Actitudes para no ser un perdedor

1.-Si  has logrado el triunfo y piénsalo bien no lo atribuyas de una vez a la buena suerte, asume la responsabilidad y te darás cuenta que no es así. Tu triunfo lo has logrado gracias a muchos esfuerzos y a la actitud que, posiblemente asumiste. Los Soliloquios de los Jueves te lo demuestran, hemos de aceptar el crédito o la censura por el lugar que ocupamos en la vida. No es suerte ni nos hemos embarcado en un carrusel que gira alocadamente sin parar.

2.-Asumir la responsabilidad de nuestros actos. Según lo que sembremos, así nuestra cosecha. La recompensa dependerá de las de las contribuciones que hagamos. Puedes crecer en un barrio donde al más valiente se le enfría el guarapo. Al desarrollar las actitudes más importantes para lograr el éxito se debe reconocer que en la sociedad hay menos libertad por motivos que no vale la pena exponer ni tomar en cuenta. Hay quienes sienten que los obligan a actuar o escapar no domina realmente sus vidas.

3.-Quienes triunfan o han triunfado en la vida, no la han dejado al azar. Los triunfadores procuran crecer sosteniendo un diálogo continuo entre las capacidades y las exigencias vitales. En suma, los perdedores dejan que las cosas les ocurran; a cambio de eso los ganadores hacen que, las cosas ocurran. Hay que vivir con convicciones más profundas, y con capacidades sin dejar por ello de respetar el derecho de los demás. Hay muchos ingredientes en una actitud de triunfador, pero el más importante es ser honrado con uno mismo.

Indios al descubierto. Timosali mujer tuya descubrir quien son pantaletas amarillas! Mujer dice tener derechos, divorciar, dice no darte más lo que más gustar, la Joya del Nilo por el centro. Indio pendejo

Me acusaste con mi mujer, de lo contrario ella no sabría nada, también le dijiste que me gusta su hermana. Gustar hermana, no, no le dije nada. Pero no es gustar raspar la olla que siempre tienes a la orden. Ahora que no tener mujer, saber que ella agarró, y darte burro mocho caballo blanco gustar mucho más que tú.

Yo creer capitán, que tú tener más mujeres, al estilo antiguo de mormón; pero confesar no ser ninguna guarandinga. Respetar como amigo, no como servicio tuyo, si tocar mujer mía o hija tendrás que asilarte en el Sinaí. Quiero preguntarte mi buen amigo Gaticuco ¿A cuál religión perteneces? Ser católico pero sin superchería de que apostólico romano, creo en Dios tuyo creo también, tendrá que escudriñar modo de hablar. Irme a casa, afeitar mujer solo mía, es gozar propiedad. ¡Irrumpe la mujer del Capitán! Y tú eres amigo de Guacuco, no sabes que se disfraza para ensillarme, si soportas eso es la mayor cabronería que he conocido. Cálmate Floripondia, yo no sé nada de nada. Pero calmémonos y arreglemos esto en los próximos Soliloquios.

Mi primer amor cuarenta años después.

Sin vanagloriarme y lo digo con sinceridad me sucedió. La conseguí, nos dimos cita en la vieja cantina del colegio, la madera se veía un poco carcomida por el correr de los años. Éramos un par de adultos, aquella tersura en nuestros rostros desapareció. Ella convertida en una matrona, se casó y posteriormente su esposo falleció. Nos vimos, conversamos bastante y decidimos despedirnos. Antes de subir al taxi me dio un beso de despedida, beso que aún conservo en mí. De ese amor primaveral podría escribir todo el tiempo pero corto o largo el resultado sería lo mismo. Sólo recuerdos…

En la próxima semana escribiré parte de mi novela “Soliloquios de los Jueves” Parte una.

Pueblo Perdido…

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