2022: con la esperanza por delante y la Unidad como divisa, rumbo a la recuperación de Venezuela

 

Por: Luis A. Villarreal P.

Ya cerrado el capítulo del 2021, corresponde a los venezolanos atar los cabos sueltos que incómodamente han quedado como resultado de una lucha no sólo bastante deficitaria en lo que a resultados alentadores se refiere en pro de Venezuela, sino realmente comprometedora por las posibilidades de continuar en reversa o quizá de avanzar un poco por el sendero que se espera .  Es un cierre de año en ‘rojo’,  y el comienzo de otro con caminos difusos e inciertos.

Lo primero —mas no lo relevante— es la repetición de las elecciones el próximo domingo 9 en Barinas, en las que el oficialismo se ha declarado en emergencia para demostrar lo contrario al 21N, fecha en la que sí perdieron el apoyo mayoritario en el lugar considerado feudo y meca del ‘movimiento’ que ha dominado Venezuela por más de dos décadas con lamentables consecuencias.

Allí, en ese estado llanero, se han dado cita todo tipo de pasiones para evitar lo que ya sucedió el 21N; se han puesto las pilas los dolientes del oficialismo para tratar —en un franco duelo— de desviar el rumbo de los barineses que se han propuesto a «defender su voto», el mismo que el TSJ  les quiere quitar definitivamente, y en ese trágico esfuerzo han enrolado al CNE en cuya cerviz están puestos los ojos del mundo democrático.

Sin duda, es un duelo para coger palco.  Se trata de un serio compromiso para el pueblo opositor barinés que desea en este proceso lavar sus heridas y recuperar su dignidad engañada y maltrecha;  pero mucho más es lo que se juega el oficialismo, porque no sólo se trata de la gobernación de un estado emblemático del pensamiento ‘revolucionario’, sino de afrontar la posibilidad de volver a perder las elecciones, y, con ella, a través de sus organismos ‘reguladores’ comunicar al mundo su terrible realidad.

Pase lo que pase en Barinas no equipara en importancia al ‘acertijo’ que se tiene sobre la viabilidad jurídica de continuar asidos al Estatuto de Transición, ora por que según los constitucionalistas o jurisconsultos lo consideren apropiado, adecuándolo o no a las circunstancias, ora porque a través del mismo lo que puede ocurrir es el estancamiento definitivo —sin los aspirados cambios a corto plazo—, el conformismo de permanecer bajo el régimen que todos anhelan sustituir por medio de elecciones libres, pulcras, sin riesgos de parcialidad del CNE.

Quienes ya han manifestado la necesidad de una ‘nueva estructura’, tal vez para continuar con otro tipo de gobierno interino, no hablan en concierto de la necesidad de legitimar el liderazgo, cuestión que es indispensable, por cuanto es el voto popular el que certifica este cometido. María Corina y quienes estén dispuestos a una nueva estructura apoyada y actualizada por las bases —no por una AN 2015 ya obsoleta en el tiempo y carente de logros en relación al mandato de los tres pasos: cese de usurpación, gobierno de transición y elecciones presidenciales libres— deben someterse a un urgido e intenso diálogo para que con el resto de los partidos se pueda conformar un nuevo perfil unitario de la Oposición y por ende su reconocimiento nacional e internacional.

Transitar otros caminos, sin precisar el compromiso de la Unidad, sería volver por los atajos, en los que proliferan los riesgos y contrariedades.  Repetir el intento del referéndum revocatorio es un ejemplo, y parece un ciego empecinamiento de quienes sí participaron en las adelantadas elecciones presidenciales en 2018, y de quienes no tuvieron problema en reconocer esa elección; pero también es latente el coherente rechazo de quienes siempre han sostenido que lo que hubo fue usurpación.

 Guaidó, aferrado ya al gobierno interino, en su mensaje del año que concluyó, en Twitter, declaró: «Que 2022 sea un año de reunificación de los venezolanos y de volvernos a encontrar en las calles para luchar».  «El 2021 fue un año de retos, dificultades y reflexiones para Venezuela. Pero en ningún momento ha disminuido el deseo de cambio de los venezolanos», aseveró.

La verdad es que fue un mensaje bastante ‘genérico’;  sin decir cómo y por qué, invita a ocupar manidamente las calles. Con qué objeto.  ¿Acaso para lo mismo, para simplemente ‘no dejar de protestar’ y sin que estas acciones obedezcan a un plan político?  ¡No!

Antonio Ledezma aclaró que “no será posible gritar Feliz Año Nuevo, hasta que no hayamos reconquistado la libertad plena para todos los venezolanos que luchan dentro del país. Y los que estamos regados por todos los confines del mundo, desterrados por un régimen opresor que ha fracturado sentimentalmente a nuestra nación y ha roto el tejido humano de la sociedad”.

La mirada de quienes acompañan a los venezolanos de primera en su lucha por rescatar la democracia, las instituciones y poderes del Estado, el bienestar de los connacionales que han optado por huir o escapar de su ruina, estará sobre las ejecutorias de la inconexa oposición, que tendrá que abandonar esa actitud sectaria en beneficio de Venezuela.

Bueno, ojalá que se recupere tanto tiempo perdido este año. Los días corren. Serán estos quienes nos pongan al tanto. Veremos…

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