Yanara Vivas SNTP 6961 /CNP 16770
Es poco común que un periodista se convierta en protagonista de alguna de sus notas de prensa.
Lamentablemente este es el caso. Si bien, es muy claro que el Nazareno, ni la fe católica son responsables de lo sucedido este día, valgan estas líneas para llamar a la reflexión a quienes corresponda.
Este Miércoles Santo, 5 de abril de 2023, al filo de las tres de la tarde, inicié como es tradición la visita temprana al Nazareno, llevando algunas flores para agradecer por tantas bendiciones, escogiendo templos cercanos, por tema movilización, estacionamiento y posible lluvia.
Sin embargo, los templos visitados no incluyeron en sus programas horas de puertas abiertas para la vista, dejando claro que solo abrirían en el horario correspondiente a la Misa y Procesión, llegando a visitar cuatro Iglesias, encontrado tres cerradas. Sin embargo, la última de ellas, la Iglesia de la parroquia El Llano, tenía la puerta entreabierta, por lo que decidí entrar para entregar las flores, pues faltaba bastante para la misa.
Sorpresivamente, un ciudadano, que se encontraba cerca del altar procedió “a gritos y de mala manera” a echarme de la casa de Dios, a pesar de mostrarle las flores que llevaba en la mano para el Nazareno. Sin mediar palabra, porque en la casa de Dios no se grita, ni discute, me retiré, con el nudo en la garganta.
Sirva esta denuncia para llamar la atención de las autoridades de la Iglesia, pues en medio de tantas dificultades para movilizarse existentes en la ciudad de Mérida, sería importante permitir la visita de los fieles al Nazareno, algunas horas antes de la misa. Así como, vigilar el carácter de quienes colaboran en los templos, pues lejos de atraer fieles y a más colaboradores, están alejando a quienes se acercan.
Luego de esta desagradable situación, donde unas flores, quizás por pocas e insignificantes, fueron despreciadas y sus portadores echados como si de delincuentes se tratase, solo queda ratificar las enseñanzas de Jesús de Nazaret y su amadísima madre la Virgen María, sobre la humildad y el amor al prójimo, así como la inquebrantable fe en el Dios de justicia, paz y amor, que se encuentra en todos sitios, y en cada ser, incluyendo en la belleza y perfume de una simple flor.