A Armando Reverón le decían el “Loco de Macuto”. Tras ser internado en varias ocasiones por una crisis psicótica, finalmente el maestro de la luz y gran artista venezolano, precursor del arte conceptual, dejó este plano el 18 de septiembre de 1954 para pintar desde lo más alto.
«Es el primer artista verdaderamente venezolano que existió, porque él estudió afuera como todos los artistas que tenían la costumbre de estudiar afuera y venían para acá a hacer lo que se hacía allá. Pero en Macuto comenzó a crear un arte autóctono», así lo señala la artista Sol Rococuchi, quien destaca que no se puede negar que las creaciones de Armando Reverón son extraordinarias.
Por ello, en su honor dedicaremos este especial para resaltar los aspectos más importantes de su vida en compañía de lo que él amaba hacer arte.
¿Para ser artista se nace o se hace?
Ambas. Reverón nació el 10 de mayo de 1889 en Caracas; según testimonios de la época, fue dado en crianza a un matrimonio de Valencia, los Rodríguez Zocca, quienes se ocuparon de su primera educación.
Sin embargo, es su tío-abuelo materno, Ricardo Montilla, quien contribuyó a despertar su vocación artística.
Estudió en la Academia de Bellas Artes y, por recomendación de sus profesores, en 1911 obtuvo una pensión de estudios en Europa donde tomó contacto con la pintura impresionista.
En 1915 regresó a Caracas para intervenir informalmente en las actividades del Círculo de Bellas Artes, del cual se le considera un representante.
Sus etapas
Período azul
Reverón pintó al aire libre sus primeros paisajes en 1916 los cuales eran resueltos dentro de una tonalidad azul.
Poco después se traslada a La Guaira donde conoce en el carnaval de 1918 a Juanita Mota, quien sería su modelo e inseparable compañera.
En 1919 conoció al pintor ruso Nicolás Ferdinandov, quien tuvo notable influencia sobre él. Siguiendo sus consejos, Reverón se estableció en Macuto.
El artista se aisló del mundo en un castillete que construyó en el estado Vargas, lugar en el que pasaría los siguientes 30 años de su vida.
Período blanco
Su vida cerca de la playa le ayudó a desarrollar una percepción más profunda de la naturaleza, y esto lo llevó a emplear un método de pintar que se adecuaba a su afán de representar la atmósfera del paisaje bajo efectos del deslumbramiento producido por la luz directa del sol.
Creó valores cromáticos e ideó nuevos soportes. Entró así a su período blanco, que se ubica aproximadamente entre 1924 y 1932.
Reverón fue miembro sobresaliente de la Academia de Bellas Artes.
Período sepia
Para 1940 su arte se desembocó en un «conjunto de lienzos pintados en el litoral y en puerto de La Guaira y en donde los tonos marrones del soporte de coleto constituyen el valor cromático dominante de la composición; paisajes de mar y tierra donde destacan las marinas del Playón», explica el portal VenezuelaTuya.
La obra de Armando Reverón fue realizada en gran parte en el Litoral Central de Venezuela.
Etapa figurativa
Luego de sufrir una crisis psicótica que obligó a su reclusión «se refugió en un universo mágico».
Este último período del artista estuvo caracterizado «por el empleo de materiales tales como tizas, creyones y por una fantasía teatral que se tornaba más y más incontrolable pero que, a través de un dibujo que aspiraba a la corrección académica, buscaba restituir el equilibrio emocional de Reverón», destaca el portal.
En 1953 le fue conferido el Premio Nacional de Pintura.
Juanita, su musa
En 1918 Reverón conoce a Juanita quien será su compañera hasta el momento de su muerte y más allá, porque ella fue su musa, su inspiración para varias de sus obras.
«Reverón gustó de Juanita al verla, y mientras servía la cena le agarró la pierna y le susurró: ‘Esta noche me meto en tu cuarto’. Dicho y hecho. En la madrugada se la llevó para un hotel en Villa de Cura, de allí a La Guaira y luego, a compartir su vida cuando levantó El Castillete», según refiere el escritor Juan Liscano en su libro El erotismo creador de Reverón.
Juanita murió de un paro cardíaco en el Hospital Vargas de La Guaira en agosto de 1972.
La película
Bajo la dirección de Diego Rísquez, en 2010 fue estrenada en la gran pantalla venezolana una película basada en la vida de Armando Reverón.
La cinta fue protagonizada por el actor Luigi Sciamanna, la música estuvo a cargo de Alejandro Blanco-Uribe y el guión quedó en manos del escritor Armando Coll.