Quince años y cuatro períodos gubernamentales de regentes regionales del oficialismo han pasado desde aquella promesa, la misma que algunos reiteraron como oferta de campaña y hoy nuevamente se asoma mientras se afanan por repetir o ser por primera vez el abanderado del Psuv en los cuestionados comicios regionales de fin de año.
Mientras tanto, Yenaima Carrizo sigue ahí, viendo correr las aguas negras entre el lodo frente a su puerta, cocinando a leña a un lado de una poceta improvisada, sosteniendo las latas de zinc con piedras, cargando agua desde la cisterna cuando pasa y viendo crecer a sus hijos en aquella pobreza.
«Cuando estaba el gobernador Hugo Cabezas me mandaron a llevar los papeles a Trujillo y nunca tuve respuesta de nada», expresó Carrizo, quien además detallo que «al menos» les llega regularmente la bolsa de comida Clap.
Como la de ella, muchas otras familias, principalmente compuestas de madres solteras, algunas ancianas que cuidan los nietos de unas hijas que tuvieron que partir del país en busca de una oportunidad; ahí seguirán en espera de que sus ojos algún día vean cumplirse esa promesa.
Gráficas: Alexander «Chaparro» Viloria