San Petersburgo (Rusia), 18 jun (EFE).- Una gran segunda parte de Alexandr Isak permitió a Suecia doblegar la tupida defensa eslovaca (1-0), que sólo cedió desde el punto penalti a falta de un cuarto de hora para el final.
El delantero de la Real Sociedad volvió loca a la defensa rival y enamoró a los aficionados en los segundos 45 minutos después de una esperpéntica primera parte de ambos equipos en la que el miedo a perder le pudo a las ganas de ganar.
Con cuatro puntos, los escandinavos tienen un pie en los octavos de final, mientras los centroeuropeos tendrán que jugársela en la última jornada ante España, que recibe este sábado a Polonia en Sevilla en el Grupo E.
Pese a las críticas por la falta de ambición en el primer partido, Suecia repitió el mismo once que empató sin goles contra España.
Mientras, los eslovacos dieron descanso a dos de los centrocampistas que derrotaron a Polonia en la primera jornada en un intento de no rebajar ni un ápice la presión.
Desde el principio, los suecos se hicieron dueños del balón. Mientras, los once jugadores eslovacos esperaban en su campo.
Como había adelantado el seleccionador, Janne Anderson, los escandinavos adelantaron líneas, pero no tomaron riesgos excesivos por miedo a los contraataques rivales. La defensa eslovaca se imponía a los atacantes suecos.
Isak lo intentaba, pero no le llegaban balones. Olsson empujaba, pero sin ideas. Sólo Forsberg, el 10 del Leipzig, parecía capacitado de sacar algo de la chistera. ¿Dónde está Ibrahimovic?, se preguntarían los aficionados suecos.
A la media hora, los eslovacos decidieron probar suerte. Ahora les llegó a ellos el turno de adelantar líneas. Pero nunca llegaron a inquietar a Olsen, el héroe del partido contra los españoles.
Hamsik estaba demasiado vigilado. Bajó a recibir. En un par de ocasiones intentó sorprender con pases de 30 metros. Al filo del descanso, dispuso de un disparo franco en la luna del área grande, pero tiró demasiado alto.
Ver para creer. Ni una sola ocasión de gol que echarse a la boca en 45 minutos. Este partido no valía una siesta.
La segunda parte arrancó con un buen disparo de Duda. Por el bando sueco, los hinchas sólo despertaban de su letargo cuando el balón llegaba a las botas del delantero de la Real Sociedad.
Los eslovacos se cansaron de esperar. Parecían decididos a ir a por el partido. Así, Olsen salvó a los suyos con una grandísima parada ante un remate a bocajarro, pero la jugada fue anulada por fuera de juego.
La replicó un par de minutos después Dubravka con una mano prodigiosa a cabezazo de Augustinsson tras un centro desde la derecha de un incansable Larsson.
El partido estaba abierto. Era el momento de Isak. El atacante de la Real Sociedad levantó al público de sus asientos al protagonizar una jugada maradoniana. Corrió, encaró, dribló y disparó. Sólo la manopla del portero eslovaco evitó el gol.
Su recital no quedó ahí. Poco después, le dio un pase de gol a Quaison, que tocó el balón antes de ser derribado por el guardameta. Penalti que transformó Forsberg a la izquierda de Dubravka. (min.77)
Pudo coronar su gran tarde cinco minutos después, pero tras una gran carrera pecó de exceso de individualismo.
Los eslovacos intentaron empatar a la desesperada. Se les sumó Dubravka a la salida de un córner, pero pagaron cara su racanería. La última jornada dictará sentencia en el grupo E.
– Ficha técnica:
1 – Suecia: Olsen; Lustig, Lindelof, Danielson, Augustinsson (Bengtsson, min.88); Sebastian Larsson, Ekdal (Svensson, min.88), Olsson (Claesson, min.64), Forsberg (Krafth, min.93); Isak y Berg (Quaison, min.64).
Seleccionador: Janne Anderson
0 – Eslovaquia: Dubravka; Pekarik (Haraslin, min.65), Satka, Skriniar, Hubocan (Hancko, min.84); Kucka, Koscelnik, Hrosovsky (Duris, min.84), Mak (Weiss, min.77); Hamsik (Benes, min.77) y Duda.
Seleccionador: Stefan Tarkovic
Goles: 1-0, min.77: Forsberg (penalti).
Árbitro: Daniel Siebert (GER). Amonestó a Olsson (min.23), Dubravka (min.76), Duda (min.80) y Weiss (min.87).
Incidencias: partido correspondiente a la segunda jornada del Grupo E disputado en el estadio Krestovski de San Petersburgo.
Ignacio Ortega