Él sabía a lo que se enfrentaría. Como abogado especialista en derecho de familia estaba claro de lo que significaría cumplir con su meta de adoptar a Darwin. No es fácil darle un hogar a los niños y adolescentes que lo necesitan en el país, porque son muchas las trabas, la ley es tan estricta que cae en contradicciones con la realidad. La única salida es valerse de los vacíos legales que existen.
Fue así como Noé Roa analizó bien la situación. Inscribirse en la base de datos del Instituto Autónomo Consejo Nacional de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes (Idenna) no era una opción. Sabía que podían pasar hasta cinco u ocho años sin recibir ninguna respuesta.
Tampoco contaba con mucho tiempo. Ya Darwin cumple en abril 17 años y el trámite de adopción solo es posible antes de que tenga la mayoría de edad. Así que se fue por otras vías, que no son catalogadas como ilegales, pero que no están contempladas en la Ley Orgánica de Protección del Niño, Niña y Adolescente (Lopnna).
Con pleno conocimiento del marco legal, Roa solicitó ante el Consejo de Protección del municipio Los Guayos, estado Carabobo, una medida de protección de cuido y responsabilidad en su hogar, se la otorgaron de manera provisional y, tras seis meses, acudió a un tribunal de menores en el que pidió una colocación de familia sustituta que aún espera.
Darwin es un joven que vivía en la misma comunidad que el abogado y su esposa. Ellos se enteraron de que había sido abandonado por sus padres y se interesaron en adoptarlo. Quizás, por los lapsos que siempre se retrasan en este tipo de proceso, no les dé tiempo de obtener legalmente la adopción y darle el apellido. Pero si les conceden la figura de familia sustituta y aprueban cada una de las supervisiones que les hagan, el joven podrá seguir con ellos.
Una ley que entraba
Los trámites de adopción desaniman a cualquier persona que quiera emprender ese camino. La lista de solicitudes en el Idenna es muy larga, pero son pocos los procesos que se concretan. El problema es claro, según Roa: “No se inyectan recursos para los programas de protección del niño, niña y adolescente”.
Es por esto que él, como abogado, recomienda a quienes deseen adoptar que lo hagan como él lo está haciendo. No se trata de algo ilegal, porque no hay de por medio un documento ficticio o corrupto, pero se entra en una figura de criar a una persona bajo una medida de protección que se renueva cada seis meses hasta que llega la colocación, con el anhelo de adoptar, y eso puede suceder después de aproximadamente dos años de la colocación como familia sustituta. “Es una figura que se solicita ante el tribunal de menores, al cumplir todos los requisitos, y es posible que sea aprobada”.
Haber hecho el trámite ante el Idenna significaba que hay muchas parejas por delante de él en la lista, y corría el riesgo de que Darwin no se quedara en su casa.
La delgada línea de la adopción ilegal
El caso de Roa, su esposa y Darwin, no es inédito. Son muchos procesos que no están dentro de lo ilegal, pero que tampoco se apegan estrictamente a la normativa. “Es ayudar a la ley”.
Pero también hay mecanismos que sí están fuera de la legalidad. Hay quienes manejan la adopción de forma privada, como un acuerdo entre las partes, y hacen un contrato, y eso no se debe hacer.
Y hay otras personas que no van al Consejo de Protección y tienen una adopción de hecho y no de derecho, que no está contemplada en la ley. “Entonces dicen que es su hijo adoptivo, porque tiene 12 años con ellos, por ejemplo, pero no tiene el apellido. Es ilegal tenerlo así, aunque con amor, comida, calzado, vivienda, salud, recreación”.
De esa manera no hay ninguna figura legal que le permita ser su representante ante situaciones cotidianas como la inscripción en el colegio o permitirle viajar fuera de Venezuela a una competencia de beisbol, por ejemplo. “Es ilegal tener un muchacho que no es mío sin ningún aval”.
El problema de las casas de abrigo
Cada vez que desde los consejos de protección, de la mayoría de los municipios de Carabobo, reciben la denuncia de un menor de edad en situación de riesgo, comienza un proceso muy complejo de asumir.
El colapso de las pocas casas de abrigo que aún funcionan así lo determinan. En algunos casos, desde los municipios toman esa como la última opción. Roa considera que son instituciones que no están aptas para recibir a niños y adolescentes, porque no cuentan con los recursos para contratar a los especialistas que se requieren. “Hay algunas que parecen albergues de menores, con figuras del pranato entre los que tienen más edad y que quieren dominar a los más pequeños”.
A esto se suma la falta de recursos para la atención adecuada. En la Casa Hogar San Antonio, una de las tres que están operativas en Valencia, las condiciones son precarias. Ellos necesitan con urgencia alimentos, productos de limpieza e higiene personal y medicinas básicas para los 13 niños y adolescentes que ahí se encuentran.
Antes contaban con un fondo de protección de la alcaldía. “Ahora no tienen recursos y desde hace bastante tiempo que no nos aportan nada económico”, señaló la directora de la institución, Elizabeth Sivada.
Las contribuciones de particulares y de las empresas privadas también han disminuido mucho. La mayoría de quienes colaboraban todos los meses se fueron del país. “Por eso hacemos un llamado a todos lo que puedan, que nos ayuden”. También necesitan personal especializado en psicología, psicopedagogía y orientación.
Las instalaciones de esta casa hogar, ubicada en la urbanización Lomas del Este, tampoco son las mejores. Hay filtraciones en el techo, las habitaciones no cuentan con servicio eléctrico y están a la espera de alguna colaboración para comprar los materiales necesarios para hacer las reparaciones.
La otra casa de abrigo que está operativa en Valencia es Semillita, ubicada en Parque Valencia, y donde también necesitan apoyo para la atención de los niños. Lo mismo ocurre en Fundación Pana, donde hay 18 adolescentes.
La lentitud de los procesos realizados desde el Idenna mantiene las casas de abrigo colapsadas. Roa cuestionó que con tantas ternas de adopción, no es lógico que haya niños con años en estas instituciones.
Roa lo explica de esta manera: “Es contradictorio. Si el niño llegó, dale un mes de cuidado y ponlo en adopción. Eso pasa por falta de políticas gubernamentales. Al Estado no le gusta que se adopte bajo la figura de la medida de protección, pide a la gente que se meta en todos los procesos que ellos dicen, pero si voy, me inscribo y soy el número mil 80, ¿cuándo me vas a dar la adopción?”.
Lo ideal para él es que se hagan evaluaciones en las casas de abrigo, se les asignen familias sustitutas a esos niños y así sus vidas cambiarán.
Lo que falta por hacer en materia de adopción
Agilizar todos estos procesos marcados por la burocracia y las contradicciones con la realidad de niños y adolescentes en situación de riesgo, se hace cada vez más necesario.
La propuesta de Roa es que se reforme la Lopnna para que permita que, a través de las medidas de protección solicitadas, los tribunales de menores, de los que hay ocho en Carabobo, puedan sentenciar adopciones.
También sería ideal que, cada vez que se hace la planificación operativa anual de las alcaldías, el Consejo de Protección pase una serie de requisitos, junto con el fondo de protección que se requiere para programas de adopción. “Hay que crear fondos de protección con recursos propios o enviados del Situado Constitucional para programas de adopción de familias sustitutas de colocación en materia de niños. Eso deberían hacerlo los alcaldes de los 335 municipios del país”.
Su propuesta es que cada Consejo de Protección reciba las solicitudes de adopción para evitar pasar por la terna del Idenna, y que desde una denuncia de una comunidad, la familia pueda solicitar una medida de protección. “Si, por ejemplo, hay un niño recién nacido abandonado, se busque en la base de datos de personas inscritas para adoptar, y se tome en cuenta a varios candidatos”.
Programas de Consejos Protección en Carabobo
Tomando en cuenta toda esta realidad, desde el Consejo de Protección del Niño, Niña y Adolescente (Cpnna) de Valencia, se desarrolló un programa de familia sustituta.
El presidente de esta instancia, Williams Rodríguez, detalló que dadas las circunstancias del Idenna, cuentan esta opción en la que se realiza a la pareja la visita social, estudio socioeconómico y evaluación psicológica, para que pase a un banco.
“Cuando recibimos a un niño, para no llevarlo a una entidad de abrigo, lo pasamos a familia sustituta. Ahí dura dos, tres días, o una semana, el tiempo que sea necesario, mientras el niño puede retornar a su familia de origen, o con algún pariente consanguíneo cercano”.
En caso de que el menor no tenga ningún pariente apto para cuidarlo, el caso se envía a un tribunal y la familia sustituta puede optar a la colocación.
En San Diego, la situación es distinta. La presidenta del CPNNA, Alecia Solórzano, detalló que en esa localidad no cuentan con ningún programa de familia sustituta porque no se ha hecho necesario, conforme a las estadísticas que manejan.
Para ellos, llevar a menores de edad a casas de abrigo es la última opción y aplican medidas de protección distintas que involucran la responsabilidad de sus padres, entrega a un familiar directo y la inclusión en un programa de apoyo familiar.
En Naguanagua cuentan con un programa de familia sustituta que se traduce en una labor social de quienes se inscriban y que no necesariamente desencadenará en una adopción. Es exclusivo para aquellos casos en los que no hay parientes que se puedan hacer responsables del menor de edad que esté en situación de abandono, en la calle o que dentro de su entorno familiar no exista alguien preparado para cuidarlo.
La coordinadora de programas de protección del Cpnna de ese municipio, Annia Bermúdez, explicó que desde esa instancia se dicta la medida de familia sustituta que no debería durar más de 30 días. Después de ese tiempo se pasa al tribunal de menores el expediente para que el juez decida si se restituye el niño a su familia de origen, o se asigna a alguien que esté solicitando adoptar desde el Idenna.
Este es un programa que se ha impulsado en Naguanagua para evitar que los niños en vulnerabilidad sean enviados a casas de abrigo, porque es complicado tener a tantos en un mismo lugar por el tema de la COVID-19. “También porque en familia sustituta es más fácil hacer el seguimiento y que el tribunal tome una decisión más rápida”.
En Naguanagua existen cinco casas de abrigo. Cuatro de ellas son fundaciones bajo directrices cristianas que reciben recursos de iglesias, y una pública, el doctor Luis Guada Lacau, que depende de la gobernación y que fue reinaugurada recientemente por las primeras damas de Naguanagua y de Carabobo.
Queda claro que adoptar en Venezuela no es un sueño tan fácil de cumplir, pese a que hay muchos niños que necesitan un hogar y familias que desean abrigarlos. Los trámites y legislaciones no están hechos para agilizar la ayuda a ninguno de los dos. Noé Roa da fe de ello.
Un vistazo al ámbito legal y psicológico de la adopción en Venezuela
.
.
.