Sabemos que todo año bisiesto es aquel que tiene un día más que el año común, añadido al mes de febrero y se repite cada cuatro años, a excepción del último de cada siglo cuyo número de centenas no sea múltiplo de cuatro.
Se diferencia en que consta de unos 366 días, así como del año comercial que consta de 360 días, empleado en contabilidad y matemáticas financieras a fin de reducir los cálculos entre fechas, cada mes de 30 días, indistintamente.
Su origen proviene desde Egipto antiguo, cuando se proyecta el primer calendario fundado sobre las fases lunares con solo diez meses: marzo el 1º y diciembre el último. Los romanos se acogen a este calendario pero le añaden enero y febrero. Como el mes lunar es de unos 29 días y medio y los meses 29 y 30 días, sucesivamente, da un año de 354 días, unos 11 días menos de la duración precisa. Deficiencia que origina confusiones en Roma, pues la fiesta de primavera caía por el invierno.
Entonces, Julio César inquiere con los astrónomos egipcios y modifica dicho lunario el año 46 AC. Se conoce como “Reforma Juliana”. Se implanta que los meses tengan 30 y 31 días, alternadamente, salvo febrero que debía tener 28 y cada cuatro años un día más. O sea, 29 (año bisiesto). Pero, este calendario juliano totaliza años de 365,25 días y, como el año verdadero es de 364,24 días, entonces el año juliano supera en una centésima/día, equivalente a unos 11 minutos y 14 segundos más largo que el real, diferencia similar a unos tres días en 400 años, lo cual crea otro inconveniente con el devenir del tiempo. Entonces, en 1852 el papa Gregorio XIII hace otra reforma, pues el equinoccio de primavera que debía ser el 21/3, ocurre 11 días antes, motivo por el cual decide eliminarlos durante ese año y conlleva que los años centenarios indivisibles por 400, no fuesen bisiestos. Así, no han sido como tales, los años 1700, 1800 y 1900. Pero, sí lo ha sido el 2000 y sí lo serán el 2020, 2400 y el 2800.
En efecto, no se justifica el criterio tan desdichado que absurdamente, se da al bisiesto cuya coincidencia fatídica es aleatoria, no sujeta a miras, o a pasajes bíblicos falseados, tal y como ocurriera hacia fines del Medioevo e incluso, hasta hoy día.
Sin supersticiones, ¡Bienvenido 2024 bisiesto!
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