A 9 días de la cuarentena: Boconeses desesperan por malos servicios públicos

Algunos ancianos y por supuesto los indigentes se niegan a la cuarentena.

 

“Cargamos agua de una casa a otra, salimos a lavar los trapitos donde el vecino o la hija, cocinamos en fogones o, cuando hay luz, en las cocinas eléctricas, el aseo urbano brilla por su ausencia, los ahorros se agotan y las despensas quedan vacías”, cuenta la señora María Torres en nombre de su núcleo familiar. Así viven la cuarentena colectiva anunciada por el Ejecutivo Nacional ante la presencia del Covid-19 en Venezuela.

Como María, a cada familia comienza a preocuparle e incluso a desesperarle los pésimos servicios públicos indispensables para mantenerse en casa y bajo parámetros de higiene básica. “El vecino de al lado o del frente también lo puede corroborar”.

Las calles desoladas ejemplifican el vacío de los hogares. Algunas personas piensan que las medidas drásticas además de ser necesarias para mitigar el coronavirus también fueron anunciadas porque realmente no estamos preparados para salir ilesos de la pandemia. Los hospitales colapsarían y las personas morirían de mengua.

 

En el centro de la ciudad de Boconó se observa mayor flujo de personas.

Desde el más humilde hasta el más pudiente comienza a replantearse una nueva forma de vida ante la cuarentena que ya comienza a significar un cambio interno, un acercamiento familiar y un acobijo espiritual. El encierro produce ansiedad, una ansiedad que en Venezuela no es fácil de saciar. Al menos en la parroquia El Carmen del municipio Boconó no ha llegado la caja Clap.

Berta Delfín, habitante del sector Las Flores, cuenta que estos primeros días ha vivido la cuarentena con deficiencias, “el agua tiene más de 15 días sin llegar por tubería, el aseo no pasa desde hace dos meses, los artículos de primera necesidad tienen alza diariamente, mis ingresos salariales son insuficientes, pero gracias a Dios tengo a mis hijos que me ayudan”, cuenta.

Su temor es compartido con otros testimonios que prefirieron mantenerse en anonimato, “temo que ante lo que padecemos se produzcan saqueos, que la desesperación y el hambre obliguen a robar y a exponerse a un inminente contagio. Por eso le pido a Dios su protección divina, a nuestros paisanos aferrarnos a él, el único que puede sanar esta tierra”.

 

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