Miguel Ángel Albarrán
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«Me levanto a las 5:45am, preparo los desayunos de Francesco y Gianfranco que estudian en la mañana. Antes, intento levantarlos de la cama, cuesta un mundo eso, pero lo logro. Mientras desayunan, hago sus loncheras para el colegio, se visten y arrancamos», así comienza la descripción de la jornada de Andrea Valero, quien es madre no de uno, sino de tres atletas.
«Un martes cualquiera en mi vida», dice la propia entrevistada. Ese día, al igual que jueves y viernes, suelen ser los más apretados en su agenda familiar, porque son los de entrenamientos de sus hijos, los cuales se juntan con las clases de los Colegios «República» y «Principe de Paz».
Es la rutina extenuante de la mamá de tres noveles fútbolistas del estado Trujillo. Siempre se resalta el papel de aquellas atletas y entrenadoras, pero se olvida el papel admirable que cumplen las que hacen de representante.
«Salimos de la casa a las 6:50am, para que entren al colegio a las 7:00am», recalca la mamá de Alessandro (15 años), Francesco (10) y Gianfranco (6) Cella Valero. Señala que el mayor, «Ale», está en la sub-17 de la Escuela Don Bosco FC, mientras que «Cesco» (sub-11) y «Gian» (sub-7) pertenecen a sus respectivas categorías de la «Orazio Di Rosa» del Club Italven.
Si, esos son sus tres hijos. Cada uno con nombres de cracks que son leyendas del fútbol de Italia: Francesco Totti, Alessandro Del Piero y Gianfranco Zola. Tres volantes 10 que la abogada Andrea desde muy joven admiró por sus grandes jornadas en la Serie A de Italia y en la propia selección azurra. Como segunda afición tiene a la selección de Argentina, por lo tanto no bromea cuando dice que en otra vida sus hijos se llamarían Lionel, Rodrigo y Ángel.
«Me voy a caminar al parque y me devuelvo a la casa a bañarme para ir al trabajo pero mientras eso pasa, Alessandro debe levantarse, comer, ir a entrenar en Don Bosco FC. Después volver, bañarse y comer porque a las 11:30 comienza la hora loca número dos», sigue contando sobre su rutina la guapa abogada, al tiempo que suelta una carcajada de esas que sacan a relucir el carisma que la caracteriza.
«Es cuando sube conmigo a buscar a sus hermanos, para él quedarse de una vez en su colegio, ya que entra a las 12:15m», terminó de explicar lo que ocurrentemente llama «la segunda hora loca» de su día. Claramente la primera es al abrir la mañana. Esta dama no es de las mujeres que se agobia fácilmente por el trajín que significa estar al pendiente de sus tres retoños en un país con evidentes problemas económicos.
«Llegamos a casa Cesco, Gianfranco y yo mas o menos 12:10m, mi mamá nos ayuda con el almuerzo, gracias a Dios», continuó. «Y entonces comienza la rutina pre entrenamiento futbolístico», otra ocurrencia acompañada de la respectiva risa contagiante. Con increíble precisión hace de un relato que se supone cotidiano, un interesante guion hollywoodense en el que cualquier madre abnegada se miraría, reiría pero seguro entendería. «Se cambian enseguida, se colocan los uniformes de Orazio Di Rosa y se sientan a comer», siguió.
«Revisamos cuadernos y descansamos en una hora porque salimos a la 1:55pm al parque Los Ilustres para que tomen el transporte que los lleva al Club a entrenar. Y yo me voy a trabajar, o a tomarme un cafecito con una amiga dijera mi hijo Francesco)», precisa cual reloj suizo.
«Puede que tenga alguna reunión, deba ir a mostrar la mercancía que tengo tengo en venta y estoy pendiente porque los espero a las 5pm de nuevo en el parque para irnos al colegio de Alessandro, quien sale a las 5:30 pm y de ahí nos vamos todos a casa», remató su itinerario.
«Nos bañamos, cenamos, revisamos algo de actividades escolares y ellos se acuestan. Yo preparo los uniformes y… Para el siguiente día colorin colorado el martes se ha acabado», cerró detalladamente con un matiz de «Cuento de Hadas» y con ese peculiar brillo de sus ojos verdes.
Orgullosa de su rol soñado
«Ser madre es un poco complicado porque recibes críticas y a veces es injusto, pero más allá de la gente y la sociedad, esto es lo mejor del mundo», aseguró. Se refirió al ser mamá, como «un carrusel de emociones».
«Porque te aman, te acompañan, te enseñan, te entretienen, te dan alegrías pero sobretodo te hacen entender que nadie es perfecto y que Dios es quien define, quien decide el camino que vamos a tomar», argumentó magistralmente.
«Y ser madre de tres futbolistas es lo que soñé, no importa si sus carreras llegan hasta formación pero me queda la satisfacción de acompañarlos en cada paso que dan, de apoyarlos y levantarlos cuando es necesario. Los amo y doy la vida por ellos si es necesario», le subió emotividad a la conversación.
«La Abogada del Fútbol Trujillano»
Andrea Alejandra Valero Peña, una espigada treintañera nacida en Valera, es abogada egresada de la Universidad Valle del Momboy. ¡Soy mamá, comerciante, familiar, amiga… No sé! exclama para ella misma describirse, sin perder la sonrisa claro. Hoy día cumple con audacia la función de Comercialización en la Asociación Trujillana de Fútbol, un papel similar al que desempeñó con eficiencia en el evento Héroes del 92, en el cual fue parte de un equipo organizador que encabezó el legendario arquero Osnel García.
Ya se populariza como «La Abogada del Fútbol Trujillano», es habitual verla en los distintos estadios que son sedes de los campeonatos estadales. Andrea nunca para, en su camioneta sube y baja, resuelve sin chistar su día a día, no solo de sus tres hijos, sino lo laboral y familiar en general.
Aparte se las ingenia para crear amistades en dónde le toque estar. Es de esas madres trabajadoras que nadie le hace la agenda, pero la organiza con efectividad. Por la crisis económica y otros problemas en vez de preocuparse, prefiere ocuparse.
Está en todo, no le corre a ningún conocimiento o capacitación. Si bien es normal que esté en un Foro de Derecho Laboral o en un taller o clínica que tenga que ver con fútbol, también puede «meterle» a la Informática o encontrarse en algún Congreso de Historia o hasta participando en un Curso de Lenguaje de Señas.
Su padre jugó en Deportivo Valera
Más allá de su afición por las selecciones de Italia y Argentina, su prioridad es el fútbol trujillano. Eso gracias a su padre, Jairo Valero, un ex defensa central del Deportivo Valera de los años 60 y a su mamá Nina Peña, quien es fanatica del Trujillanos FC desde los 90. Logicamente creció en ese ambiente futbolístico, por eso en cada estadio se siente como en casa.
Vínculo amarillo y marrón
Con ese «Ángel» que la caracteriza, con ese corazón bondadoso y valiente, Andrea se gana el cariño de cualquiera que la llega a conocer. Es una Guerrera de la Montana también, al menos se pone la amarilla y marrón y de verdad se lo cree. No es una simple fanática, más allá que puede estar aupando en algunos de los partidos desde las gradas populares al lado de las barras, igual se puede ver en la tribuna principal junto a su familia.
Es que su «pandilla» familiar es encabezada por su ejemplo maternal, la señora Nina, quien de paso tiene ascendencia alemana. Organizados por el liderazgo de Andrea, todos se ponen la aurimarrón y así apoyan al Trujillanos FC durante todo el juego. Además de su trio de retoños, su hermana Annie Nava, otra ferviente aficionada al balompie, nunca falta en el «José Alberto Pérez». Dentro de su amor familiar nombra a sus demás hermanos: Asdrúbal Nava Peña, Jairo Valero La Cruz y Dayrene La Cruz.
Ese corazón alcanza para albergar una amistad especial entre su familia y un grupo de jugadores foráneos (fichajes venidos de otros estados del país e importados de Colombia) del actual cuadro aurimarrón, con los cuales se creó un vinculo especial. Andrea ya se siente como una segunda madre para Ronaldi Contreras Jr, Erick Rojas, Jesús Rocha, Jeffrey Trujillo, Nelson García y Erik Ortega.
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