Barcelona, 31 may (EFE).- Fernando Alonso (Aston Martin) buscará el próximo fin de semana su victoria 33 en la Fórmula Uno en el Gran Premio de España, ante su afición y en el circuito de Montmeló (Barcelona). El escenario de su trigésimo segundo y hasta ahora último triunfo en la categoría reina -hace ya más de diez años-; coincidiendo, además, con la trigésima tercera vez que la prueba se dispute en el Circuit de Catalunya.
El doble campeón del mundo asturiano, en una segunda juventud a los 41 años y tercero en el Mundial; se ha convertido en la gran sensación del arranque de una temporada en la que -con cinco podios en las primeras seis carreras- es el único que le ha hecho frente a los muy dominantes Red Bull. Escudería para la que el neerlandés Max Verstappen lidera el campeonato con 144 puntos, 39 más que su compañero, el mexicano Sergio Pérez; y con 51 de ventaja sobre él.
Con un coche que el año pasado era el séptimo en parrilla y que ha dado el espectacular avance gracias a la importante inversión cuyo broche de oro fue el fichaje del astro astur -convertido en auténtico buque insignia de la escudería de Lawrence Stroll, el padre de su nuevo compañero, el canadiense Lance Stroll-, Alonso arrancó la temporada con tres podios seguidos: al concluir tercero en Baréin, Arabia Saudí y Australia.
Firmó su ‘peor’ resultado del año al acabar cuarto en Azerbaiyán, a sólo un segundo del podio de Baku; y volvió a concluir tercero en Miami (EEUU). Y, después de la suspensión -a causa de las inundaciones que provocaron una auténtica tragedia humana- del Gran Premio de la Emilia-Romagna, en Imola (Italia), volvió a asombrar al mundo el pasado domingo al concluir segundo en Mónaco; donde Verstappen logró su cuarta victoria de un curso en el que su colega ‘Checo’ se anotó las otras dos.
El salto cualitativo dado en las calles del bello principado de la Costa Azul le acerca aún más a la 33: la cifra que desde hace meses marca tendencia en la F1, en referencia a la que sería la próxima victoria del nuevo líder de Aston Martin. Un triunfo que podría llegar este mismo domingo, ante su propio público; que también animará a su compatriota Carlos Sainz (Ferrari), sexto en el certamen y que no ha tenido el arranque de temporada deseado; pero que no renunciará a lograr en Montmeló, como mínimo, su primer podio del curso.
El Gran Premio de España, que se disputará por quincuagésima segunda vez, debutó en el Mundial de F1 en 1951 -en Pedralbes, asimismo en Barcelona-; y, después de disputarse en distintas sedes, desde 1991 tiene fijada la misma en Montmeló; que alcanza, casualmente, su edición número 33. Aliciente añadido a tener en cuenta este fin de semana.
La historia de amor entre Alonso -con dos victorias y seis podios en la pista catalana- y el Circuit viene de lejos. Porque Fernando debutó en la F1 en 2001.
Y ese año ya acabó decimotercero, con el peor coche de la parrilla, una carrera que ganó el alemán Michael Schumacher -convaleciente aún del grave accidente de esquí que sufrió en los Alpes franceses en 2013-, que comparte plusmarca de triunfos en España (seis) con el inglés Lewis Hamilton (Mercedes). Al igual que él, séptuple campeón mundial.
Tras pasar un año como probador, en cuanto en 2003 le dieron el volante del Renault, Alonso empezó a marcar hitos en la categoría reina. Y tras firmar la ‘pole’ y el podio más joven de la historia en Malasia; repetir tercer puesto en Brasil -de donde salió accidentado y en camilla-; y ser sexto en Imola, logró en Barcelona una segunda plaza que en esos momentos era su mejor resultado. Desatando la locura del público, que abarrotó unas gradas en las que, por primera vez, aparte de ‘senyeras’ y banderas españolas, abundaron las ya habituales enseñas con la Cruz de la Victoria sobre fondo azul: las de su Asturias natal.
Fernando -que ese año acabaría logrando su primer triunfo, en el Hungaroring, en las afueras de Budapest- sólo se vio superado ese día por Schumacher; que había salido desde la ‘pole’ y que al año siguiente logró su sexto triunfo en Montmeló, en una prueba en la que el ovetense fue cuarto.
En 2005, el año de su primer título, Alonso llegó líder a Cataluña, tras ganar tres de las cuatro primeras carreras. Y salió con el liderato reforzado, tras acabar segundo, por detrás del finlandés Kimi Raikkonen.
Después de arrebatarle el récord al brasileño Emerson Fittipaldi y convertirse ese curso -con 24 años- en el entonces más joven campeón del mundo, el genial piloto asturiano revalidó título en 2006: el año en el que obtuvo su primera victoria en Montmeló. Firmó la ‘pole’ y logró ese día su tercer triunfo en una temporada en la que igualaría los siete de la anterior.
En 2007, ya en McLaren, volvió a subir al podio; en una carrera que ganó el brasileño Felipe Massa por delante del debutante Hamilton: su compañero, esa temporada. Nefastamente gestionada por los responsables de la escudería de Woking; y que acabó como el rosario de la aurora.
Su regreso a Renault se saldó, en Montmeló, con una retirada, en 2008; y un quinto puesto, al año siguiente. Y en su primera campaña, con Ferrari, en 2020, fue segundo -por detrás del australiano Mark Webber-. Un puesto que, después de acabar quinto un curso más tarde, repitió en 2012: el día que el venezolano Pastor Maldonado logró, con un Williams, su única victoria en la F1.
El 12 de mayo de 2013 -es decir, hace algo más de diez años ya- logró, en el circuito barcelonés, la que hasta la fecha es su última victoria en la Fórmula Uno. La 32. Rompiendo otro molde: al ganar saliendo desde la quinta plaza.
«Hay que ser optimistas y pensar en el triunfo», había comentado a Efe la jornada anterior, después de la calificación, Fernando; antes de capturar un nuevo triunfo, que festejó acompañado en el podio por Raikkonen y por Massa, su entonces compañero en Ferrari. Con la que acabó sexto en 2014.
En el periplo ominoso en el que derivó su segunda etapa en McLaren -entre 2015 y 2018- su mejor resultado en el Circuit fue un octavo, la temporada en la que decidió pronunciar el ‘hasta luego’ a la categoría reina. Para irse a ganar el Mundial de Resistencia (WEC) y lograr, entre otras victorias, las que repitió, durante la Super-Temporada 2018-19, en las 24 Horas de Le Mans (Francia) y en las Seis Horas de Spa-Francorchamps (Bélgica). Antes de probar -asimismo con Toyota y causando muy grata impresión- en el Rally Dakar de 2020.
Regresó a la F1 en 2021 y ese año explicó, en una entrevista con EFE que tuvo lugar en el Red Bull Ring de Spielberg (Austria), que en la división del honor del automovilismo «lo importante no es la edad, sino el cronómetro». Algo que algunos se atrevieron a cuestionar; pero que el catedrático de Oviedo no paró de confirmar, optimizando recursos en cada una de sus puestas en escena.
A pesar de ello, con Alpine acabó decimoséptimo, ese año; y noveno, el pasado, en las afueras de la Ciudad Condal.
Pero este año Alonso ha recuperado su sonrisa, cada vez más brillante, en un equipo que no sólo le ofrece respetos, sino que lo adora; y con un coche que le garantiza, al menos, podios. Con el que el siguiente paso a dar es la victoria. La 33. Que puede llegar en el sitio de la 32. Que celebra este fin de semana su edición 33.
Aunque el principal problema para la tan ansiada ’33’ es, precisamente, el ’33’: el que lleva, en su casi invencible monoplaza, Verstappen. De 25 años. Que en Mónaco logró su trigésima novena victoria en la F1. Y que en Montmeló tiene intención de cantar las cuarenta.
Adrian R. Huber