de funcionamiento de las actividades programadas dentro de cada lapso académico.
Esto no es violentar la Ley de Universidades ni mucho menos la constitución. Creo que lo que si se está violando flagrantemente de la Ley y de la CRBV son los fundamentos sustanciales de la autonomía académica y administrativa, la libertad de cátedra, la universalidad de la divulgación y de la discusión de las ideas, pues no se está garantizando la supervivencia de las Universidades a través de un presupuesto acorde con las necesidades reales y actualizadas de su personal académico, de sus funcionarios administrativos y obreros, de sus estudiantes, salud, capacitación y de su equipamiento material y académico. Omitir cuestiones como éstas puede conducir a un salto al vacío.
Me señalaba en una oportunidad el ex-rector UNET Dr. Francisco Rad Reched, ante un hecho de invasión de una de nuestras instalaciones que tiene la universidad en comodato, cito: “…la dignidad de la Universidad no se negocia…” pues entendiendo su pensamiento, eso significa, sin duda alguna, que salvaguardar la institucionalidad, en su vocación reivindicadora de la libertad de pensamiento y del ejercicio de la democracia dentro de la autonomía es nuestro deber ineludible….
Retomando el tema fisiológico la “apoptosis” puede ser considerada opuesta a la muerte celular por necrosis, en la que las células son sujetos pasivos irremediablemente abocados a morir. En este sentido, lo distintivo de la apoptosis radica en el control que ejercen las células sobre su propio destino, cuando «deciden» seguir el “camino apoptótico”.
Cualquier reformulación de las instituciones sólo responderá a los intereses genuinos de la sociedad cuando pueda realizarse en condiciones de plena vigencia de la Democracia, y de garantía del ejercicio de la Soberanía Popular en el orden gubernamental y no permitir el “camino apostótico Universitario”.
Es así que la “apoptosis universitaria” puede ser frenada, en equilibrio o estimulada, de tal manera que como sociedad y como universitarios está en nuestras manos permitir que las instituciones puedan sucumbir o renacer.
*Profesor Universitario UNET
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