Ana Enriqueta Terán, la exquisitez de la poesía | Por: Ramón Rivas Sáez

Valera  bicentenaria  -9-              

Por Ramón Rivas Sáez

Tan deslumbrante como su poesía, Ana Enriqueta Terán,- Valera, -1918-Valencia 2017- fue la autora de una obra poética que rinde justo homenaje al  idioma castellano; trasciende los estrechos linderos hispanoamericanos para hacerse universal.

Su formación literaria la inicia con su madre, Rosa Madrid, en la hacienda Santa Helena donde nació en Valera, sorbiendo del siglo de oro español a Garcilaso de la Vega, Luis de Góngora y San Juan de la Cruz, sus maestros poetas que le sirven de apoyatura para urdir una obra poética que recrea e ilumina lo mejor de la poesía castellana de los siglos XVI y XVII.

AET fue de una belleza tal  que enamoró a toda una generación, al decir del poeta Antonio Pérez Carmona, muy cercano a su hermano, Luis Daniel Terán; gran sonetista, su poesía fue admirada no solo en Venezuela, pues, poetas tan notables como Juana de Ibarbouro, Delmira Agustina y Victoria Regia, elogiaron su trabajo y aportes a la poesía americana.

La fiesta del lenguaje que emerge de Ana Enriqueta; luz que crece en sus manos, que hilvana y teje con la transparencia que otorga el rigor de una labor amorosa, asciende en el  ara de  una poesía irrepetible, única que brilla en el castellano gongorino, con matices además de Garcilaso y San Juan  de la Cruz, la triada de la alberca que alimenta su personalidad poética.

Ella sorbe asimismo de las aguas de los ríos Momboy,  Motatán,  Burate,  Jiménez. Chama, Manzanares,  Neverí,  Cabriales,  Apure,  Plata y  Paraná, torrentes que le conceden la fuerza y el donaire necesario  en la pulitura del lenguaje poético que, que conforma sus señas de identidad;  una poetisa  que borda en  límpidos pasos,  el amoroso placer de nombrar e identificar  la belleza del entorno, de la naturaleza que le rodea, con la elegancia de un trabajo creador  inusitado.

El poder de indagar en el enigma;  vivir la vida en la plenitud de las imágenes sorprendentes que aprehende, permite adentrarnos en las múltiples vertientes que ofrece su obra que,   sin duda alguna es de goce y disfrute del lector.

Obra poética:  Al norte de la sangre, 1946;  Presencia terrena, 1949;  Verdor secreto, 1949;  De bosque a bosque, 1970;  El libro de los oficios, 1975; El libro de Jajó, 1980;  casa de hablas, 1991;  Albatros, 1992;  música con pie de salmo, 1995 y Antología poética, 2005.

En 1989 recibió el Premio Nacional de Literatura y ese mismo año, el doctorado Honoris Causa de la Universidad de Carabobo.

En su comarca, el viejo teatro Valera, fue bautizado con el nombre de Teatro Ana Enriqueta Terán, desafortunadamente hoy en ruinas.

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