“Entró por la picadora, por aquí pasó, nos dio la mano y dijo que nos había aprobado la construcción de las viviendas; tiempo después nos contaron que se habían robado la plata de las casas y aquí seguimos con los ranchos”, así recuerdan en San Pedro la promesa que les hizo Jorge Arriaza –en su tiempo de vicepresidente de la República- cuando visitó a Trujillo y caminó por la barriada.
Hace tres años que el equipo reporteril de Diario de Los Andes visitó el lugar que se encuentra en el lecho mayor del río Momboy, contiguo al puente Las Adjuntas y muy cerca del mercado mayorista Makroval. En el lugar, que comenzó como una invasión hace aproximadamente una década, los ranchos y alguna que otra casa se muestran sin ningún signo de cambio, aunque sin duda ahora hay más niños.
“Aquí no llega ni comida ni las ayudas de la que habla el Presidente, los médicos no han venido, aquí vivimos en pobreza extrema, necesitamos que nos cumplan con las viviendas”, expresó María Alejandra Becerra, quien además resaltó que cuando llueve tienen que correr con los niños a resguardarse en la cancha techada porque el agua que cae de la parte alta de la carretera, traspasa los ranchos hasta llegar al río.
San Pedro, igual que la mayoría de las comunidades que bordean el Momboy se encuentran en alto riesgo por ubicarse en parte del lecho mayor del río, cuyas piedras gigantes que reposan a lado de los ranchos de zinc dan fe de los dominios que pueden reclamar las corrientes del agua en una crecida.
Aunque los residentes reconocen que con antiguas gestiones del Consejo Comunal se logró la construcción de una parte del alumbrado público, la cancha techada y tuberías de agua potable con conexión rudimentaria y deficiente, el sistema de cloacas quedó incompleto, “ni hablar de las carreteras, si no nos han hecho las casas menos las calles”.