Cualquier persona no nativa o residente que llegue a Ámsterdam, Rotterdam, La Haya, Delft, Harlem o cualquier ciudad del Reino de los Países Bajos, país más conocido en el exterior como Holanda, se sorprende por la cantidad de bicicletas que puede observar en las calles, tantas que son frecuentes los arrollamientos por parte de esos vehículos, en su mayoría con peatones despistados como víctimas, personas que tratan de cruzar las vías sin observar hacia todos lados y percatarse de que no hay peligro.
Se calcula que en el país, el 84% de los 18 millones de habitantes tiene al menos una bici, cicla o bicicleta, de diferentes tipos, porque también causa admiración por la cantidad de modelos existentes, eléctricas o convencional, o sea, impulsadas con las piernas, cada tipo con una barra diferente, las hay plegables, que, prácticamente, puedes reducirla cuando entras al metro, las hay fitness o confort, para desplazarse sobre ellas con tu cuerpo erguido, muy recomendadas para las personas que padecen de dolores en las piernas, espalda o cintura y por último, las eléctricas, para aquellos que desean salir a pasear sin sudar, simplemente a pasear, disfrutando visualmente los paisajes. Pero también existen con cabina frontal o trasero, para llevar pasajeros, especialmente niños, igualmente, existen las que, delante o detrás, llevan un compartimiento utilizado para transportar mercancía.
Cada ciclista aficionado u obligado, en todo Holanda tiene a su disposición 88 mil kilómetros de rutas, 500 sólo en Amsterdam.
¿A qué se debe que existan tantas bicicletas en Holanda? Es la pregunta que podría hacerse cualquier visitante a esa nación y hay explicación a esa pregunta: entre los años 70 y 80, altos funcionarios gubernamentales llegaron a la conclusión de que era necesario hacer algo para aliviar el problema que para los habitantes de cada ciudad representaba la existente excesiva cantidad de vehículos a motor y también la ocurrencia constante de accidentes con saldos, en su mayoría fatales, pero, igualmente, con personas lesionadas, muchas de ellas con necesidad de hospitalización y por ende imposibilitados para trabajar.
La situación se agravó en 1972 cuando los congestionamientos automotores eran gigantescos, por lo que se inició una campaña para fomentar el uso de la bicicleta, resaltando sus beneficios.
Aparecieron médicos recomendándolas para aumentar la capacidad cardiovascular, haciendo hincapié en que con el esfuerzo que se hace al pedalear se fortalece el corazón y mejora el flujo sanguíneo, importante para mejorar el metabolismo. Igualmente, se dirigían a las personas con sobrepeso, advirtiéndoles que los cuerpos con excesos de kilos eran propensos a determinadas enfermedades y que, usando la bicicleta, quemaban grasa, perdían calorías y reducían el colesterol y los triglicéridos.
La campaña surtió efecto y en la actualidad, cuando los Países Bajos tienen, oficialmente, 18 millones de habitantes, existen unos 24 millones de bicicletas y 37 mil kilómetros de carriles exclusivos para ese tipo de vehículos cuyos propietarios, además de sentirse saludables, disfrutan de beneficios oficiales, como el de no pagar impuestos por su uso, sin obligación de usar casco protector, cumplir horario para sus desplazamientos y la única obligación que deben seguir es indicar con el brazo hacia dónde va a cruzar.
Además, en numerosos lugares existen parqueaderos gratuitos y, por si fuera poco, las autoridades de Amsterdam construyeron uno gigantesco, de tres pisos, en pleno centro de la ciudad, con capacidad para unas 7 mil bicicletas en el que los dueños no pagan nada si las dejan sólo por un día, después tendrán tarifas especiales. Con razón a sui valor, las sencillas están actualmente entre 200 y 600 euros.
Pero las ciclas han creado otro problema para las autoridades pues diariamente se roban 850 unidades, muchas de las cuales, unas 15 mil en Amsterdam. son echadas a los canales, lo que obliga a llevar a cabo permanentes operativos de recogidas.
Por todo lo anterior, amigo visitante a Países Bajos, Nederland, o simplemente Holanda, cuando visite ese país de los canales, no se extraño al ver tantas bicicletas y al cruzar cualquier calle, mire bien hacia todos lados para no ser atropellado por alguna de ellas.
Hugo J. Boscán
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