AGENDA GLOBAL Y AGENDA LOCAL | Por: Francisco González Cruz

 

Francisco González Cruz

Mientras aún está fresca la Cumbre del Futuro celebrada en Nueva York los días 22 y 23 de septiembre de 2024, se realizan la  29.ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático (COP29) en Bakú, Azerbaiyán, del 11 al 22 de noviembre y se reúne en Río de Janeiro la Cumbre de Líderes del G20 los días 18 y 19 de noviembre de 2024. Todas estas cumbres tocan los temas más urgentes e importantes de la agenda mundial, tales como la pobreza, el calentamiento del clima, el desarrollo sostenible, la paz, la corrupción, el narcotráfico y la gobernanza global.

A la par las comunidades de Alfafar, Paiporta, Utiel, Riba-roja, Chiva, Beniparrell, Guadassuar, l’Alcúdia, Algemesí, Riola, Torrent y un centenar de lugares españoles se enfrentaban a las inundaciones y sus consecuencias. En una alianza automática, espontánea y natural entre los vecinos, el gobierno local, la empresas, las organizaciones religiosas e incluso gente que llegaba de otras partes a colaborar, todos se activaron. Sin pensar si tenían competencias para ello directores de escuelas y alcaldes suspendieron las clases, cerraron negocios, aplazaron actividades, cerraron o abrieron calles y locales, según lo dictaba el sentido común y las recomendaciones ya conocidas. Allí no había tiempo para reuniones y conferencias, solo para salvarse cada quien y salvar a los vecinos. Luego buscar a los  sobrevivientes y darles atención, localizar a los desaparecidos, limpiar casas y calles, reestablecer servicios elementales como el agua y la energía eléctrica, dar, recibir y distribuir ayudas. Y cosas como la disposición de las basuras y muebles destruidos, que hacer con las cloacas llenas de lodo y ocuparse de muchos otros apremiantes detalles.

Ambas instancias son necesarias, la global y la local, pues en el mundo de hoy todo está interconectado, pero también exige que todas estas cumbres además de los discursos y documentos, dirijan sus esfuerzos a mejorar sus resultados. Que se acuerden los financiamientos a las acciones concretas, sin que la mayor parte de esos recursos se queden en los vericuetos de la burocracia y sus lujosos materiales de apoyo. A esto apuntan todos los acuerdos: la transformación de la gobernanza global, léase las Naciones Unidas (ONU), el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y las demás entidades multilaterales, para hacerlos más eficaces; las estrategias y acciones para el desarrollo sostenible; el funcionamiento del Consejo de Seguridad para garantizar la paz, que es el objetivo central de la creación de la ONU; y otros compromisos ya acordados.

Lo lógico es que existan investigaciones y acuerdos globales para enfrentar con éxito y profesionalismo los males que sacuden a la humanidad, pero si estas necesarias actividades no se concretan y se quedan en aéreas disquisiciones y manifestaciones de buena voluntad, sólo sirven para pastorear excusas y repartir culpas.

Y lamentablemente las fuerzas de la economía de la codicia y del poder son muy fuertes y van creciendo, sin llegar a ver las consecuencias, en una trayectoria de  monumental y fatal estupidez. Como si fuera poco, cuenta mucho la extensión de la polarización entre los extremos ideológicos, extendidos por poderosas redes de des – información que responden a esos únicos y bien documentados intereses.

La acción local será más eficaz si cuenta con los soportes científicos y tecnológicos, las estrategias globales de lucha contra la pobreza y la contaminación, además del financiamiento de las organizaciones y de las infraestructuras locales. La acción global sólo de justifica si esas instituciones, cumbres, declaraciones y acuerdos llegan a la gente en cada lugar.

En el enorme ecosistema planetario ambos niveles son fundamentales y complementarios. Las agendas globales y las agendas locales son importantes, pero al final la gente tiene que hacer frente a su cotidianidad en su hora y su lugar, así la responsabilidad del desastre esté en lejanos y codiciosos consorcios y potentados que deciden cosas importantes mirando sólo la cercanía de sus lujos y comodidades.

 

 

 

 

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