Las nuevas generaciones de estudiantes y educadores muy poco han oído hablar de Antonio Lino Rivero, el recopilador gráfico histórico más acucioso y meticuloso que ha nacido en nuestra comarca. Sin embargo, su trabajo ha circulado y puede verse en un hermoso dossier con variadas fotografías sobre personajes y sitios históricos de esta parroquia, pensando en aquello que una fotografía dice y expresa más que mil palabras, lleva por nombre «La Puerta, un pueblo», que fue publicado por él, y también ha sido digitalizado.
Hombre de tez morena, alto, delgado, cabello canoso, de interesante y agradable conversación, don Antonio Lino, tiene actualmente 85 años de edad. Conversé con él, a comienzos de este año 2022, en su casa en la avenida Páez de La Puerta, donde generosamente me atendió, sitio de reencuentro con sus vivencias y sueños con las cumbres de su tierra de Bomboyes.
Nació en El Censo, de la hoy Parroquia La Puerta, el 27 de septiembre de 1937. Hijo de doña Leonor Paredes, oriunda de La Puerta y del maestro Martín Rivero, también nacido en El Censo, el creador y primer maestro de lo que llamaban escuela de primeras letras, en dicho caserío. Antonio Lino, cursó estudios en 1944, en una de las primeras escuelas, ubicada en avenida Bolívar, frente al hoy Pastelito de Oro, al lado de la casa de la familia Sulbarán, tiene vivos recuerdos de sus maestras Emma y Edilia Carrasquero. Cuando pasó a estudiar en la Escuela Faure Sabaut, situada en una esquina de la plaza, recibe clases del bachiller Barrios, también del bachiller García y de la maestra Pepita Abreu, hija de don José Rafael Abreu, quien por cierto, regentaba una escuela de primeras letras, en lo que es hoy el Hotel El Padrino.
De sus propias palabras, recordó que en 1949, tenía 11 años, «la situación económica era muy difícil, el pago era pequeña cosa, mi padre decide mudarse con la familia a Maracaibo, en busca de trabajo y mejores condiciones de vida». (Conversación con Antonio Lino Rivero. La Puerta. Enero 2022). Al llegar a esa ciudad, se alojan en una casa de un primo, Camilo Rivero, que se la cedió porque se había divorciado, con la condición que se la desocupara porque tenía en proyecto casarse nuevamente.
Eran seis hermanos. Américo que murió tempranamente; Emma Rosa, José Américo, a este hijo le reiteró este nombre de pila porque era un admirador del coronel Américo Burelli García, caudillo militar nacionalista y emprendedor hombre del desarrollo y de la prosperidad de La Puerta; Carmen Delia, Misael Antonio y él, Antonio Lino Rivero Paredes.
Relató que sus primeros días en Maracaibo fueron de asombro, admirando los ferris, los vehículos, el dinamismo y el sonido bullicioso de aquella ciudad, era algo nuevo para él. Como quería trabajar y ayudar a la familia, se puso a vender café por el centro de la ciudad. Compraba el café hecho en un negocio propiedad de Cesáreo Moreno, en la avenida Libertador; allí en la madrugada, le iba bien y le daba a su mamá para los gastos de la comida. Llegó un momento en que él, ganaba más que su papá. Con lo que la mamá ahorraba y guardaba, pudieron comprar la primera casa.
A los 15 años, era 1952, ingresó a Zulia Motors, como mantenimiento en el área de línea blanca, luego pasó a repuestos, ganando 37,50 bolívares semanales, un buen sueldo, que se lo entregaba a su mamá, ya vivían en el sector Nueva Vía, Maracaibo.
Nunca se ha desprendido de ese cordón umbilical que significa ser nativo de La Puerta, la visitaba y sigue visitando a menudo- En 1957, en una de esas visitas relámpago, estando al frente de la iglesia, lo vio Antonio González, el secretario de la recluta militar, que hacía tiempo le había puesto el ojo, y mandó que lo reclutaran. En el cuartel, le dan un primer regalo, un baño con agua helada. Como tenía estudios de bachillerato y una estatura de 1,76 metros, lo enviaron a hacer curso en Mérida en el Cuartel de Policía Militar, donde se formaba la escolta presidencial. Era el Cuartel Rivas Dávila, sede de la Escuela de Policía Militar.
Testigo del tiempo. Sus vivencias de un Golpe de Estado
El amigo Rivero ha sido testigo de gran parte del siglo XX y de lo que va corriendo del XXI, se ha entrevistado con muchos abuelos y bisabuelos de La Puerta, en busca de la confirmación de sus intuiciones y expectativas históricas, y asimismo, de sus propias experiencias. Pero del baúl de sus recuerdos, tiene especial figuración lo que le ocurrió el 24 de noviembre de 1957, en la mañana lo alistan y lo trasladan en buses, de comisión, sin decir, el destino. Pasan por La Flecha y le pide a su superior, que le permita enviarle un mensaje a su papá que lo va a visitar esos días en el Cuartel, para que no fuera a perder el viaje. Había visto a su paisano César la Cruz, quien tenía allí una venta de repuestos cerca de la bomba de gasolina y le encarga le lleve el mensaje al maestro Martín.
Los trasladaron a Caracas. El 2 de diciembre de 1957 se realizaron las elecciones, un plebiscito montado por el gobierno para mantenerse en el poder. En los días siguientes, los estudiantes de la UCV se alzaron y realizaron protesta de calle. A su grupo de militares, le ordenaron controlar el orden público, con la siguiente instrucción: a los hombres, le dan 3 planazos por el rabo, y a las hembras 1 por las nalgas, guardando cuidado de no irrespetarlas. Antonio Lino, aun cuando estuviera en desacuerdo, aprendió «Lo primero que a uno le enseñan es que el militar ni se ofrece ni se niega a cumplir una orden» (Rivero, Antonio Lino. A cincuenta años de una fecha histórica “23 de enero de 1958”. Impresión Fotostática. Maracaibo. 2008); mandato disciplinario.
Escribió el mismo Antonio Lino, que «A fines de diciembre antes de nochebuena, el general Marcos Pérez Jiménez, visitó el batallón, iba acompañado de sus ministros para dar el saludo de Navidad y Año Nuevo al personal de oficiales y personal de tropa» (Ídem).
El primero de enero de 1958, estando en el Cuartel de La Planta, hubo un alzamiento militar, el del coronel Hugo Trejo. Todo era confuso, cuando escuchan pasar los aviones por los cielos caraqueños, y ordenan dispararle con las ametralladoras punto 50, y a la recíproca, los aviones también respondían los tiros. «En las paredes del cuartel quedaron las huellas del ataque aéreo» (Ídem). Luego del derrocamiento de Pérez Jiménez, lo ascienden a Sargento; le dan la baja el 15 de diciembre de 1959, en el Palacio Blanco de Caracas.
Se reintegró a sus albores en la empresa Zulia Motors, en 1960. Incursionó como vendedor de repuestos de vehículos en la empresa Veneamérica. En 2005 se retiró, tuvo alguna afección de salud y montó su propio negocio.
Antonio Lino se casó el 19 de septiembre de 1964, con Elizabeth Rodríguez de Rivero, zuliana, con quien procreó cuatro hijos varones y dos hembras; la esposa murió el 8 de agosto de 2014.
«Mis historias», para la posteridad
En el año 2007, comenzó a elaborar «Mis historias», así las llama. La primera, tuvo como tema las monedas; luego se puso a escribir sobre la gente mayor de 80 años de nuestra comarca; y como penúltima, «La Puerta, un pueblo», la que concluyó en el 2015. Este dossier está meticulosamente elaborado, cada página tiene su título, y cada fotografía tiene al pie la explicación necesaria, y la fecha en que fue tomada. Es una admirable recopilación fotográfica de imágenes antiguas y nuevas, de personajes, lugares y edificaciones emblemáticas de esta parroquia. Cuenta además, con un trabajo sobre el segundo accidente de aviación en el Páramo de las Siete Lagunas, con muchas imágenes y valiosa información y datos.
Antonio Lino Rivero, es uno de los más diligentes y cuidadosos portenses, que ha sabido valorar de forma sincera y útil a su lar nativo, a su gente, sus costumbres, tradiciones, cultura, sus sitios y monumentos naturales, y su historia. Su trabajo debe ser difundido y permanecer como ejemplo de querencia, identidad y pertenencia, para las nuevas generaciones de esta localidad.