Los regímenes autoritarios son conocidos por su forma de gobierno represiva y controladora, ¡si lo sabremos en Venezuela! Se caracterizan básicamente por su falta de transparencia, violación continua de los derechos humanos y su tendencia a gastar grandes cantidades de dinero en despliegues públicos, para demostrar su poderío. Sobre este último aspecto quisiera ofrecer unas reflexiones:
Uno de los aspectos más llamativos y que tienen en común todos esos regímenes, es su propensión a organizar eventos públicos masivos, donde traen a personas de todas partes del país -e incluso hasta del extranjero- para dar una demostración de garra, fuerza y control. Estos eventos suelen estar cuidadosamente coreografiados y diseñados para mostrar al líder en una posición de poder y dominación absoluta. Estos despliegues, que van desde desfiles militares hasta eventos culturales, están diseñados para reforzar la imagen del líder como alguien fuerte y carismático. Dime de qué alardeas y te diré de qué careces. Porque detrás de estas demostraciones de poder se esconde una realidad mucho más sombría, porque esas enormes sumas de dinero, que deberían gastar en el bienestar y el desarrollo del país, las usan en estos eventos públicos, mientras que la mayoría de la población vive en la pobreza y la miseria. No les importa.
Lo peor es que en la mayoría de los casos, la asistencia a estos eventos públicos no es voluntaria, sino que las personas son obligadas a participar bajo amenaza de represalias de cualquier tipo. Utilizan tácticas de coerción y manipulación para garantizar una asistencia masiva y mostrar al país y al mundo un apoyo inexistente hacia el líder. En resumen, lo que reflejan es una falta de prioridad en el bienestar de la población, y también lo que terminan revelando es la fragilidad y la inseguridad de un sistema que necesita recurrir a estas tácticas de propaganda para mantenerse en el poder. Por supuesto, hay casos, como el de Corea del Norte, donde son una herramienta efectiva para mantener el control y reforzar la imagen del poder, a costa de presos, torturas y asesinatos.
Pero hay otros casos donde tales despliegues fueron una suerte de trompetas del apocalipsis. El régimen comunista de la Unión Soviética en 1990 organizó grandes manifestaciones y desfiles en apoyo al gobierno antes de su colapso en 1991. En el régimen de Nicolae Ceaușescu en Rumania, hubo manifestaciones masivas en apoyo a su gobierno poco antes de su caída en 1989. El régimen de Muammar Gaddafi en Libia, desplegó grandes manifestaciones en apoyo al líder antes de su derrocamiento en 2011. El régimen de Bashar al-Assad en Siria, organizó desfiles y manifestaciones en apoyo al gobierno justo antes de la guerra civil que comenzó en 2011.
El grosero despliegue del régimen venezolano el jueves 29 de febrero para “celebrar” los “20 años de la Declaración Antiimperialista del comandante Hugo Chávez”, cerrando varias autopistas de Caracas y llenando las vías de acceso a la capital de autobuses que venían de todas partes de Venezuela, es otra de esas demostraciones. Atrás quedaron los años cuando el sólo llamado de Chávez movía a millones de personas. Las mismas que hoy manifiestan en las encuestas independientes que lo que más desean es un cambio de gobierno. Este año se perfila complicado, pero a la vez esperanzador. Sólo me permito recordar que “a enemigo que huye, puente de plata”.
@cjaimesb
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