Dos veces campeón del mundo y máximo goleador de la liga brasileña, Pelé se encumbraba hacia la gloria. Sin embargo, sus adversarios atribuían sus goles “a la magia negra”. Debió soportar todo tipo de ataques, de ofensas y de agresiones, tanto de sus rivales en la cancha como de los árbitros que le tenían ojeriza por su éxito. En 1962 fue expulsado injustamente de varios partidos y estuvo a punto de abandonarlo todo, quejándose del “juego sucio” contra él. Su exigente agenda de todo el año con el Santos no le permitía rendir al máximo con la Selección Nacional. Su fatiga era evidente y apenas rendía al cincuenta por ciento de su capacidad. A pesar de ello, vencieron a la República Árabe Unida en El Cairo, a Argentina en Río de Janeiro, a Alemania en Hamburgo y a Francia en París con tres goles del propio Pelé. También cayeron ante Italia y el rostro de “la perla negra” evidenciaba más que agotamiento.
En enero de 1964 se anunció que Pelé sería portada de la revista Life en su edición en español. Ya el jugador tenía secretario privado, un gordo español llamado “Pepe” y acercarse a él constituía una labor enjundiosa. De nuevo en la cancha, debió asumir hasta la responsabilidad de ser portero por tres minutos, ante la expulsión de Gilmar en un encuentro entre el Santos y el Gremio de Porto Alegre, batiéndose en el suelo para mantener el resultado vencedor de 4 a 3, defendiendo “con las manos la victoria obtenida con los pies”. No dejó de ser agredido en el terreno y en un internacional ante Argentina fue anulado por ésta, triunfando la albiceleste 3 a 0 en Sao Paulo. Al demostrarse que era único y que era la presa a dominar, las falencias de la selección fueron abriéndose. En julio del 64, se avizoraba el derrumbe de la oncena carioca con la salida de varias de sus figuras. En un partido del Santos, Pelé botó un penalti, a la vez que sumaba 658 en su carrera de ocho años, siendo el máximo artillero. Con 25 años de edad, en 1965 blindaba su fortuna al ser propietario de varias casas y departamentos en Baurú y Sao Paulo, además de participar como socio en la empresa Sanitaria Santista Limitada. No fumaba, no bebía y seguía siendo cercano a su familia, a sus padres y hermanos, quienes seguían llamándolo Dico, como en los tiempos de niño cuando enviaba a lo alto las latas vacías que producían el ruido que hizo decir a su madre, según referencias, que detuviera “ese terrible pele-pele” que no la dejaba tranquila. A Caracas llegó luciendo un fino bigote en febrero de 1965 para un encuentro entre el Santos y el Deportivo Galicia, haciendo el actor mexicano “Cantinflas” el saque inicial. Pelé cumplió su tarea metiéndole tres goles a los españoles. Empezó a salir en público con Rosemary Cholby y se anunció su noviazgo a finales de marzo de este 65. Algunas imágenes lo mostraban con la veinteañera maestra de escuela orando en un templo católico.
Las primeras noticias de 1966 anunciaban que Pelé se había comprometido con Rosemary. Pensaban contraer matrimonio luego del Mundial de Inglaterra en el que Brasil defendería su bicampeonato. Sin embargo, el astro decidió adelantar la fecha y su apoderado personal notificaría los detalles de la boda. Se casaron en Santos, el 21 de febrero, en una ceremonia sencilla y privadísima oficiada en casa del novio por un capuchino amigo de la pareja. Expresó el religioso que “el Rey negro y rico, que ha escogido a una Reina plebeya y pobre, ha dado una vez más la prueba de que la amaba”. De inmediato salieron hacia el aeropuerto para marchar hasta Alemania. La luna de miel se inició en Frankfurt, en los predios del industrial germano Roland Endler, expresidente del Bayern Munich quien financió el viaje por Europa como regalo. Fueron a Munich y pasaron a Salzburgo en Austria. El 8 de marzo, en audiencia privada, el papa Paulo VI los recibió en el Vaticano. El 16 regresaron a Brasil, pues el Santos perdedor requería de su ayuda. En septiembre se esperaba la llegada del heredero. A finales de octubre, Pelé jugó en Baurú dominando al equipo local 4 a 1 y dijo a los periodistas que le gustaría ser padre de una “menina”, insistiendo que era “católico creyente”.
El Mundial los esperaba en Londres y previo al encuentro Brasil venció al Atlético de Madrid 5 a 3 en la capital hispana, pero en la capital inglesa empataron a un tanto con Escocia, diciendo la prensa que la actuación de Pelé había sido “un fiasco”. Inaugurado el campeonato el 11 de julio de 1966, Brasil integró el Grupo 3 con Hungría, Portugal y Bulgaria. En Liverpool vencieron dos a cero a Bulgaria, pero el afamado deportista se lesionó su rodilla, siendo el blanco de los más bruscos ataques contra su físico. Hungría los derrotó 3 a 1 y Portugal los dominó por igual resultado. Brasil cayó vergonzosamente, surgiendo la figura del portugués Eusebio, quien fue el goleador de ese encuentro que conquistó Inglaterra cuando ganó a los alemanes federales. Entretanto los compromisos internacionales proseguían y el brasileño le apostaba a Nueva York. El 21 de agosto el Santos se enfrentó al Benfica de Lisboa con Eusebio, su máxima figura, quien “cayó de rodillas ante Pelé”, como expresó la prensa carioca, cumpliéndose una “venganza” ante lo acaecido en el Mundial.
Pelé disfrutaba estar en el estadio, pero tenía fijada su mente en su esposa y en su descendiente. La hija de Pelé y Rosemary nació el 13 de enero de 1967 en Santos. Apenas Kelly Cristina vino al mundo, su padre tuvo tiempo para la fotografía y debió partir para emprender una gira de 47 días entre América Latina y Estados Unidos. Las obligaciones agotaban su agenda deportiva alejándolo de su hogar. Manifestó en una ocasión que “el problema no son los partidos, sino los viajes. No puedo recordar cuándo pasé la última semana entera con mi familia”. Se convertía en esclavo de su propia figura, de su propia fama.
Luis Hernández Contreras
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