MI GRUPO VERSUS OTROS GRUPOS | Por: Ernesto Rodríguez

 

Desde hace años diversos autores han planteado que el humano tiene una tendencia muy arraigada a identificarse y ser solidario con los miembros de su propio grupo, al mismo tiempo que puede tener una actitud de rivalidad hacia los demás grupos. Eso se ha manifestado en las guerras con una espeluznante crueldad. También en los enfrentamientos y odios entre grupos religiosos disidentes, en los enfrentamientos entre bandas mafiosas rivales, y en la xenofobia, el racismo, etc.

Joshua D. Greene (nac. 1974), neurocientífico, psicólogo experimental y filósofo estadounidense, publicó en el año 2013 una importante obra titulada: ‘Tribus Morales: Emoción, Razón y la Brecha entre Nosotros y Ellos’ (1). Esa obra ha sido muy elogiada y  Joshua D. Greene durante años estudió el cerebro humano con las más sofisticadas tecnologías científicas, y plantea desde un punto de vista evolutivo darwiniano que los humanos tenemos la tendencia a expresar esa división entre ‘Nosotros’ (mi grupo) y ‘Ellos’ (los otros grupos), una división que se desarrolló por evolución en nuestros ancestros que vivían en tribus y guerreaban frecuentemente con otras tribus.

En efecto, los psicólogos darwinianos consideran que esa tendencia la hemos heredado de nuestros ancestros que vivían en pequeñas bandas que frecuentemente se encontraban con otras bandas con las cuales podía haber enfrentamientos violentos. En ese contexto se seleccionó una simpatía y solidaridad hacia los miembros del propio grupo pero también se seleccionó la capacidad de ser agresivo con el grupo rival. Se conocen muchos ejemplos de esta ambivalencia moral del humano.

El gran naturalista inglés Charles Darwin (1809-1882) en su obra: ‘La Descendencia del Hombre’ (primera edic. 1871, segunda edic. 1874), analiza entre otras cosas el origen de la moral y dice: “Una tribu que incluyera muchos miembros que, por poseer en un elevado grado el espíritu de patriotismo, fidelidad, obediencia, coraje y simpatía, estuvieran dispuestos siempre a ayudarse mutuamente, y a sacrificarse por el bien común, sería victoriosa sobre muchas otras tribus; y esto sería selección natural” (2). Respecto a la simpatía Darwin dice: “La simpatía se dirige solamente hacia los miembros de la propia comunidad, y por lo tanto hacia los miembros conocidos, más o menos queridos, pero no a todos los individuos de la misma especie” (3).

Por ejemplo, es bien conocido que los jefes de los grupos mafiosos en Estados Unidos propiciaban la lealtad de sus miembros hacia el propio grupo, pero también inculcaban la crueldad más implacable contra grupos rivales. En la obra ‘El Padrino’ (1969) del autor italiano norteamericano Mario Puzo (1920-1999) y en la película ‘El Padrino” (1972) dirigida por el director estadounidense Francis Ford Coppola (nac. 1939), el jefe mafioso Don Vito Corleone inculca a sus miembros que deben sacrificarse unos por otros, y Don Corleone garantiza a los nuevos miembros que en el caso de que mueran, el grupo mafioso se ocupará de mantener bien a todos sus familiares. Pero Don Corleone es implacable en los enfrentamientos con bandas rivales.

En fin, esa brecha entre ‘Nosotros’ y ‘Ellos’ es material muy inflamable y por eso una de las cosas más peligrosas en política es exacerbar el odio hacia todos los que no se identifiquen con el propio grupo.

Por ejemplo, Carl Schmitt (1888-1985) fue un jurista y filósofo alemán, seguidor de Adolf Hitler (1889-1945) y ejerció diversos cargos bajo el régimen nazi entre 1933 y 1935. Se inscribió en el Partido Nazi el 1 de mayo de 1933 y a los pocos días aplaudió la quema de libros de autores judíos y autores rechazados por el gobierno hitleriano.

Su obra más importante es: ‘El Concepto de lo Político’ (primera edic. 1927, segunda edic. 1932) (4). Conocer esta obra es muy importante para detectar los estilos fascistas de un gobierno. La sección 2 se titula: ‘La diferenciación de amigos y enemigos como criterio de lo político’ y Schmitt dice: “Supongamos que en el área de la moral la diferenciación última está dada por el bien y el mal; que en lo estético está dada por la belleza y la fealdad, que en lo económico esté dada por lo útil y lo perjudicial, o bien por ejemplo por lo rentable y lo no rentable. La cuestión que se plantea es la de si hay una diferenciación especial, autónoma y por ello explícita sin más y por sí misma, que constituya un sencillo criterio de lo político (…) La diferenciación específicamente política, con la cual se pueden relacionar los actos y las motivaciones políticas, es la diferenciación entre el ‘amigo’ y el ‘enemigo’…”. Luego Schmitt en la sección 3 titulada: ‘La guerra como manifestación visible de la enemistad’ dice: “Que los pueblos se agrupan de acuerdo a la contraposición de amigos y enemigos, que esta contraposición aún hoy todavía existe y que está dada como posibilidad real para todo pueblo políticamente existente, eso es algo que de modo racional no puede ser negado”. Después en esa misma sección 3 dice: “Al concepto de enemigo (…) corresponde la eventualidad de un combate (…) La guerra es el combate armado entre unidades políticamente organizadas (…) Lo esencial en el concepto de ‘arma’ es que se trata de un medio para provocar la muerte física de seres humanos (…) Los conceptos de amigo, enemigo y combate reciben su sentido concreto por el hecho de que se relacionan especialmente con la posibilidad real de la muerte física (…) La guerra proviene de la enemistad puesto que ésta es la negación esencial de otro ser. La guerra es solamente la enemistad hecha real…”.

Llama la atención el carácter maniqueísta de las dicotomías que emplea Schmitt: ‘bien’ y ‘mal’, ‘amigos’ y ‘enemigos’, ya que no plantea términos intermedios. De hecho, Schmitt plantea que la contraposición con los ‘enemigos’ se puede dirimir con las armas y la muerte.

La historia de la humanidad ilustra que siempre se ha tratado de atribuir al grupo adversario características negativas para justificar maltratarlo o hasta exterminarlo. Así ha ocurrido siempre en el caso de la esclavitud o la xenofobia.

En fin, una de las cosas más importantes es que los humanos siempre estemos muy conscientes de esa tendencia que tenemos arraigada en nuestra naturaleza biológica resultante de nuestra evolución biológica…El antídoto es fomentar el humanismo y la fraternidad, y adquirir conciencia de que todos los humanos estamos muy emparentados porque somos el resultado de un mismo proceso evolutivo.

NOTAS: (1) Joshua D. Greene (2013) ‘Moral Tribes: Emotion, Reason and the Gap Between Us and Them’. Penguin Press.  (2) Cap. 5, Pags. 157-158 en Charles Darwin ‘The Descent of Man’. Second Edition (1874). Penguin Books (2004). (3) Cap. 4, Pag. 130, Ibid. (4) Carl Schmitt ‘The Concept of the Political’. Univ. Of Chicago Press (2007). Translated by George Schwab.

ernestorodri49@gmail.com

 

 

 

 

 

 

 

 

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