“Desde Ambato, Ecuador me mandaba mi hija dinero, yo iba a Cúcuta y cobraba en el Western Unión. Ahí recibía pesos, con eso compraba mercado, pero desde la cuarentena ya no es posible. Mi hija quedó sin trabajo porque el almacén donde estaba cerró por la pandemia”.
Como Cenobia Jaimes, enfermera jubilada, millones de venezolanos quedaron sin recibir las remesas mensuales enviadas por familiares que emigraron de Venezuela, lo que hizo que durante la cuarentena se redujeran las posibilidades de consumo en sus hogares, porque sin poder hacer más trabajos con la economía paralizada todo se complicó.
El economista Aldo Contreras, dice a Diario de Los Andes que el promedio de remesas que enviaban los migrantes venezolanos -más de 5 millones de personas- era de unos 100 dólares mensuales, “las casas de cambio están dejando de percibir unos 400 millones de dólares al mes en esta pandemia, debido a que cerraron, lo que equivale a que unos 800 millones de dólares dejaron de ingresar a la economía de Venezuela durante la cuarentena”.
Ese recorte en las remesas deja a Cenobia Jaimes y a más de 4 millones de venezolano solo con los ingresos internos que perciben en Venezuela, que en el caso de la enfermera jubilada, son el equivalente a 2 dólares al mes por pensión.
Dos millones de hogares recibían remesas
Previo a la pandemia un 35 % de la población venezolana recibía remesas de sus familiares en el exterior, lo que equivalía a unos dos millones de hogares, según informe publicado por el centro de estudios políticos con sede en Washington, Diálogo Interamericano.
Cierre de casas de cambio en Cúcuta afecta envío de remesas a venezolanos
“Lo que me llegaba por remesa se limitaba a la compra de comida que es en lo que uno gasta, en más nada, porque mi hija tampoco podía enviar mucho y tiene sus gastos en Ecuador, ahora sin trabajo es muy difícil. Ella tenía algo ahorrado y se mudó con su hija y el esposo de ella para reducir gastos, reciben un aporte mensual por la cuarentena porque están legales en ese país”, dijo Jaimes, quien espera que todo pase porque vive preocupada también por su familia en el exterior.En el año 2019 los venezolanos residentes en el exterior enviaron un promedio de 3.500 millones de dólares a sus familiares y amigos en el país, señala la firma venezolana Ecoanalítica, la cual calculaba -sin prever la pandemia- que el monto de ingresos por esa vía subiría en 2020, al menos 500 millones más.
Mientras en Cúcuta, Colombia, se aprecian las casas de cambio cerradas. Atrás quedaron las colas inmensas que sometían al venezolano a permanecer un día completo en espera para poder hacer efectivo su cobro de dinero. Estas empresas debieron cerrar porque el paso fronterizo sigue clausurado tras las medidas para evitar el corona virus.
Se las ingeniaron para seguir con remesas
De acuerdo al economista Aldo Contreras un 20% de las remesas siguen llegando a muchos hogares venezolanos, sólo que no a través de las casas de cambio de Cúcuta como lo gestionaba un 90 por ciento de la población tachirense que recibía el aporte.
Las casas de cambio proliferaban en Cúcuta, urbe con mayor cantidad de estas oficinas de toda Colombia, según el Dane (Departamento Administrativo Nacional de Estadística) que indica que la cantidad de casas de cambio en la fronteriza ciudad superan a Bogotá y Cartagena, zonas con alta presencia de turistas.
En Cúcuta contabilizaban 263 firmas dedicadas al negocio en 2019, según el Dane había una casa de cambio por cada 2.852 personas en esa ciudad, pero con el cierre de frontera las puertas de estos establecimientos están cerradas.
En Colombia las casas de cambio están autorizadas para hacer remesas, recibir giros y transferencias, por lo que su flujo de divisas proviene en gran parte de fuentes internacionales.
Desde muchos puntos de Venezuela llegaban a Cúcuta a cobrar una remesa. Entre 47 a 50 mil venezolanos cruzaron en enero al país vecino según Migración Colombia, y un alto porcentaje lo hacían para retirar su encomienda de dinero y comprar mercado o cualquier otro producto que en Colombia salía más económico, o simplemente existía, como medicinas.
“En estos dos meses de cierre de frontera se estima que ha entrado solo un 20 por ciento de las remesas que venían llegando hacia la economía venezolana. Ya no ingresan por casas de cambio de Cúcuta, lo hacen en bolívares por transferencia o utilizando las principales plataformas como Bank of América o la Zelle, también en transferencia, mecanismo que se ponen de moda en los últimos días como alternativas”, explica el economista Contreras.
Desde Estados Unidos le depositan a Migdalia Becerra y cuenta con la suerte que su hijo no ha dejado de trabajar y puede seguir pasándole 150 dólares mensuales, sólo que ya no lo hace por la empresa de cambios de Cúcuta.
“Un amigo de aquí recibe los dólares en su cuenta de Bofa (Bank of America) y él me da en efectivo los dólares y como vive cerca de mi casa solo voy y los busco, puedo comprar en el supermercado mi comida con eso con mayor tranquilidad, porque en Cúcuta me tocaba muy fuerte, había días que no me daba chance ni de comprar nada porque había mucha cola en la Western y a uno siempre lo trataban mal allá, como si estuviera pidiendo y eso que a ellos les quedaba una ganancia como de 4 dólares por cada remesa que hacia mi hijo”.
Marlon Valderrama, un venezolano en Perú, tampoco ha dejado de enviar el dinero a sus dos pequeños hijos que viven en Caracas, ellos nunca usaron las casas de cambio colombianas para tomar el aporte, lo hacen por encomiendas que llegan en bolívares a una cuenta venezolana.
Explica que le envía 30 dólares semanales a sus hijos, “yo se los paso a una persona aquí en Lima, ella trabaja con bicoits y siempre tiene disponibilidad y transfiere bolívares a mis hijos”.
Valderrama explica que en Perú las cosas se pusieron muy difíciles para los venezolanos, porque un gran número de sus paisanos estaban dedicados al comercio informal y con la cuarentena no pudieron salir a vender sus productos, como consecuencia dejaron de enviar dinero a sus familias en Venezuela.
“Yo sigo enviando la remesa porque me he podido mantener debido a que mi trabajo consiste en negocios digitales, inversiones en el mercado de las divisas y plataformas tecnológicas. Uno aprende a golpes y migre a ese oficio, pero la situación de la pandemia ha llevado a muchos a darnos cuenta que los empleos convencionales no son seguros como pensábamos y lo digital es lo que marca la pauta y quien no evoluciona desaparece”.
“Nos crucifican en Táchira”
Liboria Martínez, de 32 años de edad y de oficio peluquera, tampoco está recibiendo remesas de su esposo desde hace más de dos meses, la cuarentena les afectó, se quedaron sin empleo.
“Yo antes vivía un poco tranquila porque mi esposo me enviaba 100 o más dólares mensuales desde Perú, pero no ha podido enviarme más dinero. A él le dijeron que aceptara la mitad del salario que ganaba o de lo contrario saldría despedido. Y ante muy pocas opciones de trabajo en Lima prefirió aceptar medio sueldo, pero lo que gana solo le alcanza para pagar una habitación y comer escasamente, ya no para mandarme dinero. Si yo tuviera más bien le mandaría, al menos yo no pago alquiler”.
Liboria Martínez también perdió su trabajo en San Cristóbal, la dueña de la pequeña peluquería donde laboraba no abrió más por la cuarentena y ahora que empezó a trabajar, atiende sola a las clientas, no la convocó.
“Me puse a vender helados en la casa a mil y mil 500 pesos, los hago muy buenos y vendía bastante, me daban para ayudarme en la comida, además empecé a limpiar una casa de una amiga que está enferma, sólo voy una vez a la semana y me paga pesos, lo hice al quedarme sin remesas”.
Pero el emprendimiento que solventaba a Martínez va muy mal: “Nos quitan la electricidad 12 a 16 horas diarias aquí en la zona de La Concordia donde vivo, hay días que no puedo vender helados porque se descongelan. Es que no nos dejan opción en Táchira, no nos dejan hacer nada, nos crucifican y las remesas nos hacen falta porque aunque uno quiere trabajar nos bloquean todo aqui”, indicó.
Judith Valderrama
Fotos: Ronny Oliveros