El epicureísmo fue una escuela filosófica basada en las enseñanzas del filósofo griego Epicuro (341-270 A. de C.) y el estoicismo fue otra escuela filosófica que tuvo varios representantes, entre ellos los filósofos romanos Séneca (aprox. 5 A. de C.-65), Epícteto (aprox. 50-130) y Marco Aurelio (121-180). Ambas escuelas procuraban alcanzar la paz mental y aunque diferían en varios aspectos, coincidían en la importancia de vivir el momento presente, desechando las angustias por la vida pasada y los temores ante la vida futura.
Por ejemplo, Epicuro en una de sus ‘Exhortaciones’ dice: “Nacemos una sola vez, pues dos veces no es posible, y no podemos vivir eternamente. Tú, sin embargo, aunque no eres dueño de tu mañana, sometes la dicha a dilación. Pero la vida se consume inútilmente en una espera y cada uno de nosotros muere sin haber gozado de la quietud” (1). Igualmente, el filósofo romano Cicerón (106-43 A. de C.) en su tratado: ‘Del Sumo Bien y del Sumo Mal’, al analizar la escuela epicúrea, dice que las personas insensatas: “no gozan de los bienes presentes, esperan sólo los futuros; y como estos no pueden ser seguros, se consumen entre angustias y temores, y se atormentan todavía más cuando tardíamente comprenden que en vano han anhelado el dinero, el dominio, las riquezas o la gloria. Y así, no consiguen ninguno de los deleites cuya esperanza los inflamaba para sufrir muchos y grandes trabajos” (Libro I, 18, 60-61). Asimismo, el filósofo romano Séneca recomendaba evitar recuerdos ingratos y las angustias por el futuro: “Existen dos cosas que es menester cortar: El temor a lo futuro y la memoria de las molestias pasadas, porque éstas ya no me conciernen y el futuro aún no me concierne” (‘Carta Moral a Lucilio’ número 78). El emperador romano Marco Aurelio también recomendaba algo similar. Así en sus ‘Meditaciones’ dice: “Si tú separas de tu pensamiento […] todo lo que has dicho o hecho en el pasado, todo lo que te mortifica respecto al futuro […] y te dedicas exclusivamente a vivir la vida que estás viviendo, es decir, el presente, tú podrás vivir todo el tiempo que te quede por vivir hasta tu muerte, en calma, con benevolencia y serenidad” (Libro 12, sección 3).
Por otro lado, el notable poeta romano Horacio (65-8 A. de C.) planteaba cosas muy similares. Así, en una de sus ‘Odas’ dice: “¿Por qué, llenos de afán, hacemos tantos proyectos cuando la vida es tan breve? […] Que el alma, gozándose con lo presente, deteste preocuparse por lo que viene más adelante” (Libro II, 16). En otra de sus ‘Odas’ dice: “Mientras estamos hablando, habrá escapado el tiempo. Por lo tanto aprovecha el día y fíate lo menos posible del día que vendrá mañana” (Libro I, 11). La famosa expresión ‘Carpe Diem’ (aprovecha el día) que emplea Horacio en esta Oda, es una invitación a tomar conciencia de la vanidad de muchos de nuestros deseos para el futuro, la presencia permanente de la muerte, la unicidad de la vida, y la unicidad del instante presente. Igualmente, en una de sus cartas Horacio dice: “Cree que cada nuevo día que amanece será el último para ti: Entonces cada hora inesperada te llegará como un delicioso regalo” (2). También podemos citar en otra de sus ‘Odas’: “Dueño de sí mismo y satisfecho vivirá aquel que pueda decir cada día: Yo he vivido…” (Libro III, 29).
Mi apreciación sobre estos pensamientos ya la expresé en mi artículo ‘Goethe Sobre Vivir el momento presente’ publicado en el Diario de los Andes (17/03/2017). Es muy importante aprender a ‘Vivir el presente’ y erradicar pensamientos mortificantes tanto respecto al pasado como respecto al futuro. Pero eso no debe convertirse en un escapismo ante la realidad o una actitud irresponsable de vivir cada día sin prever las consecuencias de lo que hagamos. NOTAS: (1) Pag. 103 en ‘Epicuro Sobre la Felicidad’. Versión castellana de Carlos García Gual. Edit. Debate (2) Pag.225 en Pierre Hadot (1995) ‘Philosophy as a Way of Life’.Blackwell