Destruido, así describió un vecino de la comunidad El Espejo la condición en la que se encuentra el camposanto municipal del mismo nombre, con más de un siglo de existencia en la ciudad de Mérida.
Las cruces, los tubos laterales cromados, las imágenes de los santos y hasta el mármol de las tapas de las tumbas han desaparecido.
Los delincuentes ingresan al Cementerio El Espejo y hacen de las suyas, sin que haya el temor a ser descubiertos por los funcionarios policiales porque, aunque rondan la zona “una que otra vez en el día”, de noche el patrullaje es nulo.
Yorman Gil, habitante de la comunidad, comentó a Diario de Los Andes que la semana pasada hasta la iglesia llegó la acción hamponil. Un hombre fue descubierto cuando huía con los péndulos de bronce del campanario de la Iglesia El Espejo. “La comunidad tuvo que soldarlos para asegurarlos”, narró.
Desidia
La delincuencia mantiene azotados a los vecinos del sector El Espejo, y junto a ello reina la desidia por parte de la Alcaldía de Libertador, ente al que han acudido en varias ocasiones –desde hace ya algunos meses- para que brinde atención a esos espacios pero no ha habido respuesta.
Por ello, los vecinos decidieron realizar una jornada de limpieza en la plaza y el cementerio, todo el día sábado y la mañana del domingo.
En la zona enmontada del espacio público hallaron algunas de las imágenes robadas de las tumbas.
“La delincuencia nos tiene azotados en el sector El Espejo, a tal punto que nos destruyeron el cementerio y ni la Alcaldía ni la Gobernación hacen nada para recuperarlo y brindar protección”.
A decir de los vecinos, desde hace mucho tiempo la puertas del cementerio no tienen candado, permanecen sin seguridad las 24 horas del día.
“Los obreros del camposanto no tienen ni botas ni guantes para hacer los entierros”.
Sin acciones contundentes
Indicaron los habitantes de la comunidad El Espejo que hace tres meses realizaron dos reuniones con funcionarios de Polimérida, el Prefecto y el encargado del cementerio buscando una solución l problema que los agobia, ya que ni los muertos pueden descansar en paz.
Sin embargo, desde entonces, nada ha cambiado; por el contrario, los delincuentes “terminaron de desvalijar el cementerio”.
Siempre que acuden a las autoridades, “los efectivos policiales realizan patrullaje los primeros días y luego no vuelven”.