Washington, 24 jun (EFE).- Renee Bracey lloraba desconsolada este viernes. En su camiseta un mensaje: «Yo tuve un aborto». Delante suyo, la mayoría conservadora del Tribunal Supremo de Estados Unidos acababa de borrar de un plumazo la protección constitucional del derecho al aborto, vigente desde hace 50 años.
Tras emitirse el histórico fallo, miles de mujeres como Renee se concentraron frente a la blindada sede del tribunal, en Washington, donde hicieron escuchar su indignación con mensajes como «Abortemos el Tribunal» o «Fuera sus manos de nuestros cuerpos».
«ATERRADOR»
«Esto es una gran injusticia. Es aterrador pensar en todas las mujeres que necesitan abortar en este momento y que hoy se levantaron creyendo que podrían acceder a servicios de salud para hacerlo, pero ya no pueden», explicó a Efe Renee, fundadora de la organización We Testify, que ayuda a mujeres que necesitan abortar.
«Como muchas mujeres en este país, yo tuve un aborto. Creo que es muy importante que hagamos escuchar nuestra voz y que compartamos nuestras historias», añadió.
Hacía semanas que se esperaba una decisión así y llegó finalmente este viernes. El alto tribunal tumbó la sentencia «Wade contra Roe», emitida por el propio Supremo en 1973, que protegía el derecho constitucional al aborto en todo el país.
El fallo del Supremo no prohíbe las interrupciones del embarazo, sino que deja en manos de cada uno de los 50 estados la potestad de legislar sobre ello, algo que llevan esperando desde hace tiempo muchos estados gobernados por republicanos.
Kentucky, Luisiana y Dakota del Sur prohibieron la interrupción del embarazo tan pronto se conoció la sentencia, y al menos otros 23 estados, entre ellos Texas, Oklahoma e Idaho, van por el mismo camino.
Miles de mujeres se verán obligadas a desplazarse a estados más progresistas donde esté permitido el aborto, como Nueva York o California, pero ello no está al alcance de muchas mujeres de bajos ingresos, de la comunidad negra, latina o inmigrantes indocumentadas.
«BARBARIDADES CONTRA SÍ MISMAS» EN CASO DE DESESPERACIÓN
«Yo vivo en la realidad. Aunque hagan ilegal el aborto, los abortos no pararán. Y cuando las mujeres se vean desesperadas, harán barbaridades contra sí mismas», dijo furiosa Vanessa, una neoyorquina de origen colombiano, que protestaba con un calzón blanco con pintura roja que emulaba un mancha de sangre.
«Es una decisión ilegítima», «Levantémonos por los derechos reproductivos» y «Ni el Estado ni el tribunal, es decisión de las mujeres», exclamaban las mujeres en la concentración, que oscilaba entre la ira y el carácter festivo, a medida que se cantaban canciones y llegaban grupos con tambores.
Rebecca tenía hoy que tomar un tren hacia Boston (Massachusetts), pero cuando supo de la sentencia, preparó una pancarta improvisada y se plantó ante el Supremo. Perdió el tren, pero eso ya no importaba.
«Estoy aquí por mi hija de 10 años, porque quiero que crezca en un país donde pueda decidir lo que ella quiere ser. Esto incluye decidir si quiere ser madre o no serlo», dijo a Efe rota en llantos.
«Estoy tan indignada. Esto va en contra de los derechos humanos. Dicen que son provida, pero eso no es ser provida. Ser provida es estar a favor de los servicios sanitarios», esgrimió.
Un grupo de mujeres instaló en las verjas que defienden la sede del Supremo caricaturas para ridiculizar la mayoría conservadora del tribunal, formada por seis de los nueve jueces, de los cuales tres fueron nominados por Donald Trump durante su mandato como presidente de EEUU (2017-2021).
ARMAS SÍ ABORTO NO
Esta mayoría conservadora fue la que, el día antes de restringir el aborto, falló a favor de que en Estados Unidos se puedan llevar armas en público.
«Que se joda el Tribunal Supremo que prioriza las armas por encima de los derechos de las mujeres», expresó indignada Maggie.
Esta joven de Nueva York expresó además su miedo de que después del aborto, el tribunal ponga la mira en otros derechos, como los de la comunidad LGBT. «Acabo de salir del armario, no quiero que también me toquen eso».
Sus temores no son infundados, puesto que el juez conservador Clarence Thomas defendió en el fallo revisar también el precedente legal que protege el matrimonio igualitario en todo el país.
A la protesta se acercó rápidamente Nicky, una mujer trans que vive cerca del tribunal, con una colorida pancarta en la que pedía «levantar las prohibiciones contra nuestros cuerpos».
«Soy trans. Mis derechos ya están siendo erosionados por congresos estatales en todo el país. No me queda la menor duda de que el Supremo atacará más derechos», afirmó.
Mirando al Capitolio, a tan solo unos pasos del tribunal, urgió a los legisladores a blindar derechos como el aborto a nivel federal, pero admitió que es imposible con la ajustada mayoría demócrata en el Congreso.
POCOS FESTEJANDO
A medida que crecía la concentración, se iba disolviendo una pequeña celebración convocada por grupos cristianos para festejar el veto al aborto con rezos y bailes, al son de Black Eyed Peace.
Un grupo de mujeres embarazadas, de la organización «Catholics for choice», se encargó de llevarles la contraria y aclarar que la religión no está reñida con el aborto.
«Estamos devastadas y presionaremos al Congreso y al presidente (Joe Biden) para que hagan lo que tengan que hacer para garantizar el acceso al aborto», dijo Shannon.
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