No es fácil comenzar un año nuevo. Lo desconocido inquieta, no sabemos lo que nos traerá. Sobre todo en estos tiempos de incertidumbre, relativismo ético y postverdad en el que las dudas, los problemas y la zozobra tratan de sembrarnos desesperanza, resignación y miedo. El 2025 se nos presenta como un año extremadamente difícil, pero por ello mismo debemos empezarlo con ilusión, esperanza y entusiasmo, seguros de que este año puede y debe ser un año para cultivar y profundizar la reconciliación y el reencuentro, recuperar la democracias, empezar la reconstrucción de Venezuela y dejar en el viejo año ya pasado las ofensas, los odios, el egoísmo, la persecución, la violencia, la mentira y la desconfianza. No puede ser que los buenos deseos del abrazo de fin de año, sean meras formulas huecas, un ritual rutinario que se repite año tras año, sin verdadero compromiso de trabajar para que sea en verdad un año nuevo y bueno para todos, un año de crecimiento, libertad, prosperidad y vida.
Debemos atrevernos a vivir de un modo distinto y más auténtico el Año Nuevo, sacudiéndonos de fórmulas y rutinas. Pero, para ello, hace falta valor. El valor de atrevernos a planificar la propia vida, lo que exige hacernos una serie de preguntas fundamentales y responderlas con sinceridad y coraje: ¿Cómo me propongo vivir este año?¿Qué actitudes de mi conducta ocasionan daño a otros y, en consecuencia, debo corregir? Mis pensamientos, palabras y acciones, ¿contribuyen a sacar a Venezuela de la crisis o más bien la mantienen y agudizan? ¿A qué voy a dedicar mis energías y esfuerzos? ¿Ello me va a hacer más libre y más feliz y va a contribuir al bienestar de los demás y a recuperar la democracia? ¿Qué estoy dispuesto a hacer por Venezuela? ¿A qué me comprometo?
Los seres humanos somos los únicos que podemos decidir cómo ser. Nos dieron la vida, pero no nos la dieron hecha. En nuestras manos está la posibilidad de malgastarla o de vivirla a plenitud. Podemos ser agresivos o amables, violentos o pacificadores, destruir las vidas de otros o vivir para dar vida. Podemos aprovechar la crisis para enriquecernos groseramente o para trabajar por gestar una Venezuela reconciliada y justa, donde todos nos sintamos conciudadanos y hermanos y la escasez, el odio, la persecución, las penurias y la violencia vayan quedando como recuerdos dolorosos de un pasado superado. Podemos vivir amargados y amargando a los demás, quejándonos todo el tiempo o comprometidos y entregados a gestar la nueva Venezuela. Podemos pensar que no hay nada que hacer y por ello planificar nuestra salida del país, o pensar que ha llegado el momento de su reconstrucción y dedicar nuestras energías a crear la nueva Venezuela. Solos no podemos reconstruir el país, pero podemos hacer que en nuestra familia, en nuestro trabajo, en nuestra comunidad, haya más unión, más responsabilidad, más esperanza, más solidaridad, más compromiso; y si todos nos esforzáramos por cambiar nuestros pequeños mundos, Venezuela y el mundo cambiarían.
Año Nuevo, ¿Vida Nueva, Venezuela Nueva? De ti depende. Para ello, el deseo tiene que ser algo más que una frase hueca y convertirse en compromiso, el único compromiso que en realidad merece la pena. Este año que comienza será nuevo si te atreves a levantar de tu egoísmo y empiezas a preocuparte y ocuparte por el bienestar de los demás, si te propones edificar tu conducta sobre los cimientos sólidos de la honradez y la honestidad, si te esfuerzas por desterrar la agresividad y la violencia, y te comprometes a trabajar por la verdad, la justicia y la paz.
Ha llegado la hora de que nos empeñemos en crear una conciencia colectiva de la necesidad de andar otros caminos y trabajar con esfuerzo y tenacidad por una Venezuela justa y plural mediante la “no violencia” activa. No podemos dejar nuestro futuro en manos de los violentos y egoístas, no podemos renunciar a la esperanza activa y militante que trabaja por construir un país próspero y fraternal.
Año Nuevo, ¿Vida nueva? ¿Venezuela Nueva? De ti, de nosotros, depende.
@antonioperezesclarin
www.antonioperezesclarin.com
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