A 200 años del abrazo entre Bolívar y Morillo en Santa Ana

El Armisticio, símbolo de reconocimiento, humanismo, diálogo y honor

Jorge Valero

 

El embajador permanente de Venezuela ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y demás organismos internacionales con sede en Ginebra-Suiza, Jorge Valero, en una oportunidad reflexionó a propósito del Armisticio, que hoy traemos a colación a 200 años de aquel significativo Abrazo entre Bolívar y Morillo en Santa Ana, Trujillo, el 27 de noviembre de 1820.

Valero señala que la región trujillana está llena de acontecimientos históricos; de sueños redentores, de «artes encantatorios» y de valores trascendentales. “Santa Ana de Trujillo que hoy nos ofrenda su cáliz, no es otra que la continuadora de los procesos de libertad, iniciados en Filadelfia en 1775 y París en 1789, con sus proclamas sobre los Derechos del Hombre”, señala el embajador.

Trujillo y su legado

Argumenta Valero que por lo antes expuesto, Santa Ana es precursora, por lo tanto, de los Derechos Humanitarios que regularían la guerra, los cuales tendrían que esperar para ser reconocidos como tales, hasta los Convenios de Ginebra de 1949; casi siglo y medio después de que el Libertador Simón Bolívar y el General realista Pablo Morillo, pusieran las piedras fundacionales del humanismo moderno.

“Trujillo fue escenario de importantes decisiones que cambiarían la geopolítica de nuestra América y del mundo. Lugar escogido por Bolívar, en el año 1813, (durante su Campaña Admirable), para promulgar el Decreto de Guerra Muerte. Hasta el momento de aprobarse ese decreto la lucha en suelo patrio había sido una guerra civil entre venezolanos que respaldaban a uno u otro bando, muchas veces por casualidad, otras por convicción. El poder colonial, mientras tanto, se beneficiaba de esa circunstancia”.

Explica el diplomático que el Decreto de Guerra a Muerte estuvo vigente desde 1813 hasta 1820, cuando se produce -nuevamente en tierra trujillana- el encuentro entre Bolívar y Morillo. “Las fuerzas realistas se debilitaban progresivamente en los campos de batalla. Al proponer el Armisticio a las autoridades de Colombia, el General Morillo reconocía la derrota militar que estaban sufriendo los ejércitos de la Corona. El acuerdo ofrecía a Morillo una salida honorable para no marcharse derrotado”.

 

Mínimo respeto

La lucha por la Independencia de Venezuela enfrentaba a dos contrincantes irreconciliables y había sido practicada sin cuartel, llegándose a excesos de violencia tal que ambos bandos querían moderar. “Bolívar y Morillo acordaron en Santa Ana establecer un mínimo de respeto entre los que combatían en bandos contrarios, porque hasta la guerra necesita pautar un mínimo de normas de humanidad. Y es que la vida y su preservación deben ser la deidad superior (Dios supremo) en la historia del homo sapiens”.

 

Trascendente humanismo 

Afirma Valero que con la firma del Armisticio, Bolívar es reconocido, por primera vez, como Jefe de Estado de Venezuela por la corona española. “La firma del Armisticio y el consiguiente abrazo de Bolívar y Morillo en Santa Ana, son acontecimientos de trascendente humanismo”, acotó.

Reflexiona el embajador venezolano ante la ONU, que el Libertador fue un gran estadista y un guerrero excepcional. “Sus decisiones políticas siempre tuvieron el sentido de las proporciones. Cuando llega a Santa Ana de Trujillo está convencido de la necesidad de humanizar la guerra”.

Añade: “La violencia de la fuerza –dijo alguna vez- arrastra consigo la propia destrucción. Y sin renunciar a la determinación combativa de un genio militar, expresó con magnanimidad: El verdadero guerrero se vanagloria de vencer a sus enemigos, mas no de destruirlos”.

 

Aportes filosóficos-políticos

Para Valero, Bolívar atesoró los aportes político-filosóficos de la Ilustración y estaba familiarizado con las teorías de los derechos naturales y el contrato social. También dejó claro que comparte la idea de su profesor británico John Lynch, quien afirmaba: “Bolívar no era un esclavo de los ejemplos de Francia y Norteamérica. Su revolución fue única, y, al desarrollar sus ideas y políticas, no se preocupó por imitar los modelos del mundo occidental, sino por responder a las necesidades de su propia América”.

Recalca que el Libertador defendía una concepción humanista en materia de derechos humanos, argumentando que las ideas de Bolívar coinciden integralmente con los principios reconocidos universalmente en nuestro tiempo, como derechos fundamentales del hombre. “Los actuales instrumentos internacionales en materia de derechos humanos, están basados en un principio de Simón Bolívar: Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derecho”.

Valero sostiene que el Tratado de Armisticio y Regularización de la Guerra, suscrito en Santa Ana de Trujillo, el 27 de noviembre de 1820, es el más importante antecedente del Derecho Internacional Humanitario; 44 años después, en el año 1864, se realizaría en Ginebra la primera Convención del Derecho Internacional Humanitario.

 

Peores circunstancias 

Insiste que el encuentro entre Bolívar y Morillo, quedó registrado la memoria histórica, como una gran muestra de magnanimidad (grandeza). “Habla de la necesidad de que, aún en las peores circunstancias de confrontación política y militar, y manteniendo en alto cada contendiente sus banderas, es importante sentarse en el tribunal de los hablantes, para dialogar; para llegar a acuerdos y encontrar coincidencias que permitan canalizar civilizadamente los asuntos nacionales e internacionales”.

Reflexiona que el abrazo entre tan “recios contendientes”, como Bolívar y Morillo, puso de relieve el valor moral que tiene la vida de la especie. “Muchos han creído – sin razón- que la defensa de intereses crematísticos, de proyectos políticos retrógrados, o de aventuras militares imperiales, pueden justificar, incluso, los más aberrantes crímenes en contra del ser humano”.

 

Es posible

“Los sueños son prefiguraciones de lo posible. En nuestro tiempo histórico las utopías pueden convertirse en realidad, si nos inspiramos en el imaginario redentor que ilumina la vida de la especie. América Latina y el Caribe transitan hoy entre el vivificante influjo de la reflexión, y la azarosa constelación creadora de la revolución humana, avanza conquistando mayores espacios de solidaridad”, reflexiona Valero, especificando que los postulados de aquel encuentro entre Bolívar y Morillo, pudieran fácilmente contribuir a la paz mundial en tiempos de turbulencia.

 

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Por: Alexander González

IG: @AlexGonzalezDigital

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