Después de sortear tantos obstáculos durante 73 años, cuando va rumbo indetenible a su canonización, llega a la Iglesia “Nuestra Señora de La Inmaculada Concepción”, de La Cejita, mi pueblo natal, la reliquia de tercer grado del Dr. José Gregorio Hernández, consistente en un diminuto hueso extraído de su clavícula, patrimonio de la Diócesis de Trujillo.
Arriba el pasado 20 de Julio de 2022, procedente de la parroquia eclesiástica “San Andrés Apóstol” de Las Mesetas de Chimpire, donde cumplió su ciclo de visitas a varios sectores de esa localidad, vino acompañada de un grupo de feligreses, siendo recibida por el presbítero Endrit Urbina y los diáconos conformado por Carlos Pérez, José Reinoso y Orlando Lagiogia, servidor de Cristo, quien escribe, el propósito visitar varios sectores de esta parroquia, y luego continuar su recorrido por la geografía de las siete parroquias eclesiásticas que conforman la zona de Carvajal.
Una vez cumplida la formalidad del recibimiento viene a mi memoria aquel 5 de abril de 1965 cuando quien escribe a eso de las 7:00 de la noche, estaba sentado, entretenido, junto a mi Mamá Delia Rosa Rivas, al frente de la casa materna propiedad de mi abuela Antonia “Toña” Rivas, situada en la avenida Bolívar de La Cejita, -hoy todavía existe esta vivienda y continua signado con el número “66”-, ahí era donde en aquel momento vivíamos, y teníamos por costumbre asomarnos a ver bajar gente de la parte alta del poblado hasta la sede del Cine que en aquel tiempo existió en La Cejita, inmueble que quedaba una construcción más debajo de la nuestra, en la actualidad es la sede de Abastos “Ángelo”, sus espacios internos son habitaciones para alquilar.
Cuando inesperadamente Mamá entre alegre y alterada me dice: “Orlando mira con atención y cuidado hacía la tablita que está al lado de la repisa y me dices que vez”. Como siempre lo hacía, procedo a hacerle caso, vuelco la mirada hasta donde ella me indica y le respondo: “Mamá estoy mirando y no veo nada más que la pared, la tablita y la repisa”. Mamá ya algo más nerviosa insiste: “Orlando deja el apuro, observa con más calma la tablita”. Ante tanta insistencia porque mire, echo un vistazo de nuevo y algo impresionado entro a la sala de la casa, me acerco al lugar donde están la repisa y la tablita, quedo sorprendido al apreciar sobre la tablita, la figura de un pequeño hombrecito, bien vestido con flux negro, corbata, un sombrero, con los brazos y manos atrás como si fuese caminando hacia delante y emocionado grito: “Mamá ese es el Dr. José Gregorio Hernández, es igualito al retrato que está en la casa de la familia Betancourt”. Así recuerdo aquel acontecimiento, al igual que el nombre de muchos de los vecinos que por curiosos, dieron poca importancia a dejar de ver y gozar un puyero la película mexicana (Divertida) de Viruta y Capulina que esa misma noche se proyectaba en el Cine, eligiendo voluntariamente incorporarse a la cola, para poder apreciar de cerca lo que para muchos era un milagro, una vez habiendo visto y verificado de forma personal la aparición de la imagen sagrada del médico de los pobres en mi casa, estos mismos cinéfilos, en la medida que iban saliendo del recinto familiar de mi abuela hacia la calle, comenzaron a difundir la noticia por todo el poblado y otros lugares circunvecinos, ese día era la una de la madrugada y aun había gente afuera esperando turno para pasar a ver la figura de José Gregorio Hernández aparecida en una tablita que hace las veces de soporte a una pequeña repisa clavada en la pared de la sala.
El Día Después
Al siguiente día ya la noticia sobre la aparición de una imagen del Dr. José Gregorio Hernández en La Cejita era conocida en toda le geografía regional y hasta nacional, esto agudizo la situación y supero cualquier expectativa prevista, en los días sucesivos por espacio de más de tres meses era incontable la cantidad de devotos del médico de los pobres que hacían presencia en el lugar provenientes de otros distritos de esta entidad federal, estados vecinos: Lara, Falcón, Mérida, Caracas, y uno que otro grupo hasta de Colombia, igualmente párrocos de iglesias limítrofes, sobre todo buses con nativos del estado Zulia, tanto fue así, que hubo de recurrir al apoyo de fuerzas del orden público para poder controlar estas avalanchas de visitantes, las emisoras de radio del estado, los medios impresos El Tiempo, Panorama, Critica, El Impulso no cesaban de destacar en sus titulares este acontecimiento.
Para el momento, la administración de nuestra Iglesia local era responsabilidad del prelado Francisco Ligero, Ligero quien desde que apareció la imagen fue desconfiado, suspicaz con este milagro de Dios, personalmente se apersono al sitio para verificar, e investigar esta aparición, pero igualmente nunca emitió ningún pronunciamiento a favor o en contra. La diócesis de Trujillo era conducida por Monseñor Rojas Chaparro, quien un buen día hizo presencia acompañado de una comitiva de la curia diocesana, además de su señora madre, más algunos familiares, el personalmente fue muy acucioso y reservado durante su corta estancia en el sitio de aparición, observo detenidamente de lejos y de cerca, pero fue muy cauteloso y esquivo al momento de los representantes de medios de comunicación pulsar su opinión sobre este presunto milagro.
En esta casa también vivía otro hermano de Mama, el tío Benjamín Rivas, quien años después durante una conversa familiar al hacer remembranza de aquel hecho, señalo: “En una ocasión el tropel de gente fue tanta, y la ansiedad por ver la imagen del Dr. José Gregorio Hernández en la tablita, que se abalanzaron y desprendieron las puertas que eran de dos hojas y usaban aros en vez de bisagras, eran unos maracuchos que habían llegado y traían medio bus de flores que antes habían ido a comprar en la población de La Puerta y todos querían ser los primeros en ver la imagen para orarle y ofrendarle flores y velas, una vez controlado ese conato de desorden por la policía uno a uno cumplieron su deseo”.
Relato Vivencial
Sobre este caso el buen amigo, hoy consagrado periodista Francisco Graterol Vargas, estaba muchacho aun, era habitante del sector La Hoyada junto a sus padres y hermanos y fue testigo presencial de esta experiencia ya olvidada por muchos, y la rescata para la memoria colectiva en su columna semanal “Grateroladas” que seminalmente publica en Diario de Los Andes versión digital, bajo el título: Cuando José Gregorio Hernández apareció en una casa de la calle principal de La Cejita.
“Lo digo porque estos ojos lo vieron. Tendría unos trece años y estaba domiciliado en La Hoyada. De repente llego un fuerte rumor. A José Gregorio Hernández lo vieron en La Cejita. Junto a mis hermanas Ana y Dominga formamos parte de un largo desfilar de hombres y mujeres que se juntaron frente a la casa donde hoy queda la panadería colindante con lo que es el domicilio del colega Memo Bracamonte. Por cierto, ahí fundaron más tarde un cine.
Cuando nos tocó el turno en la cola entramos a la vivienda. Increíble, pero cierto. Pelamos bien los ojos. En el marco de la puerta que daba a la cocina estaba la figura de “mano Goyo”. De repente un hombre pelo por una filosa navaja y empezó a raspar donde se encontraba la imagen de JGH. El marco ya estaba a punto de ceder y José Gregorio continuaba en su lugar. Al tipo de la navaja lo sacaron a empellones por incrédulo y por dañar la puerta…”
Para mi esta aparición de la imagen de JGH en mi casa fue una especie de llamado que encierra múltiples significados entre estos cultivar la creencia y fe en Dios, mantener la fe en este santo sanador de cuerpo y almas, a la vez es una reafirmación de la creencia humana en los milagros.
Compilador Luis Huz Ojeda