Gabriel Montenegro/DLA.- Las Sagradas Escrituras nos muestran en el Evangelio de Lucas 24, 1-6, la extraordinaria narración en la cual después de su crucifixión y sepultura “ El primer día de la semana, muy de mañana, María la Magdalena, Juana, María la madre de Santiago, fueron junto a las otras mujeres al sepulcro llevando aromas que habían preparado. Pero encontraron que la piedra había sido retirada del sepulcro, y entraron pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.
No sabían que pensar de esto, cuando se presentaron ante ellas dos hombres con vestidos resplandecientes.
Ellas despavoridas, miraban al suelo, y ellos les dijeron: “ ¿Porqué buscáis entre los muertos al que está vivo?. No está aquí, ha resucitado.
Así se cumplió la profecía de que el Mesías, el Cristo Redentor, el Salvador del Mundo, habría de venir para redimirnos del pecado, para hacernos buenos, para mostrarnos que es posible la santidad si confiamos en Él y que por supuesto entregaría su vida por nosotros, especialmente por los pecadores para otorgarmos la salvación y darnos vida eterna, pero que luego de su holocausto personal e inmolación, se levantaría al tercer día, tal como ocurrió, para honra y gloria de su Santísimo nombre y el regocijo nuestro. Gritemos entonces con gozo y alegría sin límites…¡ Aleluya…ha resucitado nuestro Dios Único y Salvador!…¡Viva Cristo Rey!!!.