El fatalismo fagocitando la esperanza (VII Parte) | Por: Nelson Pineda Prada

 

Para el año 2012, Venezuela era otra. Los venezolanos sentíamos que estábamos viviendo como seres humanos. Que nuestros derechos eran respetados. Sentíamos que los venezolanos éramos un solo pueblo; que estábamos recobrando nuestra identidad y razón de ser. Cada día nos convencíamos más que el legado de nuestros padres libertadores, por fin, se hacía realidad. Bolívar, Sucre y Zamora dejaban de ser héroes de mármol, para convertirse, con sus leyendas y pensamiento, en los referentes teóricos para la construcción y consolidación de la nueva Venezuela.

Los éxitos de la Revolución Bolivariana eran innegables. Con la transformación de las políticas públicas en políticas sociales, se universalizaron los derechos de los venezolanos. Las más variadas instituciones públicas y privadas del orbe, como la CEPAL, el PNUD, la FAO, la OMS, la UNESCO, de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). La OPS, el CICTE, la CEPCIDI, de la Organización de Estados Americanos (OEA). El Banco Interamericano del Desarrollo (BID),   LATINOBAROMETRO, para solo citar algunos, reconocían los logros económicos, sociales, culturales y políticos que había alcanzado, en tan corto tiempo, el Gobierno del Presidente Hugo Chávez Frías.

La propuesta de avanzar en la construcción de otro mundo, multipolar y sin hegemonías imperiales; de establecer un relacionamiento internacional de respeto a la soberanía y la libre determinación de los pueblos; de una integración basada en la solidaridad, la cooperación, la fraternidad y la igualdad, era permeada por los pueblos de las más diversas latitudes. Venezuela se había convertido en un referente internacional de primera importancia. En el pasado quedaba la visión que nos percibía solo como un país petrolero.

Para el año 2012, Venezuela era otra. Era de, y para, los venezolanos. La riqueza generada por la renta petrolera había sido nacionalizada y socializada. Su inversión hizo posible que, con el mayor éxito, se estuvieran superando la mayoría de los déficits sociales.

El Gobierno Bolivariano de Hugo Chávez estableció que,  como eje transversal de la política social, más allá de los derechos jurídicos y políticos, estaban los derechos humanos económicos, sociales, culturales y ambientales. Los cuales se materializarían en la satisfacción del derecho a la salud, educación, vivienda, Agua potable, educación, trabajo, Seguridad y asistencia Social, alimentación, medio ambiente saludable, identidad, no discriminación de ningún tipo, defensa del patrimonio cultural. Objetivos que se habían alcanzado ya que se le otorgo a la inclusión, a la cohesión, a la participación, a la corresponsabilidad y a la intersectorialidad social la mayor importancia en función de alcanzar el Desarrollo Humano Integral del venezolano.

La política social puesta en marcha a través de las Misiones Sociales, iniciadas en el año 2003, consistentes en un conjunto de programas de carácter social a través de las cuales se enfrentaron los principales déficit y carencias que padecían los venezolanos, en un alto porcentaje habían sido superados, a través de ellas.

El Poder Popular mostraba su fortaleza. La creación de los Consejos Comunales como nueva estructura de la organización social del pueblo, cada día alcanzaba mayores dimensiones, el Estado Comunal se había constituido en la célula de la nueva organización de la formación social venezolana. La democracia participativa y protagónica, se consolidaba, no solo como sistema político, sino como nueva forma de vida de los venezolanos.

Nunca antes, en su historia republicana, Venezuela había vivido un proceso de transformación tan profundo. La edificación del Nuevo Proyecto Nacional, de la nueva Venezuela, era una realidad.

Ante los logros alcanzados, la Revolución Bolivariana tenía que ser detenida, como fuera. Es, en éste marco, donde debe ser inscrita la profundización del acoso imperial a que hemos sido sometidos, desde el año 2012. La Declaración de Barak Obama del 9 de marzo del año 2015, señalando la existencia de una emergencia nacional por la amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y a la política exterior causada por la situación en Venezuela, es la “legalización” de la violación del derecho internacional por la potencia supremacista.

El imperio decidió jugárselo todo. Sabía que, a pesar de su poder militar, no controla el mundo. Nunca imagino que, con el derrumbe del mundo bipolar establecido con la guerra fría, emergerían nuevas realidades sociales y políticas que pondrían en entredicho su poder. Nunca imagino que, con la globalización, nuevas potencia económicas y militares emergerían, y el mundo se haría multipolar. Nunca imagino que, las directrices emanadas del Club Bilderberg y el Council on Foreing Relations, quienes son los verdaderos “dueños del mundo” capitalista, no lograrían ser ejecutadas exitosamente por la Nacional Endowment for Democracy, Freedom House, Open Society Institute, la USAID, la Human Rights Watch. El derrocamiento de la Revolución Bolivariana se les volvió una quimera.

En este año 2022, Venezuela es otra. Los venezolanos no perdimos la fe en volver a vivir mejor. Sabemos sí, que lograrlo no resultaría fácil. Y es que ninguna transformación social profunda lo ha sido.

Es una nueva Venezuela que se reedifica teniendo como principios fundamentales la justicia social, la equidad, la libertad, la solidaridad, la igualdad, la soberanía. Emerge como una realidad cultural nueva. En su rostro se dibuja la fraternidad y la convivencia como respuesta a las prácticas racistas y xenófobas impuestas por el neoliberalismo. Es una Venezuela en donde cabemos todos. Porque ahora Venezuela es de todos los venezolanos. Esa Venezuela se está haciendo realidad.

El Presidente Nicolás Maduro, haciendo una lectura crítica de estos veintidós años de Revolución Bolivariana se ha propuesto redimensionarla. Devolverle sus principios originarios, aquellos que están contenidos en La propuesta de Hugo Chávez para transformar a Venezuela. Una revolución democrática. El Plan de desarrollo económico y social de la nación 2001-2007. El Proyecto Nacional Simón Bolívar. Primer plan socialista  2007-2013. La Ley Plan de la Patria. Segundo plan socialista de desarrollo económico y social de la nación 2013-2019.Y, su continuación presentada por él, La Ley Plan de la Patria 2019-2025.

Hemos hecho nuestra la expresión de Don Miguel de Unamuno: Deberíamos tratar de ser los padres de nuestro futuro en lugar de los descendientes de nuestro pasado. Por eso, Palomo, el caballo de Bolívar, ahora cabalga mirando hacia adelante.

 

 

 

 

 

 

 

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