Luis Felipe Falcón Castellanos, de 24 años, además de trabajar en una hacienda como agricultor, estaba inmerso en el mundo delictivo. Sin embargo, para su padre, su muerte durante un enfrentamiento policial, ocurrido la noche del pasado sábado, lo tomó por sorpresa. Dentro de su casa, el hoy difunto, era un padre de familia e hijo trabajador. Nunca faltaba a sus obligaciones. Iba a comer diariamente con sus padres y luego se iba con su esposa a Santa Apolonia.
No obstante, reconoce que había una parte de la vida de su hijo que desconocía. Posiblemente manejaba una segunda faceta y estaba involucrado con bandas delictivas de la zona. Reconoció que su hijo, desde su adolescencia, estaba armado. Una vez, a sus 17 años, lo envió a comprar azúcar y no regresó. Lo tenían detenido en el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) por porte ilícito de arma de fuego (un chopo). Pero, pese a esta situación, no dejó de creer en su reformación, pues el joven salió en libertad y comenzó a trabajar la tierra. Lamentó la muerte del joven y manifestó no poder tapar el sol con un dedo. Sólo espera poder enterrar a su hijo y continuar.
Once fugitivos
Por otro lado, las Fuerzas Armadas Policiales del estado Trujillo (Fapet) continúan el rastreo de los once cómplices de Castellanos. Estos, al verse descubiertos, huyeron de la guarida, ubicada en una zona boscosa de La Ceibita. En ese lugar se repartían el botín y almacenaban las motocicletas robadas. De hecho, los efectivos pertenecientes al Centro de Coordinación Policial Nº 3, de Sabana de Mendoza, específicamente de la estación 3.5 de La Ceiba, encontraron tres motocicletas Bera, dos Haojin y un chaleco de la Guardia Nacional Bolivariana.
A Castellanos, quien fue el único que decidió enfrentar a la comisión, le incautaron una escopeta Mossberg, calibre 12 milímetros, serial L012723. Finalmente, se conoció que la banda a la cual pertenecía, se dedica al robo, extorsión, robo de ganado y secuestro.