El poeta Luis Alberto Angulo nos dio la inesperada noticia. Sin lugar a dudas, nos sorprendió que la poetisa de estas comarcas se nos haya ido al ámbito de lo indecible. Jamás creí que la hermosa musa de nuestra poesía nos dejaría en la más indeseable orfandad. Hoy tributamos la orfebrería verbal que nos legó para darle sentido a nuestra vida. Amiga a carta cabal, presencia terrena que nos iluminaba con su enfática voz en su casona de Jajó o en esta ciudad de Trujillo donde nos reuníamos para venerar el tránsito de nuestros antepasados. De uno de sus poemarios, Música con Pie de Salmo, tengo una impagable deuda; encontré en él un diálogo inquebrantable con lo que humildemente he escrito hasta el momento. Me reafirmó que la función del poeta consiste en purificar el lenguaje; de allí que el decir poético expresa lo indecible”. En ese ineludible libro “El poema es orfebrería del habla”, en él se disputan varias voces, se reconcilian y debaten; el poema, en síntesis, es cifra, relieve de signos, el texto más que un tejido de palabras configura una caligrafía de la imaginación. Nada nos es extraño; la poetisa toca los ecos de la casa, arde en la ira del padre y en los agrios rencores que flotan en todos sus espacios. En ellos encontré la morada de mi infancia, las ánimas familiares, las tinieblas clarísimas de aquellos patios donde el cielo y la tierra se reconcilian y combaten. Música con Pie de Salmo ocupa un espacio inagotable en mi existencia, así como el recuerdo que llevaré hasta el final de la eterna amiga, la musa de nuestra poesía, que “No ha muerto/ cambió de ruta el tiempo/ que pasaba a su lado” (Eugenio Montejo).