Reina J. Cegarra S.*
Simón José Antonio de la Santísima Trinidad, vino al mundo a cumplir una misión providencial, al respecto la vida de los escogidos son duras, difíciles, dolientes, tristes, pero revestidas de gloria, de honor indescriptible y grandeza eterna, cumplidos los cometidos impuestos por la suprema divinidad; para ello son dotados de una inteligencia superior; la historia a través de los siglos nos reporta la existencia de esas vidas convertidas en vivos y luminosos ejemplos para la humanidad, entre otros Jesús de Nazareth, Alejandro Magno, Ludwing Van Beethoven, y el personaje que nos ocupa.
Seres de carne y hueso con defectos y virtudes, con necesidades físicas, psíquicas, espirituales, emocionales, extraordinariamente capaces para acometer las geniales obras que los catapultaron a entrar y mantenerse en el Olimpo de los Grandes Genios, dejando sus mortales huellas en el planeta que nos cobija, solo es cuestión de buscar para encontrarlos y seguirlos.
MUERTE Y DESTINO
La muerte se enseñoreó en la vida de Simón, se encargó de separarlo cruelmente del mundo de sus afectos más preciados, cuando aún tenía la leche en los labios perdió a sus padres, después a su hermano mayor, al abuelo materno, y a sus 19 años, con escasos ocho meses de matrimonio en plena luna de miel, pierde el 22 de enero de 1803 a su amada esposa María Teresa Toro y Alaiza, a la que definió como “ una joya sin defectos, valiosa sin cálculo”.
Nuevamente la muerte de forma despiadada, cierra otro ciclo en la vida de Simón, dando apertura a lo que habrá de enfrentar como cualquier ser, solo, viudo, enamorado, viviendo de sus recuerdos, convertido en un amasijo de melancolía y lágrimas, dolor, desconsuelo, tribulación y angustia, toda vez que su Teresa fue el primer ser humano que estuvo plenamente unido a él, con quien esperaba compartir, la existencia, sueños, ilusiones, proyectos, pero… todo se le fue de las manos, terminando sumido, en una profunda crisis depresiva que se manifiesta al confesar: “Yo la he perdido y con ella la vida de dulzura de que goza mi tierno pecho”…” el dolor ni un solo instante no me deja consuelo que buscar”…”deplorable y triste suerte a que me hallo condenado”
Ante tan funesto estado espiritual y emocional, la soledad personal, los problemas de orden comercial, conflictos familiares, fuertes desavenencias con vecinos, enfrentamientos con autoridades, todo le impulsa a marcharse a otras latitudes para encontrarse a sí mismo y alcanzar sosiego; así que sin dudarlo emprende viaje y a mediados de diciembre de 1803 está en Cádiz, pasa a Bilbao y de allí a Madrid, llegando a París el 18 de mayo de 1804,donde continua su etapa difícil, y expresa: “París me gusta, a pesar de ello no estoy contento, me parece que la desgracia no quiere alejarse de mi”… “el silencio de mi país y la monotonía que allí reina, trajeron a mi alma el aburrimiento más terrible y la desesperación, es por ese motivo que abandoné el seno de mi familia para venir a esta capital a divertirme”.
IRRESISTIBLE VIUDO
El rico y aristocrático caraqueño, Teniente de la 6ta.Compañia de Blancos Voluntarios del Valle de Aragua de Venezuela, arrendó una residencia cerca del Louvre y las Tullerías; arrogante, atractivo y elegante joven de piel blanca, vivaces ojos negros de mirada profunda, encrespado cabello castaño, recto perfil, labios muy bien definidos, cuerpo delgado, temperamento nervioso, seguro de sí mismo, se estrenó como irresistible viudo, comenzando a llevar una vida despreocupada y libertina, lució la última moda de la época, con derroche de juventud, dinero y alta posición social, se dedicó a coquetear con las damas más bellas y dispuestas de la ciudad, apostando al juego, al baile, y al buen vino.
ADIÓS A LA DEPRESIÓN
Entonces aparece en escena la mujer que lo cambió todo, cuando entre muchas fiestas a las que asistía, arribó finalmente al Gran Salón de Fanny Dervieu Du Villars, la aristócrata y hermosa francesa que se reunía y alternaba con la élite intelectual de París, quien además era su pariente; Simón se prenda de la bella dama de finos modales y exquisita charla, ambos se cautivan, él con su gran necesidad de sentirse vivo y amado, ella con su experiencia femenina, cumplió el rol de amante, de amiga, de madre, de guía, le sembró al ardiente joven el deseo de libertad, lo indujo a departir con los grandes intelectuales revolucionarios de la época, lo que contribuyó a que superara la gran pena que lo afligía.
En el salón de su amada conoció a Humboldt y Bompland, descubrió a los grandes autores de la ilustración, Rousseau, Montesquieu, Voltaire, Locke, despertándose su inquietud por la política, recibió el influjo de la revolución francesa, contempló la coronación de Napoleón, y para cerrar el círculo gratamente se encontró con su maestro Don Simón Rodríguez, quien le exige reflexión y recogimiento sobre la vida desordenada que llevaba, juntos se van a Roma y el 15 de agosto de 1805 hace el juramento en el Monte Sacro, un reto que lo impulsó a dar inicio a su gesta libertaria y hacer de Hispanoamérica un territorio libre de esclavitud con alcances políticos, sociales y morales para todos sus conciudadanos.
SU NUEVO DESTINO
La relación de Simón y Fanny fue una extraña exaltación romántica, un amor de verdaderos amantes, con regalos, confidencias, proyectos, lágrimas de encuentro y despedida, declaraciones de amor eterno, intimidad inolvidable entre ternura y pasión. Lo interesante se observa en la abismal diferencia de aquel hombre que llegó de América a París, destrozado, desamorado, abatido, rebosado de dolor y tristeza, casi que abandonado de sí mismo, y al tratar e intimar con Fanny se transforma en un gran personaje, de quien Humboldt dijo haber encontrado: “conversación animada, amor por la libertad de los pueblos, entusiasmo sostenido por las creaciones de una imaginación brillante”
Bolívar había vencido la depresión, ya estaba listo para iniciarse como escogido en el cometido ordenado por la providencia, Fanny lo liberó de la ruina física y espiritual, impulsándolo a encontrar su nuevo destino.
SEPARACIÓN DE LOS AMANTES
Los amantes se separan en 1806, la gran distancia no les permite volver a encontrarse, así como las fuertes responsabilidades del jefe de la libertad suramericana, siendo importante destacar que Fanny ocupó el corazón de Bolívar desde la viudez hasta su muerte.
Regresa a la América, a su amada Caracas, y en 1810 inicia su vida pública, desde la Sociedad Patriótica, con su ardiente llamado a la independencia, cuando con profunda vehemencia arengó:: “Es que trescientos años no bastan”. Los siguientes veinte años fueron los que le dieron brillo militar y político, marcando con sus originales y grandes ideas los acontecimientos que generaron la independencia de América del Sur.
Con la pérdida de la primera república, aprendió y nos legó que “el liderazgo lo es todo”. A la caída de la segunda república con su mente analítica escribe la Carta de Jamaica, epístola profética que describe el más completo y deslumbrante panorama de la situación y futuro del continente.
En 1819, en una campaña osada desafía las cumbres andinas, liberando a la Nueva Granada con la batalla de Boyacá.
En 1821 no acepta fórmulas intermedias con la corona española y triunfa en las llanuras de Carabobo, sellando la independencia de la patria venezolana.
Las luchas constantes permitieron a Bolívar y su ejército patriota, expulsar definitivamente a las tropas españolas de Fernando VII de la América del Sur, los cañones y espadas de Junín, Bomboná, Pichincha, Ayacucho, convertirlo en el héroe del continente suramericano y padre de cinco naciones.
FINAL DE LA LUCHA
La guerra ha terminado, alcanzó la gloria como Libertador de un continente…pero las intrigas políticas se iniciaban desde sus compañeros de lucha independentista, convertidos en sus voraces enemigos, con ofensas y acusaciones desmesuradas, que hollaron en la más profunda sensibilidad del héroe.
Hastiado, obstinado de las rencillas, del tenso ambiente causado por los crímenes políticos, frustrado afirmó: “He arado en el mar”, y en mayo de 1830 se retira irrevocablemente de la vida pública, con marcados signos patológicos, pues los veinte años invertidos en construir heroicamente una nueva y diferente epopeya histórica, a campo traviesa sobre el lomo de un caballo y de una mula, resistiendo frío, calor, hambre, sed y cansancio, durmiendo a la intemperie, recorriendo imponentes distancias a través de montañas, páramos, pantanos, caminos, ríos, bajo sol y lluvia, vientos, tempestades, desbastaron su resistencia física y anímica; sin embargo en la puertas del sepulcro, su prodigiosa mente, su alma noble y elevada pudo recordar y revivir nuevamente sus amores con Fanny Du Villars, y por ello el 6 de diciembre de 1830, rompe su silencio del cual ella se quejaba y le escribe…
Santa Marta, 6 de diciembre de 1830
Quinta San Pedro Alejandrino
Querida prima
¿Te extrañará que piense en ti, al borde del sepulcro?
Ha llegado la última aurora, tengo al frente el mar Caribe azul y plata, agitado como mi alma por grandes tempestades, a mi espalda se alza el
macizo gigantesco de la sierra, con sus viejos picos coronados de nieve impoluta como nuestros ensueños de 1805.
Por sobre mí el cielo más bello de América, la más hermosa sinfonía de colores, el más grandioso derroche de luz…y tú estás conmigo en los postreros latidos de la vida, en las últimas fulguraciones de la conciencia.
¡Adiós Fanny! Esta carta llena de signos vacilantes, la escribió la misma mano que estrechó las tuyas en las horas del amor, de la esperanza y de la fe, ésta es la letra que iluminó el relámpago de los cañones de Boyacá y Carabobo. Esta es la letra del Decreto de Trujillo y del mensaje al Congreso de Angostura.
¿No la reconoces verdad? yo tampoco la reconocería, si la muerte no me señalara con su dedo despiadado, mostrando la realidad de este supremo instante.
Si yo hubiera muerto en un frente de batalla, frente al enemigo, te dejaría mi gloria, la gloria que entreví a tu lado en los campos de un sol de primavera.
Muero miserable, proscrito, detestado por los mismos que gozaron de mis favores, víctima de un inmenso dolor y presa de infinitas amarguras, te dejo el recuerdo de mis tristezas y lágrimas que no llegaron a verter mis ojos, ¿no es digna de tu grandeza tal ofrenda?
Estuviste en mi alma en el peligro, conmigo presidiste los consejos de gobierno, tuyos son mis triunfos, tuyos mis reveses, tuyo también mi pensamiento y mi pena final.
En las noches galantes del Magdalena vi desfilar mil veces la góndola de Byron, donde iban grandes bellezas y grandes hermosuras, pero no ibas tu, porque flotabas en mi alma mostrada por las níveas castidades.
A la hora de los grandes desengaños, a la hora de las últimas congojas, apareces ante mis ojos de moribundo con los hechizos de la juventud y de la fortuna, m e miras y en tus pupilas arde el fuego de los volcanes, me hablas y en tu voz escucho las dianas de Junín y Bomboná.
¡Adiós Fanny todo ha terminado! Juventud, ilusiones, risas, alegrías se hunden en la nada, sólo quedas tú como visión seráfica, señoreando el infinito, dominando la eternidad, me tocó la misión del relámpago, rasgar un instante las tinieblas, fulgurar apenas sobre el abismo y tornar a perderme en el vacío.
Bolívar
Una misiva que Fanny recibió y atesoró para hacer posible en el tiempo, la ratificación del romanticismo irreductible de un Bolívar tan parecido a la época en que le tocó desenvolver su periplo vital. La muerte de su esposa, fue quizás el primer acontecimiento que estremeció al héroe, dejando al desnudo su profunda sensibilidad e inquietud.
¡Juró no volverse a casar!, pero jamás dijo no volveré amar…y! volvió amar!
Bibliografía
POLANCO ALCANTARA, Tomás. SIMÓN BOLIVAR. Ensayo de una Interpretación biográfica a través de sus documentos. 1994. 1era. Edición. Impresión: Editorial Melvin. Venezuela.
GERHARD, Masur. SIMÓN BOLÍVAR. Versión española de Pedro Martín de la Cámara. Edición actualizada. 1987. Editorial Grijalbo,S.A. Caracas.
*Periodista/ Miembro Correspondiente del Centro de Historia del Estado Trujillo.