Por: Luis A. Villarreal P.
Por el encuentro ‘exploratorio’ en Ciudad de México se estaba realizando un considerable esfuerzo. Y no era para menos, porque las conveniencias externas se impusieron y ‘condujeron’ los ánimos de la Plataforma Democrática que ya estaba alineada al Acuerdo de Salvación Nacional. De manera que quienes han optado por repetir ese camino: ‘Diálogo —negociación— y elecciones libres —limpias—’, pues ya lo están acariciando. Algunos, porque creen en ello, pese a los fallidos antecedentes; y otros, porque piensan en un posible batacazo en el transcurso de las deliberaciones, en las que suponen toparse con la sonrisa de la suerte.
Los emisarios del gobierno cuestionado dan a entender lo que ocurrirá: Jorge Rodríguez, presidente de la AN 6D —invicto desde su protagonismo en el CNE— funge como el gladiador designado a quien se le confía mantener viva y coleando la pretensión del chavismo; Héctor Rodríguez, gobernador de Miranda; Francisco Torrealba ¿¡!? y Nicolás Maduro Guerra, que no añaden nada singular.
El canciller mexicano Marcelo Ebrad, dio la bienvenida a los participantes de la Mesa de Diálogo, e inauguró el esperado evento. Noruega de mediadora; Rusia y Países Bajos, como asesores del Oficialismo y Oposición, respectivamente.
A horas de iniciar el diálogo con la Oposición, luego del impase con el rechazo a Vecchio como miembro de mesa, y de unas palabras oficialistas impregnadas ‘de amor y paz por Venezuela’, se firmó memorándum de entendimiento —por razones innegables del sufrimiento venezolano— y se entiende que han de producirse acuerdos básicos en horas venideras.
Por el lado de la Oposición (G4) están presentes: Tomás Guanipa, PJ; Stalin González; Luis Emilio Rondón padre, UNT; Aquiles Moreno, AD; Carlos Vecchio, VP; Gerardo Blyde, jefe de la delegación internacional de Guaidó por el ASN. Aunque las fracciones minoritarias de la partidocracia fueron ‘advertidas’ de que no serían parte del diálogo, para bien se observa a Mariela Magallanes, Causa R; Roberto Enríquez, COPEI; y Claudia Nikken.
Conocedores de lo estrecho que es el cepo del diálogo —que fue ‘obligatorio’ transitar— cuanto antes deben salir de él, con o sin los resultados aspirados.
No obstante que muchos no quisieron —o se les impidió— participar en el diálogo, el pueblo de Venezuela se reserva el derecho de avalar, cuestionar o rechazar los resultados del mismo.
Aparte del diálogo, a la impaciente población se le han ocurrido ideas e incongruencias que conmueven y lamentan, al punto de ignorar que hay una crisis; y otros han venido jugando posición adelantada. Sin tener en cuenta que no se debe contar ni acordar con quienes se han auto exonerado —saltado— las normas; legitimar a quien desde hace años se le ha dicho que es ilegítimo.
Esto demuestra que hay i n c o h e r e n c i a, desproporción, poca consciencia de la magnitud del problema que nos arrolla. En medio de todo se repite el capítulo del diálogo y más elecciones, pero además se proyectan ‘actividades o gestiones’ sin haber superado o removido la causa, el obstáculo principal.
Sí, hay que tener un propósito, un plan, sobre cómo se llevaría a cabo la reconstrucción nacional —económica, social e institucional—, pero aclarando que primero debe reemplazarse el mando político. De muy poco sirve —aunque es válido hablar de ello— insistir sobre: la atrofiante hiperinflación, una constituyente, un ‘plan Marshall’, el restablecimiento del estado de derecho, justicia y derechos humanos, servicios públicos, abastecimiento de combustibles, reactivación del aparato productivo, etcétera, si no se tiene lo fundamental, el ejercicio del poder.
EEUU, según el Departamento de Estado, a través de su vocero Ned Price, desde junio pasado, en relación al diálogo, mantiene en conjunto con Canadá y UE su disposición principal: suavizar las sanciones «sobre la base de un progreso significativo en una negociación integral».