Argimiro González, la voz de oro de Carvajal, un galán en sus tiempos mozos, es uno de esos amigos que recordamos con admiración, afecto, cariño y respeto. Uno de los grandes de nuestra generación. Con su Cuatro, Guitarra y partituras de las canciones que entonaba con su sensible voz a las musas de aquella sabana de los dioses, La Sabana de Santa Rosa de Carvajal, sabana, que al escuchar esa sublime sonoridad se agigantaba entre sus cordilleras.
Argimiro es un extraordinario conversador. Aún conserva ese verbo que tanto cautiva y fascina al más escéptico mortal. Con Argimiro vivimos la época de oro de nuestra existencia juvenil. Una época, donde lo rural y lo telúrico perduraba ante la inminente llegada del oro negro. No obstante, se sentía el murmullo de las rockolas, los bares y los botiquines, que perturbaba aquel mundo paradisiaco. Era la lucha entre la era pre industrial y los primeros síntomas de la modernidad. El mundo de Édison y la electricidad.
Generación Dorada
La nuestra fue una generación (año 1950) que creció entre hermosas familias que cultivaron la amistad, la generosidad, la solidaridad y la vecindad. Que llevaban en lo más profundo de su corazón el espíritu de religiosidad que deparaba el evangelio de cristo. En este entorno natural, social y cristiano creció Argimiro González recibiendo el calor del amor familiar. Fue educado con los principios y valores del catolicismo siendo bendecido por el padre Francisco Viloria, don de la bondad y la presencia divina.
En esos días, sus manos comenzaron a vibrar al calor de las cuerdas del cuatro y la guitarra. Seguramente su tío, el profesor Eleazar González fino ejecutante de las cuerdas, picoteo el alma musical de aquel joven, extasiado por el fascinante mundo de las melodías, al tono de los hilillos misteriosos del cuatro. Su vocación por la música y los instrumentos de cuerdas despertó a temprana edad. Así comenzó de forma espontánea su carrera artístico musical. Sus primeras canciones acompañadas con su cuatro, las mostro por callejones y veredas de la sabana de los dioses. Imagino que ese don musical que se prendió en su alma desde la infancia vive contigo en esas tierras lejanas donde el exilio golpea la nostalgia y la melancolía de tu vieja sabana de Carvajal, tu tierra de encanto, de tu familia, de tus amigos y de tus amores. Tu espíritu sigue siendo jovial y maravilloso. En cualquier horizonte que te encuentres eres parte fundamental del patrimonio artístico, cultural y musical de Santa Rosa de Carvajal. No tengo la menor duda, que en esas tierras lejanas tus amigos y amigas mantienen una imagen histórica, geográfica y musical de este entorno natural que te vio nacer, entre, los que al igual que Tu, entre otros son nuestros grandes músicos: Luis, Reinaldo, Chalino y toda la familia Castellanos, Enrique Silva, Gonzalo Villareal, Elio “Cara E Cabra” Abreu, Ramón Becerra… símbolos de la lira de la mágica sonoridad de nuestra geografía…
Parece que fue ayer
Los encuentros con Argimiro González en la plaza Bolívar de Carvajal significaron para toda una generación grata y placentera conversación sobre la vida cotidiana de un pueblo en el que su gente disfrutaba con alegría los días con sus noches, entre cuentos y relatos sobre la vida y los goces de la existencia humana. Entre bromas jocosas y risas Argimiro González con su cuatro y sus canciones despertaba entre todos nosotros la pasión por el ideal de la belleza. Su canción favorita, una balada preciosa, del conjunto de moda, La Formula –V- “Cuéntame”. Argimiro que cosa tan maravillosa recordar esos momentos tan gratos para nuestras vidas. Cuan eterna gratitud para quienes nos dieron el don de la vida. Es lo más hermoso que nos pudo pasar. En ese encuentro vital, Los Maya, Pedro Borjas (hijo), Laito, Mierda e Perro, Los Cano, Sacramento, El Iguano, todos como un coro musical tarareando cuéntame. Que delicia. Terminada esa faena musical, montábamos en la camioneta del maestro Carlos Simancas. A recorrer la sabana de los dioses entonando el himno de Radio Rochela y Cuéntame.
Como no recordar esos encuentros maravillosos en los distintos lugares de la sabana de los dioses, donde jugábamos la pequeña pelota, el béisbol deporte popular más importante del mundo. Una experiencia que se vivio con tanta pasión donde se fortaleció ese bello sentimiento de la amistad.
Un compromiso
Tienes que contar mucho, amigo Argimiro. Aprovecha esa experiencia del exilio para que escribas o grabes tantos recuerdos de aquella época, donde tú fuiste un protagonista del mundo musical, el trabajo, la responsabilidad familiar.
Argimiro apreciado y estimado amigo recuerdo con mucho cariño a tu abuela Rosa, a tus hermanas Judith, La Nena y Carmen González, quien tiene sobre ti un amor especial. Además, con mucho afecto a la familia Quintero. Espero te encuentres bien en esos lares del exilio. Tienes mucho que contar amigo.
Tu amigo de siempre Ramón Rivas Aguilar “Lapo”.
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