Conocí a Antonio Pasquali, el profesor, era yo muy joven y él también. Mi admiración abierta, exultante y directa. Parecía que a él no le gustaba, mi expresivo y franco trato, donde se notaba, abiertamente, que su inteligencia, talento y cultura, me fascinaron siempre. Acababa de hacer, en la entonces Escuela de Periodismo: “25 años de la TV en el mundo”. Con su generosidad tradicional Héctor Mujica, lo había designado jefe del Departamento Audiovisual, en el recién creado sector audiovisual de la Escuela, en el piso 9 del Edificio de la Biblioteca Central de la UCV; la exhibición se presentó en el salón de entrada.
Comenzaba en el periodismo y quedé encantada con la exposición y el profesor. Después, lo reencontré en un Seminario maravilloso: “Incidencia de los medios en el tiempo libre de los caraqueños”, conducido también por Antonio Pasquali, fui secretaria del mismo. Hubo profesores que participaron.
La intensidad de las discusiones, extraordinaria. Alumnos, entre otros: Elizabeth Safar, Leoncio Barrios e Igor Colina, sin haberse graduado aun; entusiasmados por las discusiones.
Poco tiempo después, el profesor transformó el Instituto de Investigaciones de Prensa, en Instituto de Investigaciones de la Comunicación, (Ininco). Su libro, el primero sobre el tema: “Comunicación y Cultura de Masas”, 1963, dio un impulso extraordinario a los estudios y las investigaciones de la comunicación en América Latina, la diferencia entre comunicación e información, quedó clara. Antecedente del proceso de lo que se conformará como comunicología, ciencia que estudia la comunicación.
Después fue a Francia, a la Unesco. Cumplió una labor trascendente. Su carácter no era fácil. Hubo esos dimes y diretes entre gente de la Escuela y del Ininco. Siendo Adolfo Herrera director de la Escuela, le rinde homenaje, reconociendo sus grandes méritos; además de cerrar cualquier elemento que pudiera perturbar las relaciones de la Escuela de Comunicación Social, de la UCV con el Maestro Filósofo y Comunicólogo.
Dije las palabras en ese momento, señalando su trascendencia. Iniciador en todo el planeta: de investigar la ciencia de la comunicación social con criterio independiente. Defensor hasta su muerte de la democracia y la libertad. Jamás sumiso. Sus conocimientos nutrieron nuestro espíritu, su enseñanza, permanente. ¡Paz a sus restos!