Dentro de pocos días despediremos el año 2018, dándole la bienvenida al 2019. Me parece que es un momento ideal para reflexionar acerca de nuestro futuro y el de nuestro país: Este nuevo año debe ser, Dios mediante, el espacio de reencuentro con los principios morales y valores éticos, así como también de la recuperación definitiva de la libertad plena para Venezuela. Debemos situarnos en un plano que nos permita ser capaces de superar algunos resabios atávicos que todavía persisten en nuestra sociedad: el medalaganismo; el cuanto hay pa eso; el ponme donde “haiga”; el fiao y dao con lo que pueda la burra; a pernil regalao no se le mira la grasa y tantos otros. Esos antivalores deberían ser sustituidos por: el trabajo creativo, el emprendimiento, la honestidad, el respeto a lo ajeno y a los valores cristianos.
Debemos proponernos superar la cultura de la descalificación o la complicidad, ya que, si alguien es bueno, lo es, aunque sea nuestro peor enemigo, así mismo, si es malo, es malo aunque sea nuestro hermano y no debemos ocultarlo. La cultura de la connivencia ha permitido el florecimiento y actuación de una casta de dirigentes cohabitadores con el régimen o con grupos económicos cercanos a él, lo cual, en mi criterio, ha permitido que esta pesadilla se prolongue por casi dos décadas. Hace un tiempo, una persona a quien aprecio, me increpó con la siguiente frase: Yo sé que son corruptos pero no digas nada porque son opositores y si eso se hace público contribuye a fortalecer al régimen. Actitudes como esta en nada ayudan para el restablecimiento de la democracia.
Los cohabitadores, mentirosos, corruptos, politiqueros caza renta y elecciones, no deben tener cabida en la Venezuela por venir. Esta nueva realidad, debería ser el ámbito para la inclusión, el respeto, la superación de la pobreza, el rescate de la producción y en esencia, para identificar el entronque donde extraviamos el camino del progreso que llevó a la ONU a pronosticar, hace ya unos cuantos años, que Venezuela sería el primer país de Latinoamérica en abordar la autopista del desarrollo. Esos falsos liderazgos debemos confinarlos con los jarrones chinos, en tanto, nosotros sufrimos los dolores de parto para parir los nuevos dirigentes que tendrán la responsabilidad de conducir eficientemente los destinos de ese país emergente.
Dejo hasta allí mis críticas reflexiones mundanas para pasar a otras más profundas y espirituales: La proximidad de la Nochevieja es un momento propicio y especial para agradecer al Buen Pastor con cualquier oración, como esta que les presento a continuación: “Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro. Al terminar este año 2018 quiero darte gracias por todo aquello que recibí de TI. Gracias por la vida y el amor, por las flores, el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto fue posible y por lo que no pudo serlo. Te ofrezco cuanto hice en este año, el trabajo que pude realizar y las cosas que pasaron por mis manos y lo que con ellas pude construir”.
“Te presento a las personas que a lo largo de estos meses amé, las amistades nuevas y los antiguos amores, los más cercanos a mí y los que están más lejos, los que me dieron su mano y aquellos a los que pude ayudar, con los que compartí la vida, el trabajo, el dolor y la alegría. Pero también, Señor, hoy quiero pedirte perdón, perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado, por la palabra inútil y el amor desperdiciado. Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho, y perdón por vivir sin entusiasmo”.
“También te pido perdón por la oración que poco a poco fui aplazando y que hasta ahora vengo a presentarte. Por todos mis olvidos, descuidos y silencios. En los próximos días iniciaremos un nuevo año y detengo mi vida ante el nuevo calendario aun sin estrenar y te presento estos días que sólo TÚ sabes si llegaré a vivir. Padre Santo, hoy te pido para mí, los míos, los que conducen los destinos de nuestro país y para Venezuela entera: la paz y la alegría; la fuerza y la prudencia; la claridad y la sabiduría.
“Señor quiero vivir cada día del 2019 con optimismo y bondad llevando a todas partes un corazón lleno de comprensión y paz. Cierra mis oídos a toda falsedad y mis labios a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes. Permíteme vivir en el mundo de la justicia y la verdad, apártame de la mentira y de la cobardía. Abre en cambio mi ser a todo lo que es bueno, que mi espíritu se llene solo de bendiciones y las derrame a mi paso”. Con esta sentida oración, en nombre de mi familia, del Movimiento político que coordino y en el mío propio, quiero desearle a mis gentiles lectores: Feliz Año Nuevo.
Coordinador Nacional del Movimiento Político GENTE