Adiós al hombre que cambió la pelota criolla

 

Puede que el nombre de Alfredo Guadarrama no sea tan sonoro en los oídos de los venezolanos más jóvenes. Pero ese hombre, que este jueves se despidió calladamente de todos los que le amaron, resultó nada menos que el gerente que devolvió al Magallanes su lugar en la historia y cambió nuestro beisbol para bien, y para siempre.

uadarrama estuvo lejos de las páginas y pantallas de nuestros medios de comunicación en los últimos años, muy a pesar de quienes le conocimos y tuvimos la oportunidad de dar cobertura a su tiempo al frente de la nave. Un accidente cerebrovascular le encerró en su casa desde la década pasada.

Había pasado de los 60 años. Había cedido la presidencia de los Navegantes a Juan José Ávila, su mano derecha durante la dinastía que fue de 1994 a 1997, la de las tres coronas, dos de ellas ante los Leones en las primeras dos finales que disputaron los Eternos Rivales en la LVBP. Fue una lástima.

No solamente porque los turcos perdieron antes de tiempo a un guía, a uno de sus mejores ejecutivos de todos los tiempos, que ha podido ser asesor, conciliador y luz necesaria desde el Consejo Directivo, donde históricamente recalan las figuras más prominentes del tren de mando azul; junto a esa pérdida anticipada de los bucaneros pesó la injusticia de confinarle a un recinto lejos del estadio José Bernardo Pérez, el parque vetusto e incómodo que él convirtió en el mejor de Venezuela.

 

Revolucionó el béisbol

 

A la LVBP le tocó bailar al ritmo de este hombre que entendió que el béisbol era una empresa y así lo hizo saber. Todos descubrieron los beneficios de remodelar los estadios dentro de lo que su arquitectura vetusta permitía, de desarrollar la mercadotecnia, dar trato especial a sus jugadores y aficionados.

De pronto, nuestra pelota se había convertido en una verdadera industria, el mejor torneo del Caribe, más allá de los negocios familiares o personales que la sostuvieron durante medio siglo. Multiplicó su generación de empleos y la creación de riqueza en todos los ámbitos, incluso en el informal, que creció de manera descomunal a la sombra de lo que nació en Valencia y que imitó el resto del país. Guadarrama hizo todo eso porque tuvo las ideas, tomó la iniciativa y contó con ejecutivos y empleados que aceptaron de buen grado sus propuestas.

Él fue todo aquello y la liga se convirtió en lo que es hoy, incluso en este naufragio nacional que sufrimos, gracias a su visión de empresario y hombre de beisbol. Descansa en paz, Alfredo.

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