Las detenciones y acusaciones en contra de los trabajadores del campo, ante la necesidad de botar sus productos en proceso de descomposición para evitar plagas y enfermedades, han sido rechazadas por el sector que día a día se levanta para cuidar sus cultivos con la ilusión de obtener las ganancias correspondientes por su esfuerzo, ante la imposibilidad de trasladar sus productos a los mercados, por la falta de combustible, situación denunciada por años, así como pública y notoria.
Han sido muchas las críticas que consideran que regalar la mercancía a hospitales y personas que lo necesiten es lo correcto, y es cierto, pues es lamentable tener que botar los alimentos descompuestos con tanta necesidad en la calle. Sin embargo, lo que muchas personas ignoran, es que los productores donan sus frutos de manera permanente a muchas instituciones, y lo hacen sin hacer publicidad, así como también lo hacen con quienes se acercan a pedir por necesidad e incluso terminan entregando de sus productos a uniformados que así lo solicitan a lo largo de sus recorridos.
Acaso quienes critican, en su afán de regalar lo que no es propio, han pensado que ¿la misma cantidad de gasolina que necesitan para llevar a donar los productos es la que necesitan para llevar sus productos al mercado? O ¿en serio creen que, en tracción animal, los productos llegarán a sus destinos finales a cientos de kilómetros de distancia? Sería bueno analizar un poco, colocándose en el lugar del otro, y sin pasiones partidistas preguntarse a ¿quienes critican estarían dispuestos a cultivar la tierra, gratis, sin recibir ni para la comida de sus familias?
Aunado al tema del combustible, se suma la entrada ilegal de productos extranjeros a menor costo, pues estos no tienen problemas de combustible, ni agroinsumos para trabajar, mientras que en Venezuela se deben adquirir a elevados precios. Así mismo, quienes tienen el combustible para trasladar la mercancía, ofrecen pagos por debajo del costo, humillando al productor, mientras se pudren los alimentos tratando de conseguir los precios justos.
La solución debería ser el contar con combustible como corresponde a un país petrolero, o por lo menos que el gobierno con la poca gasolina que tiene, envíe camiones a comprar la mercancía, eso sí, a precios dignos para el productor, sin humillaciones, permitiéndoles volver a sembrar, cubrir los costos de personal y mantener a sus familias.
Yanara Vivas SNTP 6961 / CNP 16770
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