Ahí les dejo…

Y pasó lo que tenía que pasar. Después de un montón de años, el duro régimen agotado, sin argumentos, rodeado, bajo presión interna y externa, contando apenas con dos amigos muy fuertes y un bojote de países pequeños que hacen ruido pero que más bien tienen años comiendo y bebiendo del ahora debilitado benefactor. Todo ese lío para terminar en una negociación que cerró un acuerdo que contempló un cambio de gobierno. Es decir, borrón y cuenta nueva. Algunos juicios por allá y por acá y el retorno de importantes cerros de dólares robados.

Los detalles del pacto que produjo el diálogo no tienen mayor importancia si se toma en cuenta que igualmente la gran mayoría de los venezolanos no estarán de acuerdo y le caerán a palos a los negociadores y sobrarán las acusaciones de comprado, vendido, cobardes, traidores y demás palabrejas que no se sabe quiénes usan más, si los chavistas o quienes dicen no ser chavistas, pero andan cerquita.

Lo importante es que se llegó a un cambio político que traerá otros cambios, como el económico y el social. Hay otro detallito que seguramente generará ataques de histeria, pero salvo tanques a propulsión a chorro que no existen, algunos chavistas presentables y algunos militares de estratégico interés mutuo seguirán en la pomada. No había otra. La nueva Venezuela incluye a lo menos dañado de la vieja, si acaso cabe el término.

También se acordó, dejar que el mandatario en retiro, se tirara una cadena nacional de radio y televisión por el tiempo que quisiera y para que expresara lo que se le ocurriera. Eso sí. A modo de despedida. Veamos como transcurrió tan magno evento.

Compatriotas, camaradas. Compatriotos y camarados.

He querido dirigirme al país en esta oportunidad, por decisión propia y con la firmeza que me caracteriza en cuanto a la autonomía de mis acciones, para informar al país que he decidido tomarme unas vacaciones, no muy largas, pues es previsible que en poco tiempo estaré de vuelta con más claridad que antes. Eso anótenlo. Descansaré después de una titánica labor de más de 20 años. Conmigo viajarán a esa spa revolucionario un buen número de mis colaboradores que también necesitan un merecido descanso, como es fácil comprender.

Les dejo una Venezuela encaminada al desarrollo, rica, de pleno empleo, con un impresionante parque industrial. Es uno de los países llamados graneros del mundo, aquí se producen alimentos suficientes para los venezolanos y quedan millones de toneladas para importar. Les dejo la red hospitalaria más dotada y confiable de toda Latinoamérica con brillantes investigadores y con recursos suficientes para ayudar al mundo. Les dejo el tren de laboratorios más completo de toda la región. Producimos medicamentos hasta para Europa. Les dejo universidades, liceos, colegios de primer mundo. Cupos asegurados, becas, alimentación escolar y, lo más importante, los educadores mejor pagados del mundo. Oigan bien, de todo el mundo.

Ahí les dejo un país cohesionado, con espíritu de cuerpo, con un proyecto de nación blindado con los mejores indicadores económicos del globo. Les dejo el país más seguro de todo el mundo. Delito cero fue la meta y la alcanzamos. Les dejo la honestidad como principio fundamental del servidor público. Les dejo una democracia sólida y seria, sin grietas, envidia de ingleses y suecos. Les dejo la infraestructura nacional más completa de América y el aeropuerto capitalino más moderno de todo el Caribe y Suramérica. Les dejo un bolívar duro y competitivo, envidia de la economía de Estados Unidos. Les dejo comida pareja, sin colas, lo que quieran. Les dejo a Pdvsa convertida en una verdadera potencia mundial.

No se diga más. Ahí les dejo eso.

 

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