¡Al psiquiatra! Nuestra democracia salió adelante y, ¡De qué manera!

 

–Mis contradictorios lectores – los más jóvenes- no recordarán al protagonista de la anécdota que narro en esta oportunidad. Se trató del Dr. Raúl Ramos Calles, (Q.E.P.D.), persona excepcional y mejor psiquiatra. Por fortuna lo conocí. Médico de mi hermano, por años. En la década de los 60, comenzaban agresiones, asaltos y muchos hechos de tipo político-terrorista-guerrillero; la sociedad entera, lógicamente, se preocupó y debatió al respecto. El Dr. Ramos Calles fue entrevistado para conocer su opinión, con relación a la situación existente. La entrevista se tituló, palabras más, palabras menos, “Hay que ponerle una malla psiquiátrica a éste país”.

Pensaba el Dr. Ramos que Venezuela, era débil para enfrentar aquello, que parecía terrible. Que todos terminaríamos en un hospital psiquiátrico. Nada de eso ocurrió. Se superó, sin necesidad de ponernos bajo cuido psicológico, o psiquiátrico. Nuestra democracia salió adelante y, ¡de qué manera! Ejemplo en América Latina, a pesar de los tropiezos. Por 40 años logró alternabilidad, gobernabilidad, derrota del comunismo armado, y pacificación, como nadie lo había logrado en la región, en el marco de una democracia.

No podía prever el Dr. Ramos que la “malla psiquiátrica” sería adecuada para ponérsela a los gobernantes actuales. Se comportan en el “como sí” no pasa nada. Escrito en diversas oportunidades, la “negación de la realidad” puede ser un síntoma de personalidad esquizoide, bastante delicado, por cierto. Por la mitad de lo que pasa hoy en día en materia de seguridad alimentaria, de inseguridad social, de cínica corrupción y como si fuera poco, de complicidad con los grupos terroristas del mundo: los mandarían al psiquiátrico. ¿Por qué al psiquiátrico? Sin ser especialista en el tema, (a pesar, de que he estudiado la mente humana y he hecho terapia por más de 20 años) no encuentro una explicación sana para que exista tal empeño en destruir, desbaratar a un país con la finalidad de imponer un sistema fracasado, anacrónico y comprobado que no funciona: Vietnam, China y Camboya son un ejemplo concreto de lo que expreso.

 

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