Ernesto Rodríguez (ernestorodri49@gmail.com)
La palabra ‘misantropía’ proviene del griego y significa “aversión a la humanidad”…El tema de la misantropía ha sido reiteradamente considerado en diversas obras de la literatura.
Podemos comenzar con la tragedia: ‘Timón de Atenas” (aprox. 1607) de William Shakespeare (1564-1616). En esta obra Timón financia generosamente las artes y continuamente organiza banquetes para sus amigos. Uno de sus conocidos llamado Apemanto, tiene una actitud desconfiada y cínica ante la vida y el ser humano, y siempre alerta a Timón respecto a esos supuestos amigos, pues considera que sólo le tratan por interés y que el día que confronte dificultades entonces nadie le ayudará. Efectivamente, en la obra Timón cae en la penuria económica y comprueba con gran decepción que Apemanto tenía razón, pues ninguno de aquellos supuestos amigos le quiere seguir tratando.
Shakespeare se basó para esta tragedia en el capítulo titulado: ‘Vida de Marco Antonio’ de la obra: ‘Vidas Paralelas’ del conocido biógrafo griego Plutarco de Queronea (aprox. 46-120). En dicho capítulo, Plutarco hace referencia a un misántropo ateniense llamado Timón que vivió en el siglo 5 A.C., y que en su tumba en Halae tenía el siguiente epitafio: “Aquí yazgo, terminada mi vida de miseria. No pregunten mi nombre, yo los maldigo a todos ustedes”.
Otra obra muy conocida en la que se trata la misantropía es la comedia: ‘El Misántropo’ (1666) del autor francés Moliere (1622-1673). La obra se centra en Alcestes, que ha jurado hablar y actuar con absoluta honestidad, y no plegarse a las convenciones de una sociedad hipócrita y falsa. Alcestes es pretendido por Arsinoé y rechaza a la sincera Eliante, pues Alcestes en realidad se enamora de Célimene, que tiene una lengua viperina, es intrigante, y muy coqueta con todos los hombres. Es decir, Célimene es el prototipo de todo lo que Alcestes desprecia y rechaza en la vida.
En la obra Alcestes pierde un litigio a pesar de que tiene la razón, pues su contrincante gana el pleito porque soborna a la justicia, lo cual Alcestes es incapaz de hacer. Alcestes decide abandonar la sociedad y le pide a Célimene que le acompañe, pero ella se niega y él se va solitario y muy desilusionado de todo. En la misma obra, el amigo de Alcestes llamado Filinto, es el prototipo del individuo cínico, pragmático y acomodaticio, que sí sabe desenvolverse en la sociedad hipócrita, y se mofa de los comportamientos rectos y honestos.
En el año 1662 Moliere se casó con Armanda Béjart, que era mucho más joven que él. Pero el matrimonio fue desdichado porque ella le engañaba con actores jóvenes de su compañía de teatro. Según muchos autores, Moliere expresó su amarga experiencia personal en dicha obra y se identificó con el personaje Alceste.
En la historia de la filosofía, el filósofo alemán Arthur Schopenhauer (1788-1860) indudablemente tuvo apreciaciones muy agudas sobre muchos aspectos de la vida humana. En su famosa colección de ensayos titulada ‘Parerga y Paralipómena’ (del griego: ‘adiciones y suplementos’) publicada en alemán en 1851, analiza la necesidad de convivencia de los humanos utilizando una fábula de unos puercoespines: “Un frío día de invierno, un número de puercoespines se aglomeraron muy estrechamente para poder darse calor mutuamente y evitar congelarse. Pero pronto sintieron el efecto de sus espinas entre ellos, lo cual hizo que se separaran. Entonces otra vez sintieron la necesidad de calor y otra vez se acercaron mucho, pero de nuevo se pinchaban con sus espinas, de tal manera que tuvieron que escoger entre dos males, hasta que descubrieron la distancia adecuada a la cual podían tolerarse mejor. Así, la necesidad de vivir en sociedad que surge de la vacuidad y monotonía en las vidas de los hombres, los induce a acercarse; pero sus muchas cualidades desagradables y repulsivas y sus insufribles inconvenientes, les obliga a separarse. La distancia intermedia que descubren finalmente, y que les permite soportarse juntos, es la cortesía y los buenos modales. La persona que no se amolda a esa distancia y se aparta de ella, se dice en Inglaterra que ‘mantiene su distancia’. Como consecuencia, es verdad que esa persona tendrá poco satisfecha su necesidad de calor, pero por otra parte, no sentirá el pinchazo de las espinas. No obstante, cualquiera que tenga mucho calor interno propio, preferirá mantenerse alejado de la sociedad para evitar dar o recibir problemas y molestia” (1).
En la literatura reciente, quizás el escritor que ha expresado la misantropía con más fuerza ha sido el autor rumano Emil Cioran (1911-1995). Veamos dos citas escogidas de su colección de aforismos titulada: ‘Ese Maldito Yo’ (1987). La primera dice: “Cuando se debe tomar una decisión capital, nada hay más peligroso que consultar con los demás, dado que, salvo algunos extraviados, nadie desea sinceramente nuestro bien”. La segunda dice: “¡Si supieran los hijos que no he querido tener la felicidad que me deben!” (2).
En realidad, Cioran es un pesimista extremo, porque la verdad es que el ser humano es una mezcla compleja y contradictoria de aspectos buenos y malos, y por eso tanto ver exclusivamente lo malo, como ver solamente lo bueno, es hacer poca justicia a la realidad.
Por otra parte, algunos autores han recomendado la tolerancia ante los defectos del prójimo. Por ejemplo, el filósofo estoico romano Marco Aurelio (121-180 D.C.) al inicio del Libro II de sus conocidos: ‘Soliloquios’, dice: “Comienza la mañana diciéndote a ti mismo: Yo me encontraré con algún entrometido, con algún desagradecido violento y traicionero, con algún envidioso, algún intratable. Todos estos vicios les vienen a ellos por su ignorancia de lo que está bien o está mal. Pero si yo he visto la naturaleza del bien que es bello y del mal que es feo (….) Yo no puedo dejarme perjudicar por ninguno de ellos”.
De manera parecida, el filósofo inglés Bertrand Russell (1872-1970), en el Capítulo 8 de su importante obra: ‘La Conquista de la Felicidad’ (1930), señala que si las personas se pudieran leer mutuamente la mente, entonces nadie sería amigo de nadie, porque cada persona se horrorizaría al conocer los verdaderos pensamientos que los demás tienen de ella. Bertrand Russell recomienda aceptar esa realidad y tener mucha tolerancia con los conocidos.
Para finalizar, quizás uno de los errores más graves en la vida estriba en crearse expectativas irreales y fantasiosas respecto a las buenas cualidades de las personas conocidas. Quizás hay que ser más realista y aceptarlas con sus virtudes y sus defectos, o simplemente no tratarlas. Pero sea cual sea la decisión, no crearse nunca expectativas fantasiosas sobre sus buenas cualidades con el fin de no sufrir dolorosas decepciones.
NOTAS: (1) Pags. 651-652 en Cap. XXXI, Parágrafo 396 en Vol. 2, en ‘Arthur Schopenhauer. Parerga and Paralipomena. Short Philosophical Essays. Two Vols.’. Translated from the German by E.F.J. Payne. Clarendon Press (1974). New York (2) La primera cita de Cioran en Pag. 20 y la segunda cita de Cioran en Pag. 23 en ‘Cioran. Ese Maldito Yo’. Traducción de Rafael Panizo. Tusquet Editores (1987). Barcelona. España. Edición original de francés: 1987.
 
			






