Jerusalén, 27 mar (EFE).- Acorralado por el incansable movimiento de protestas e incluso por la convocatoria de una huelga general por los sindicatos, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, se vio obligado hoy a posponer la polémica reforma judicial que impulsa su Gobierno, pero no a desecharla por completo.
«Cuando es posible prevenir una guerra fratricida con negociaciones, yo, como primer ministro, me tomo un tiempo para negociar. Doy una oportunidad real a una discusión real», afirmó Netanyahu en una esperada intervención televisada, que se había anunciado para horas antes debido a la fuerte presión social.
Como resultado, los sindicatos desconvocaron la huelga general y el presidente del Estado de Israel, Isaac Herzog -quien horas antes había pedido la suspensión «inmediata» de la reforma-, celebró el anuncio para «apagar fuegos» e incluso se ofreció a mediar, aunque no contentó a los grupos convocantes de las protestas, las mayores de la historia de Israel.
SIGUEN LAS PROTESTAS
“El gobierno ha llevado a Israel al borde de la destrucción y todavía amenazan con desmantelar la democracia. Un congelamiento temporal no es suficiente y las protestas nacionales continuarán intensificándose hasta que la ley sea rechazada por completo en la Knéset», declaró el Movimiento Paraguas contra la Dictadura, que aglutina a varios grupos civiles.
Después de horas de reuniones con sus socios de gobierno, el primer ministro anunció que «por responsabilidad nacional y por el deseo de evitar una grieta en nuestro pueblo», suspende la votación en segunda y tercera lectura de la ley de elección de jueces, uno de los aspectos más controvertidos de la reforma, que estaba previsto que se aprobara esta misma semana, antes del receso parlamentario de abril por la Pascua judía.
De esta forma, el gobierno se da de plazo hasta julio para entablar un diálogo con la oposición y consensuar algunos cambios en la reforma original, vista por amplios sectores sociales -incluido el económico y el militar- como una amenaza para la democracia porque socava la independencia de la Justicia al dar al Ejecutivo amplio control sobre la misma y reduce la capacidad fiscalizadora del Tribunal Supremo.
Aunque no es la primera vez que el primer ministro ofrece un diálogo a la oposición, sí que es la primera vez que lo hace poniendo el freno a la tramitación de la reforma en la Knéset, lo que puede sentar las bases para una negociación.
“Si la legislación realmente se detiene, de manera genuina y total, estamos listos para iniciar un diálogo auténtico en la residencia del Presidente”, señaló el líder de la oposición, el centrista Yair Lapid, quien advirtió de que la concesión de Nentanyahu también podría ser un «farol» o un «truco».
De hecho, Netanyahu insistió hoy en que es necesaria una reforma «que restablezca el equilibrio perdido entre los poderes del Estado», ya que a su juicio, en el sistema actual, el Supremo tiene muchas facultades para inmiscuirse en asuntos políticos.
EL CESE DEL MINISTRO DE DEFENSA, EL DETONANTE
Netanyahu cesó anoche a su ministro de Defensa, Yoav Gallant, después de que este se pronunciara públicamente a favor de frenar la reforma ante la amplia contestación social que ha provocado, que ha llevado incluso a miles de reservistas a negarse a servir en el Ejército, lo que suponía a su juicio un «peligro real e inminente para la seguridad de Israel».
Como respuesta, una cifra récord de más 650.000 israelíes salieron anoche a las calles de todo el país, sobre todo en Tel Aviv, en protestas improvisadas que se convocaron rápidamente por las redes sociales.
La contestación social se mantuvo hoy, con un llamamiento a la huelga general por parte de la Histadrut, el principal sindicato de Israel, que fue seguida por universidades, bancos, la compañía eléctrica, cadenas de restauración como McDonalds, ayuntamientos y hospitales.
Además, los trabajadores del aeropuerto internacional de Ben Gurion lograron que se suspendieran durante varias horas los despegues de vuelos, y también se ha frenado el tráfico en el puerto de Ashod; mientras los manifestantes volvieron a las calles.
Más de 100.000 manifestantes se congregaron hoy de nuevo frente a la Knéset en Jerusalén para pedir el fin de la reforma judicial, una de las mayores protestas vistas en esa urbe; mientras que una contramanifestación progubernamental, organizada por grupos de extrema derecha, se convocó rápidamente en la misma zona, con miles de asistentes, entre ellos el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir.
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