A 191 años de la muerte del Sol de América | Por: Eduardo II Zambrano*

 

Bolívar es el protagonista de la historia que más intensamente ha tocado el corazón de los venezolanos, su doctrina no tiene comparación con algún otro héroe. El ideario de Bolívar no se fabricó de antemano para luego, cual catálogo de instrucciones, redimir la América; ocurrió precisamente lo contrario; Bolívar libertó, y en los siguientes 100 años de su muerte, se fue recogiendo todos sus papeles que hoy conforman su vida pública.

Su labor ha sido profusamente deformada por ciertos autores y políticos escudados en su nombre, para así presentarnos una figura amalgamada de palabras nunca dichas. Ello ha devenido en una luxación de su imagen pública; más en estos tiempos, en donde se puede encontrar en las redes cualquier escrito, opinión o crítica sobre dicha vida pública, sin fuentes, que se van agregando a pensamientos y palabras no escritas por el héroe. Tal deformación pasa por el agravio de generar la duda germinada sobre la causa de su muerte, lo que ha instaurado un ambiente de recelo en torno a un posible asesinato.

A diario hay capsulas por redes sociales, impulsando y publicando pensamientos, doctrinas y palabras puestas en el contexto de Bolívar que nunca fueron escritas por él. Algunas son fácil desmontadas porque no pasan el aforo histórico; lo malo es que, por cada una que demostrando sus falacias, cien más aparecen inundando el ideario.

Necesario es ya que el Pensamiento Bolivariano comience a difundirse, tanto objetivamente como profesionalmente. La historia del Padre de la Patria, a sabiendas que no es una, encamina su personalidad en cada contexto histórico que ha surcado: Bolívar el de la Sociedad Patriótica; el de la perdida de Puerto Cabello; el del Puerto de la Guaira apresando a Miranda; el de la Campaña Admirable; el de la emigración a Oriente; el de Kingston y su Carta de Jamaica; el de Angostura; el de Colombia la Grande; el del Armisticio; el de Carabobo; el de la liberación del Sur; el del atentado a su vida; Bolívar, el del Camino a Santa Marta. Y entre ello, los huecos históricos que se engranan con la documentación correcta llenando su gesta, su Ideario.

La corriente estereotipada de Bolívar no comienza en el siglo XXI, sus inicios se remontan a su indolente creador, Antonio Guzmán Blanco, quien entre 1870 a 1888 optimizó un proceso con el fin de enaltecer y mitificar al eterno Bolívar, por encima de la condición humana, llamada en su tiempo “Glorias de Bolívar”; de la época hoy tenemos las “Memorias de O’Leary” y “Los documentos para la vida pública del Libertador”, de Blanco y Aspurua. Así, muchos otros, tal es el caso de “Venezuela Heroica”, de Eduardo Blanco.

De allí nos llegan las fábulas y mitos más arraigados; como aquella despedida de Camejo, quien, herido de muerte en el campo de Carabobo, va a despedirse de su General Páez: “vengo a decirle adiós, porque estoy muerto”.

Los avatares del Ideario fueron “increscendo” con Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez. También López Contreras, quien creó un partido político bolivariano (el primero). El Libertador fue transformado en “mito” y muchas veces lo acompañaban con cuentos fabulados. No es de quitar que todos ellos fueron magnos bolivarianos; quizá olvidando la Proclama, su última, del 9 de diciembre de 1830; “… si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la unión…”

¿Quién tiene la verdad?; decodifiquemos: el viernes 17 de diciembre de 1830, en San Pedro Alejandrino, estaba un moribundo; era nada más y nada menos que aquel que creó a Colombia la grande en 1819; y quien dirigió los destinos de esa nación hasta hacia pocos meses atrás.

Reverend ve a Bolívar el 1° de diciembre; su experiencia indicaba que el paciente estaba realmente mal; dado lo limitado de sus conocimientos pide consulta al Médico M. Night, que se encuentra a bordo de la goleta de guerra “Grampus”, de bandera norteamericana. Night escucha y Reverend decide, para el 6 de diciembre, trasladarlo a la Quinta. Ello quedó registrado en el Boletín N° 2, emitido en diciembre 2.

Bolívar, consciente de su precaria salud, se confiesa con el Obispo José María Estévez, recibe la extremaunción de manos del padre Barranco. Su testamento lo dicta el 10; allí hizo el loable llamado a la unión de los pueblos y el cese a los partidos.

Sabemos que la mitificación del posible asesinato del Libertador, pasa por establecer el encubrimiento y traición de todos los que acompañaron a Bolívar en su último padecimiento. Todos ellos de probada lealtad, en vida del Libertador y posterior a su muerte. La vida de ellos hoy se conoce en detalle. No ha existido nunca la posibilidad de que alguno de ellos sea acusado de atentar contra el Libertador; varios con lazos sanguíneos y cercanos a la familia de Bolívar.

Hoy es honorable saber que el Ideario Bolivariano, lentamente está siendo rescatado de la indolencia abusada de sus detractores.

*Arquitecto

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