A propósito del cercano cumplimiento de los 352 años de la Fundación de Carvajal este próximo 20 de 0ctubre, vienen a mi memoria gratos e imborrables remembranzas que desde muy joven me hermanan con este terruño y su gente. Tenía por costumbre visitar en su casa de familia en Campo Alegre, a mi novia Ana Magaly González con quien tengo 45 años de casado, igualmente hacer presencia casual en los campos donde se practicaba Futbol en El Amparo, Campo Alegre, Carvajal. Pero fue a partir de aquel encuentro con el destino que Dios había trazado para mí, cuando por necesidad de trabajo me vinculo de forma directa, formal e institucional con esta larga y espaciosa meseta, que en toda su extensión geográfica hoy ocupa el Municipio San Rafael de Carvajal.
Escuela “Salomón Briceño Gabaldón”
Era día lunes15 de enero de 1975 cuando como a eso de las siete de la mañana hago acto de presencia acto de presencia en la Unidad Educativa “Salomón Briceño Gabaldón” situada en la vía principal del poblado de “Las Mesetas de Chimpire”, luego de dar los buenos días, solicito al señor que amablemente hacía las veces de vigilante, que por favor me anuncie ante la directora del plantel, quien de inmediato sale, saluda e invita a pasar adelante, ya dentro del diminuto espacio que servía oficina de dirección de esta institución educativa, me le presento y le muestro el nombramiento expedido por la Zona Educativa, para ejercer en esta, como profesor de educación física, de inmediato la maestra Angélica de González en su condición de administradora de este colegio, me revelo estar agradecida con Dios por haber escuchado sus plegarias, expresándome: Lamento decirle que usted no va a dar clases de deporte en ninguna cancha, ya que tiene asignado ser el maestro de Tercer Grado Sección “B” con una matrícula de 35 alumnos. Ante tal aseveración como no tenía ningún conocimiento, ni práctica como maestro de aula, quedé todo desorientado, mi formación y experiencia era como gimnasta, disciplina deportiva que practiqué cuando cursaba estudios de bachillerato en el Liceo Rafael Rangel, ya que en 1966 llegaron al país varios gringos como integrantes del cuerpo de paz, entre estos Philips y Adam, quienes nos formaron como gimnastas e instructores, entre estos compañeros Rangelianos están Henry “Veneno” Rodríguez, Marcos Santana y este servidor. Pero como los andinos somos del tamaño del compromiso que nos ocupa el momento, frente esa realidad, asumí el reto con la seriedad y responsabilidad que me caracteriza, contando para salir adelante con el apoyo y orientación total e incondicional de los docentes activos al momento en escuela: Rosario Nava, Orlando Andrade, Cástula de Ramírez, Violeta de Bustamante, Antonieta Palomares, Josefina Duarte, Edilia Quintero, Rigoberto Fajardo, Juan Dávila, Migdaly Lobo, Enrique Matos.
Tercero, Cuarto y Quinto
Es importante destacar que a estos mismos muchachos de tercer grado me correspondió impartirles conocimientos en cuarto y quinto grado, toda una experiencia única y sin igual para ellos como estudiantes y para mi proceso de formación académica, de esta camada de alumnos recuerdo de manera especial a Rafael María Bencomo Médico Pediatra en el Hospital Universitario de Caracas, Ramona Marín Licenciada en Educación, Lesbia Abreu Licenciada en Administración, Renato Rivas Licenciado en Educación Director del Liceo Hilario Pizani Anselmi de Motatán, Avelino Andrade, inteligente y talentoso, quien con mucho esfuerzo intento culminar estudios universitarios pero las responsabilidades familiares se lo impidieron, Manuel González exitoso emprendedor en el ramo del comercio de frutas, hortalizas, verduras y vegetales.
Crecimiento Profesional
Comienzo el proceso de formación de mi mejoramiento académico y personal a inicios del año escolar 1978 en El Instituto Universitario de Mejoramiento Profesional. Hoy Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL) de donde egrese con el título de Maestro de Aula.
Permanecí activo en la escuela Salomón Briceño Gabaldon durante 28 años, 23 en aula, 3 como sub director titular y 2 dos como director encargado hasta que obtuve mi seguridad social por años de servicio al país formando nuevos hombres y mujeres útiles a la patria y la sociedad. En esos años compartí labores con hombres y mujeres marcados por principios y valores morales y espirituales ganados a contribuir en el crecimiento humano de las nuevas generaciones de Meseteros, entre ellos recuerdo a Zoila Ávila, Mirtha Rodríguez, Yajaira Parra, Esmeralda Persiela, Yoleida Graterol, Neyibe Pérez, Juana Gudiño, Yolanda Valera, Sonia Guzmán, Noris de González, Zoraida Matheus. Zulay Barreto, Ricardo Viloria, Jhoni Rivas, Luis Guillermo Pérez, Antonieta Segovia, Irma Materán, Gladys Barroeta, Juana de Sáez, Rafaela Márquez, José Gregorio Useche, Sonia Díaz, Teresa de Barrios, Dilia González, Tania Fajardo, Marlene Rivas, Gisela de Anselmi, Oly Maya, Cora Araujo, Yanet Suarez, Máyela Jerez, Marianela Rondón, Grisel Altuve, Angel Mora, Rosa, Reina, por igual con todo el personal administrativo y obrero donde destacan las eficientes secretarias Delia y Nancy Abreu.
Arribo a Las Mesetas
Al momento de mi arribo a la comunidad de Las Mesetas los servicios públicos eran inoperantes en su totalidad, tanto que las familias se surtían de agua potable mediante camiones cisternas, no había cloacas, el servicio eléctrico público y domiciliario, el aseo urbano, la telefonía pública y familiar, el servicio de transporte publico eran deficientes, la vialidad era intransitable, tenía más cráteres que la luna, la mayoría de las familias laboraban en Trujillo, Valera y unos cuantos en el Central Motatán y otros pocos de la siembra de Piñas y otros rubros agrícolas de ciclos cortos tales como: caña, cambur, caraota, maíz blanco y amarillo, yuca.
Mi larga estancia en Las Mesetas de Chimpire me permitió conocer de vista, trato hasta entablar permanente conversa compartiendo un café recién hecho en el fogon con algunos de sus primeros habitantes, quienes aún en longeva edad mantenían buena memoria como para contar que al comienzo de la instalación de la primera ranchería, está se permitía con la venia del papa del General José Cruz Carrillo dueño originario de la hacienda que ocupaban estas tierras, después pasaron a ser propiedad del General Benigno Araujo quien concedía permiso de arriendo y ocupación de forma verbal, a su fallecimiento sus herederos venden esta propiedad a Eduardo Madrid Carrasquero, personaje que es quien el poblamiento de esta aldea. De igual manera antiguos habitantes contaban que el establecimiento de Las Mesetas de Chímpire como pueblo fue promovido por familias campesinas que individualmente a mediados de julio de 1920 comenzaron a asentarse en esta apartada meseta plantada de extensa e incomparable vegetación donde moraban diversidad de animales silvestres.
Compilador Luis Huz Ojeda