Dr. Luis Emiro Velazco Cegarra, eminente médico, boconés, digno representante de nuestro gentilicio, consagraste tu vida al servicio de la medicina, con tanto amor y dedicación a tus pacientes.
Hermano, nos conocimos en el Grupo Escolar Máximo Saavedra, en los estudios de primaria. Desde entonces ya eras un alumno muy destacado, fuiste un discípulo excelente y un ejemplar ser humano. Mi mamá, Carmen Briceño de Guédez, tuvo el honor de tenerte como su alumno, siendo tú, muy sobresaliente. No compartimos el aula de clase, yo estudiaba un año más adelante, mas recuerdo con agrado que mi mamá te apreciaba mucho y elogiaba tus cualidades.
Luego fuiste un brillante estudiante del Liceo Juan Bautista Dalla Costa, valoraste la amistad y la cultivaste con nobleza y sencillez.
Amante del estudio y abnegado en el servicio, estudiaste medicina y te especializarte en Cardiología.
Pasaron los años y luego supe de ti, de tu obra inmortal en Barquisimeto, Ascardio.
Cuántos pacientes recibieron tu esmerada atención, con mucho profesionalismo, talento y humildad.
Hoy nuestros corazones están muy conmovidos, de saber que tu generosa alma se eleva a los cielos a compartir con los grandes médicos venezolanos que moran en la dimensión espiritual: José Gregorio Hernández, José María Vargas, Fernández Morán, Jacinto Convit, y tantas otras luminarias de la medicina que conforman está corte celestial.
El gremio médico, los boconeses y la ciudad crepuscular, Barquisimeto, donde te consagraste de corazón al servicio de la cardiología de alto nivel académico y todos los que tuvimos el privilegio de conocerte y compartir contigo, abrimos el alma, para decirte que por siempre morarás en nuestro interior, que nos corresponde honrarte, dándole continuidad a tu noble y encomiable misión.
Vuela alto hermano. Gracias por tanto amor.
Tú amigo y colega
Guido Guédez